Hoy representan una amenaza para el vuelo, pero en un futuro cercano las roturas en las alas y el fuselaje de los aviones podrían repararse por sí solas y en el aire.Seguir a @tecnoycienciaEC !function(d,s,id){var js,fjs=d.getElementsByTagName(s)[0],p=/^http:/.test(d.location)?'http':'https';if(!d.getElementById(id)){js=d.createElement(s);js.id=id;js.src=p+'://platform.twitter.com/widgets.js';fjs.parentNode.insertBefore(js,fjs);}}(document, 'script', 'twitter-wjs');
Los científicos anticipan un futuro de “aeronaves que se curan a sí mismas” y aseguran que la tecnología que lo hará posible estará en uso en la aviación comercial en los próximos cinco a diez años.
Un equipo de investigadores de la Universidad de Bristol, en Reino Unido, se dedicó al desarrollo de un material especial que hace posible el proceso.
Y se inspiraron en la manera en la que el cuerpo humano cura sus heridas cuando se produce un corte en la piel y la sangre se solidifica para formar una cáscara o costra.
A partir de este principio, los científicos diseñaron diminutas microesferas que contienen un líquido 'cicatrizante', y que se colocan dentro del carbono del que están hechas las partes del avión.
Daño y reparación
Estas esferas, tan pequeñas que se ven como si fuera polvo, se intercalan en los pliegues del ala del avión o sobre el fuselaje.
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Cuando sufren algún tipo de daño, como el impacto de un ave durante el vuelo, las bolitas estallan para liberar el líquido que contienen, que rápidamente se solidifica.
Este proceso de endurecimiento del material ocurre cuando el líquido entra en contacto con una sustancia catalizadora, que está presente en las alas y el fuselaje mismo.
La temperatura juega un papel adicional en el proceso de reparación automática, que puede tardar un par de horas en el calor o demorar más en climas fríos.
“Estamos hablando de fisuras menores, no de un agujero de un metro de diámetro”, aclara el químico Duncan Wass, participante en la investigación.
“Pero esas microfracturas pueden ocasionar fallas catastróficas en un vuelo”.
Para la bicicleta, el celular... o las uñas
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La tecnología también puede aplicarse a otros equipos hechos con carbono, como bicicletas o turbinas eólicas, explican los científicos.
Los primeros pasos de los materiales 'autocurables' los dio la ciencia en el 2001, cuando investigadores de la Universidad de Illinois, en Estados Unidos, crearon un plástico capaz de reparar sus quebraduras.
En un futuro, esta tecnología también podría servir, con algunas adaptaciones, para reparar las pantallas rotas de teléfonos celulares, así como cascos de bicicleta, raquetas de tenis, palos de golf y hasta el esmalte de uñas.
“Este tipo de materiales se usa cada vez más en la aeronavegación moderna, el equipamiento militar o de generación de energía. Equipos que necesitan ser muy fuertes y resistentes pero a la vez muy livianos”.
Esta premisa, señala Wass, es perfecta para la industria aeroespacial.
Pero el problema es que estos materiales hechos a base de carbono son difíciles de proteger y, si se dañan, resultan complicados de arreglar.
“Esta tecnología permitirá extender los plazos entre reparación y reparación, cambiar los procesos de mantenimiento de las aeronaves y utilizar menos materiales sin resignar en absoluto en cuestión de seguridad”.
Las alas que 'se curan' a sí mismas pueden ser tan resistentes como las que se usan en la actualidad, indica el académico, que está trabajando con expertos en ingeniería aeroespacial en el proyecto de investigación.
“Estamos hablando de alas de aviones, una parte clave del diseño del avión en términos de seguridad”, expresa.
En los ensayos, “literalmente rompemos las alas, les permitimos que se reparen, las rompemos nuevamente…”, detalla Wass.
“Y estamos alcanzando 100% de recuperación del material en muchos casos”, asegura.