A Gladis Grefa su padre le contó que la boa tiene el poder de transformarse en mujer. Es así como, en la cultura kichwa, estas enormes serpientes logran transmitir sus conocimientos a ciertos hombres que se convertirán en los sabios del pueblo. “La serpiente se llama Mujan warmi y se transforma en el bosque, cerca del río”, dice Grefa. “Se acerca al hombre como si fuera su familiar —para que no tenga miedo— y así pasarle sus conocimientos para curar enfermedades y maldades en nuestra cultura”.
La boa (Boa constrictor) o Amarun, en kichwa, es una especie considerada de Menor Preocupación y con una población en descenso, desde 2014, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). El simbolismo que encierra esta serpiente motivó a Grefa a tejer una enorme representación suya. La artesana y dos de sus compañeras trabajaron durante ocho días y ocho noches, tejiendo a mano grandes cantidades de lana, para terminar al reptil de cuatro metros de largo que ahora está en exhibición en la Casa de la Cultura Ecuatoriana Benjamín Carrión, en Quito.
“Tejer a la boa fue a raíz de la pandemia, porque pensamos en tejer animales que tienen influencia con el COVID-19″, explica Grefa. “Los yachaks [sabios] ayudaron a muchas personas a salir de la enfermedad. Cuando el paciente estaba crítico y agonizando, los yachaks se acercaban a hacer una limpieza y darle fortaleza a esta persona para que no fallezca; por eso tejimos a la serpiente”.
Gladis Grefa es originaria de la comunidad Atacapi, en la provincia de Napo, en la Amazonía central de Ecuador. Su bio-emprendimiento, llamado Tejiendo para la Conservación, es un proyecto de la asociación que dirige: Awakkuna —que en kichwa significa “tejedoras”— y que propone fomentar el emprendimiento junto a mujeres dedicadas al tejido artesanal de animales para incentivar su resiliencia económica.
El centro de sus actividades es la transmisión de mensajes de conservación sobre las especies de su territorio, a través de sus conocimientos ancestrales plasmados en los tejidos.
“A las mujeres de Awakkuna les gusta soñar”, dice Grefa. “Si ven un animalito en la chacra o en el bosque, le toman fotografías y lo repiten en su casa, le ponen su inspiración y utilizan siempre las características y colores reales del animal. Pero también salimos a investigar, utilizamos internet y nos enfocamos en la parte científica”.
Beneficios para la biodiversidad y las mujeres en comunidad
Gladis Grefa comenzó tejiendo sola en 2016, pero en 2018 reunió a más artesanas y formalizó el grupo en 2019. “Cuando no vamos a la chagra, a nuestro bosque, y en días que son de lluvia, hay momentos de espacio donde estamos libres y pensamos en tejer animales; desde ahí nace Awakkuna y ahora estamos con 30 mujeres legalmente constituidas en la Superintendencia de Economía Popular y Solidaria (SEPS) y también están sumándose mujeres jóvenes a la asociación, que son hijas de las socias; estamos tejiendo mucho”.
Las mujeres que hoy integran la asociación intercambian experiencias, fortalecen sus capacidades y herramientas de comunicación para promover la conservación de la biodiversidad y el aprovechamiento productivo sostenible de los recursos no maderables para mejorar las condiciones de vida locales. Grefa fue becaria de la primera convocatoria del Programa de Mujeres Indígenas de la Amazonía, una iniciativa de Conservación Internacional apoyada por el Gobierno de Francia.
“Hemos tejido más de 50 especies de animales con la mimética de animales reales”, explica Grefa. “Estos tejidos los hemos vendido en algunos espacios a nivel nacional e internacional y esto nos ha cambiado muchísimo la parte económica, para que la mujer rural, la mujer kichwa, se sienta independiente económicamente de su familia”.
