La mirada de Elena Romero se ilumina al hablar de “Maruja en el infierno”, película que le cambió la vida cuando tenía 22 años de edad. La actriz no puede evitar emocionarse al recordar su debut actoral y tampoco al referirse a su etapa televisiva en “De dos a cuatro”. Una gran sonrisa se apodera de su rostro cuando narra sus vivencias en televisión junto a su hermano Raúl. “No tengo una carrera muy prolífica, pero las cosas que he hecho siempre han dejado una pequeña huella”, reflexiona, y advierte que pronto volveremos a verla en la pantalla grande como parte del elenco de actores de la película de Sinargollas “Reinas sin corona”.
“A lo largo de estos últimos años he hecho teatro, cine, música, ahora mismo estoy componiendo y empezando a grabar una cosa muy sencilla musicalmente. También estoy siguiendo una vocación que estaba medio dormida, que es el tema de la docencia. Desde hace diez años enseño en la escuela de traducción e interpretación, también en la de artes escénicas y música de la UPC. De alguna manera toda mi trayectoria artística la estoy plasmando como docente. En cuanto a actuación, el 30 de marzo se estrena ‘Reinas sin corona’, película donde interpreto a doña Lucrecia, una mujer cuestionadora, fuerte, impactante, terrible. Un papel que me ha gustado mucho. Me siento como renaciendo”, señala Romero Salazar.
—El próximo año se cumplen cuatro décadas del estreno de “Maruja en el infierno”...
Y la gente se sigue acordando de esta película, me da mucha felicidad.
—¿Cómo llegaste a esta producción?
Fue a través de un casting, estudiaba actuación en el TUC (Teatro de la Universidad Católica) y fuimos toda la mancha de mi salón a pasar la prueba, mi propósito era agarrar un papel de extra para pagarme los pasajes, jamás pensé que me darían el principal.
—¿En qué consistió el casting?
Lo único que recuerdo es que hicimos algunas fotos y leímos algo. Cuando me dijeron que la cosa estaba entre otra persona y yo, no lo podía creer, en esa época era muy insegura, empezaba, era inexperta, nunca había actuado. Cuando me dieron el papel de Maruja exploté de felicidad por dentro, y por fuera solo me limité a agradecer y a decir que estaba bien.
—La película tiene escenas fuertes y dramáticas, pues Maruja realmente vivía en el infierno, en medio del abuso y la explotación. ¿Cuál fue la escena más difícil?
Las de sexo siempre son difíciles, y en su momento fue un poco fuerte para mí. Recuerdo que hablé con mis papás sobre eso, me dijeron que me habían educado para tener libertad y que yo sabía lo que tenía que decir sobre esa escena. Me emociona recordar a mis padres ahora que no están, o están, pero en otro lado. Hacer esta película fue una experiencia increíble, recibí el premio a Mejor actriz en el Festival de Cine de Bogotá (1985). Tuvo mucho éxito, estuvo en cartelera durante un año y en las universidades sirve como material de estudio.
—¿Te cambió la vida?
Completamente, porque dejé de ser una estudiante misia, como son la mayoría de estudiantes, y de pronto en la calle me pedían autógrafos, no supe manejar eso muy bien, me daba vergüenza, seguramente me ponía hosca, sentía que no podía con tanta fama. Luego, cuando vino “De dos a cuatro”, fue diferente, disfruté muchísimo el cariño del público, lo viví de otra manera, con madurez, agradeciendo, tratando de sentirme bien.
—¿Después de “Maruja en el infierno” por qué no continuaste actuando?
Porque en el TUC me castigaron un año por hacer una película en verano y a mis compañeros que trabajaban todo el año en TV no les decían nada. No entendí, fue un choque muy grande. Pero eso me llevó a estudiar a España, donde conocí a mi esposo con quien formamos una linda familia. Luego de diez años regresé al Perú de vacaciones y terminé actuando en la OTI (Organización de Televisión Iberoamericana) y haciendo “De dos a cuatro” con Raúl. Otra vez me volví famosa.
—¿Te gustaría volver a tener un programa de TV con tu hermano?
No lo sé, nunca digas de esta agua no he de beber porque el camino es muy largo y se puede tener mucha sed. Sería lindo, yo estaría abierta a algo así, pero no es algo que forme parte de nuestros proyectos, que lo estemos planeando; además la televisión y el público han cambiado. Creo que también a veces añoramos momentos menos duros, menos confrontacionales, antes invitábamos a gente de otros canales y venían, ahora no se puede hacer eso. Nosotros éramos muy conscientes de lo que queríamos hacer con el programa: un espacio de encuentro familiar, de respeto, alegría, de encontrarnos entre todos y vivir sin roche el cariño que nos tenemos. Si queríamos llorar, llorábamos y nos abrazábamos.
—En una entrevista dijiste que cuando saliste de “Maruja en el infierno”, a Raúl le decían que era el hermano de Maruja, y luego pasaste a ser la hermana de Raúl. ¿Hoy quién eres?
Creo que pasé a ser la hermana de Raúl cuando él siguió en TV con “R con Erre” y “Habacilar”. En “De dos a cuatro éramos los mellizos Romero. Hoy soy una mujer madura, con más experiencia, más libre para mostrar mi lado humorístico o dar mis opiniones. Cuando las mujeres somos más jóvenes nos preocupamos un poco más por la imagen, ahora me acepto con mis kilitos demás, mis arrugas, y creo que la experiencia es un grado, ahora tengo mucho más para dar.
—¿Extrañas la TV ?
Me encanta, es muy directa, estaría muy feliz de hacer un programa de TV fuera el formato que fuera, pero que refleje quién soy ahora, que me permita ser como soy.
—¿Qué te parece Raúl como coach de “La Voz Senior”?
Los coach en general son cantantes y productores; pero Raúl, además de todo eso, es un monstruo de la animación, hace lo que le da la gana sabiendo bien lo que hace, es muy inteligente.
—De todo lo que has logrado en la vida, ¿de que es lo que más te sientes orgullosa?
De la familia que he podido construir con mi esposo y mi hijo, de que sea estable y duradera; también me siento orgullosa de mis hermanos y de haber vivido y de seguir viviendo de lo que me hace feliz. Estoy contenta con lo que tengo en la vida, soy feliz con lo que hago, me encanta cantar y sigo cantando, y “Reinas sin corona” me ha devuelto a nuevos proyectos. Te soy sincera, después de la pandemia pensé que iba a ser difícil regresar, más aún para una mujer de mi edad, porque no es lo mismo tener 20 que tener mi edad (61).
—A esta edad, ¿a qué le temes?
Al dolor físico, a una enfermedad con dolor, a un padecimiento.
—¿Consideras que La felicidad es un derecho?
Sí claro, pero es un derecho que se conquista. Mi amiga Liz Ureta un día me dijo que la felicidad es una actitud y de alguna manera es verdad porque la felicidad plena y absoluta son chispazos, lamentablemente no todo el tiempo podemos sentirnos así. Yo siento que estoy en un buen momento, renovada, quiero hacer muchas cosas, estudiar, enseñar, actuar, cantar..., y tengo algunos proyectos pendientes, pero aún no puedo adelantar nada.
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