El 14 de febrero de 1990, la nave espacial Voyager 1 miró hacia el sistema solar interior para tomar las primeras fotos de los planetas desde su ubicación, en ese momento más allá de Neptuno.
Este “retrato de familia” captura Neptuno, Urano, Saturno, Júpiter, la Tierra (arriba en el centro) y Venus desde un singular punto de vista. Otros planetas no se ven: Marte tuvo poca luz solar, Mercurio estaba demasiado cerca del sol, y el planeta enano Plutón resultaba demasiado tenue.
Tomar estas imágenes no era parte del plan original, pero el fallecido Carl Sagan, miembro del equipo de imágenes de la Voyager en ese momento, tuvo la idea de volver la nave mirando a casa para echar una última mirada. El título de su libro de 1994, “Pale Blue Dot” (punto azul pálido), se refiere a la imagen de la Tierra en esta serie.
La imagen de la Tierra contiene luz dispersada que se asemeja a un haz de luz solar, un recurso de la propia cámara que hace que la pequeña Tierra parezca aún más dramática. Voyager 1 estaba a 40 unidades astronómicas del sol en este momento. Una unidad astronómica equivale a 150 millones de kilómetros.
Estas imágenes son las últimas que la Voyager 1, lanzado en 1977, envió a la Tierra. Los especialistas de misión apagaron después la cámara para que el ordenador de control pudiera ser reutilizados. La nave sigue funcionando, pero ya no tiene la capacidad de tomar imágenes.
Hoy en día, la Voyager 1, a una distancia de 155 unidades astronómicas, es el objeto hecho por el hombre más alejado de la Tierra, y todavía se comunica regularmente con nuestro planeta. En agosto de 2012, la nave entró en el espacio interestelar --el espacio entre las estrellas-- y ha enviado datos sobre este territorio desconocido desde entonces. Su gemelo, el Voyager 2, también lanzado en 1977, está igualmente en el espacio interestelar a 130 unidades astronómicas.