Ese ha sido un logro muy importante para las mujeres, dice la tejedora, porque no tenían un trabajo remunerado y, con la venta de los animales tejidos, reciben ingresos económicos adicionales a las actividades que normalmente realizan en casa. “Así podemos mantener a nuestros hijos, darles educación, alimentación y vestimenta”, dice Grefa.
Carolina Rosero, directora del Programa Amazonía, de Conservación Internacional Ecuador y quien ha acompañado al emprendimiento de Awakkuna, explica que la organización busca incentivar proyectos relacionados con el liderazgo de las mujeres, el manejo sostenible de la biodiversidad, el rescate del conocimiento cultural y ancestral, los bio-emprendimientos con productos forestales no maderables y los derechos internacionales indígenas.
“El caso de Gladis Grefa fue muy interesante porque creo que la expectativa de Conservación Internacional, en principio, era que las mujeres presentaran una propuesta personal sobre cómo ellas pueden surgir como lideresas y participar en talleres de capacitación y demás para que puedan fortalecer sus capacidades”, dice la directora. “Pero casi todas las propuestas —como la de Gladis— eran de mujeres que trabajan en colectivos, en asociaciones que tienen proyectos con otras mujeres para el beneficio no solamente de ellas, sino para sus comunidades”.
Las especies amazónicas
Las mujeres kichwa utilizan la pita (Aechmea magdalenae), una planta de hojas alargadas como pencas —que obtienen de sus chagras y en el bosque— y que rayan con una piedra, contra un tronco, hasta obtener sus fibras naturales que después de un proceso de lavado, secado e hilado son útiles para tejer. Esta fibra se ha usado tradicionalmente por los pueblos indígenas amazónicos para la elaboración de ropa, cuerdas para pescar y canastas.
“La estamos utilizando actualmente para tejer animales como el armadillo, por ejemplo, porque la fibra tiene un color natural muy parecido al del animal”, explica Grefa. “Esta planta es endémica de la Amazonía y lo que hacemos ahora es incentivar y concientizar a las mujeres sobre la importancia de sembrarla, porque ya no tenemos muchas fibras en la Amazonía. Hay ciertas manchas de esas plantas de pita que han dejado nuestros abuelos, pero necesitamos reproducirla”.
La tejedora afirma que, aunque todavía utilizan la lana para tejer por su variedad de colores disponibles, solo hacía falta darse cuenta de la riqueza natural que existe en las chagras de cada mujer. Allí mismo, haciendo uso de semillas, flores y plantas tintóreas, lograron obtener 10 colores naturales para teñir la fibra de la pita.
“Ahora están haciendo una transición al uso de tintes naturales obtenidos de diferentes semillas que sacan del bosque y también están usando diferentes fibras de otras palmas para hacer los tejidos, por lo que el aprovechamiento sostenible también está vinculado”, explica Carolina Rosero.
De esta forma, las awakkuna han tejido loros, mariposas, tortugas, hormigas, lagartijas y serpientes, entre muchas otras especies de su territorio. A cada creación le agregan una etiqueta con el nombre científico, común y en kichwa del animal, así como datos sobre su estado de conservación y sus características.
“La importancia de nuestro trabajo es preservar las especies amazónicas que están en peligro de extinción debido a muchos factores, especialmente la tala, caza y tráfico de especies que están provocando la pérdida de los animalitos”, dice Germania Grefa, artesana de Awakkuna. “Por ello, nuestro objetivo es concientizar a las personas para preservar nuestras especies y nuestro territorio mediante la venta de nuestros animalitos tejidos”.
Precisamente, todo tiene raíz en las amenazas que enfrentan los territorios amazónicos y su biodiversidad. Gladis Grefa afirma que, en esa región del Ecuador, la minería ilegal también ha provocado una grave preocupación en sus habitantes.
“La minería ilegal es una gran amenaza contra la fauna”, dice Grefa. “Han estado trabajando justamente en mi provincia, donde una gran cantidad de hectáreas han sido taladas con la entrada de más de 150 excavadoras y maquinaria —el Estado ahora está en una etapa de investigación y todavía no tenemos respuesta– pero un sinnúmero de biodiversidad, de los animales tanto terrestres como acuáticos han sido amenazados y contaminados con mercurio”.
Alba Aguinaga, docente e investigadora de la Universidad Regional Amazónica IKIAM, coincide en que, si la minería —sea legal o ilegal— se hace “de una manera brutal como se practica en la Amazonía”, tendrá impactos graves no solamente para las especies sino para el ser humano.
“La Amazonía, frente al problema del cambio climático, es un actor estratégico”, dice la especialista. “Si violamos los derechos de la naturaleza, como los derechos colectivos, por la extracción minera, estamos cometiendo un asesinato, una terrible violencia que va a traer graves consecuencias”.
Por ello en Awakkuna las mujeres trabajan en compartir toda esta información no solo dentro de su comunidad sino también en otras nacionalidades indígenas y fuera de sus territorios, con el propósito de crear conciencia a favor de la conservación de los bosques. Además de la minería, el tráfico de fauna silvestre también es un tema preocupante, agrega la lideresa kichwa.
“Lo que hacemos es que, en vez de que las personas vengan y compren animales vivos como mascotas —como los guacamayos, que son de los animales exóticos de la Amazonía que más se venden— y que están catalogados en Peligro de Extinción, proponemos que se lleven nuestros animales tejidos como recuerdo. Es nuestro aporte: llamar a la sensibilización de la ciudadanía”, agrega la artesana.
Los logros de las tejedoras
Con el financiamiento obtenido por Gladis Grefa en Conservación Internacional, además de las capacitaciones, ha logrado crear catálogos en línea y trabajar en la construcción de un sitio web para mostrar y vender el trabajo de la asociación, así como a través de las redes sociales.
A la par, con la colaboración de la Universidad Regional Amazónica IKIAM, Awakkuna ha obtenido talleres de fotografía de fauna para 15 jóvenes hijos de las socias, así como otras capacitaciones sobre administración, finanzas, liderazgo, género y conservación.
“La universidad nos ha abierto las puertas, porque ahí llegaban muchos científicos de otros países, de otras universidades a nivel mundial y, cuando había foros, encuentros y charlas, aprovechamos esos espacios para exponer y vender nuestros productos”, dice Grefa. “La universidad nos ha apoyado muchísimo a promocionar nuestros productos a nivel internacional en otras universidades como Oxford y Cambridge, también con el gobierno de Italia. Todos ellos se han llevado, como un regalo, nuestros tejidos de animales en la Amazonía”.
La clave para el éxito de Awakkuna ha sido la persistencia y el compromiso de todas para lograr su empoderamiento, autonomía e independencia económica.
“Las mujeres ya han cambiado sus perspectivas”, sostiene Grefa. “Mis compañeras ya no son las mujeres de antes, sino que ahora ya sueñan con innovar, en replicar y, sobre todo, en conservar lo que existe en la Amazonía y a las especies que son parte de nuestra cultura”.
Pero además, impulsar este tipo de trabajo artesanal se traduce en un aporte significativo en el cuidado del bosque, la biodiversidad y el medio ambiente, insiste Grefa.
“Nuestro aporte va enfocado a la conservación y al cambio climático, porque somos un emprendimiento de soluciones ambientales”, concluye Grefa. “Que la ciudadanía conozca cómo en nuestra provincia de Napo, en Ecuador, desde un pequeño espacio, estamos aportando algo para toda la humanidad y nuestra relación con la Tierra, significa muchísimo”.
Imagen principal: Las mujeres de Awakkuna tratan de crear prototipos que reflejen las características originales de los animales. Foto: Esteban Barrera
El artículo original fue publicado por Astrid Arellano en Mongabay Latam. Puedes revisarlo aquí.
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