Ana de Armas juega con un paquetito de azúcar mientras habla de su ajetreada agenda una tarde reciente en Los Ángeles, cuando de pronto abre aún más sus enormes ojos almendrados.
“¿Tengo aguacate en la cara?”, pregunta algo nerviosa. No tiene, pero la actriz cubana de 31 años se ha sentido exhausta últimamente. Ha sido difícil encontrar el tiempo para comer, mucho menos revisarse en un espejo.
De Armas llegó por la noche de Nueva Orleans, donde está rodando la adaptación de la novela de Patricia Highsmith “Deep Water” dirigida por Adrian Lyne, para asistir al estreno de “Knives Out” (“Entre navajas y secretos”), una cinta de misterio de Rian Johnson estilo Agatha Christie que llega a las salas pronto. Era un breve respiro; después de varios días de entrevistas viajó de regreso para seguir filmando.
Y así ya lleva varios años. También ha rodado la próxima cinta de James Bond, “No Time To Die” (“Sin tiempo para morir”); el filme sobre Marilyn Monroe “Blonde”, en el que hace nada más y nada menos que de la superestrella antes conocida como Norma Jean; y otra sobre el difunto diplomático de Naciones Unidas Sergio Vieira de Mello.
De hecho, estaba ansiosa por tomarse un pequeño receso cuando “Knives Out” se cruzó en su camino al final de la filmación de tres meses de “Sergio” en Tailandia. Y la descripción que recibió del papel no fue exactamente tentadora.
“Me llegó este email diciendo, ‘enfermera en una casa, es latina y bonita, y esta es la escena’”, recordó. “Pensé, ‘¿Me están tomando el pelo? No entiendo de qué se trata’. Esa breve descripción no me dice nada”.
De Armas sabía que Johnson había escrito y dirigiría el filme y que un actor de renombre, Daniel Craig, estaba vinculado al proyecto. Pero también es protectora de su carrera y necesitaba saber más antes de siquiera aceptar hacer una audición. Aunque naturalmente tiene un acento al hablar inglés, ha trabajado duro para poder interpretar personajes fuera de su grupo étnico y empuja a su equipo a enviarla a pruebas para todo tipo de papeles.
Esa determinación innata y su renuencia a conformarse la han llevado a donde está: al borde del total estrellato. Tras haber estudiado teatro en La Habana, de Armas se mudó a Madrid con 300 dólares en el bolsillo para probar suerte en un mercado más grande. Era un monto que pensó que la ayudaría a subsistir unos meses (lo habría hecho en Cuba), pero pronto se dio cuenta de que no sería así. De cualquier modo, encontró la manera y consiguió papeles en televisión y cine. Ocho años después se sintió lista para ir a Hollywood, aun cuando su inglés era muy limitado.
Una de sus ventajas era que tenía un agente y manager, gracias al actor venezolano Édgar Ramírez, con quien trabajó en “Hands of Stone” (“Manos de piedra”) y quien la presentó a su equipo. Cuando arribó a Los Ángeles, alquiló un apartamento de una habitación compartido con una amiga y se inscribió en clases de inglés, pero también le dijo a sus agentes que no quería esperar. Quería empezar a ir a audiciones.
“Estaba clara de que la razón por la que estaba aquí no era para recibir un título de inglés”, dijo de Armas. “Los obligué a mandarme a audiciones y reuniones, aun cuando no podía entender la mitad de lo que decían”.
Su gran oportunidad llegó al verdadero estilo de Hollywood. Parada afuera en el valet parking de la agencia CAA, la productora Colleen Camp la divisó y comenzó a tomarle fotos mientras le gritaba que tenía que conocer de inmediato al cineasta Eli Roth. Estaban haciendo casting para el thriller “Knock Knock” (“El lado oscuro del deseo“) con Keanu Reeves, pero de Armas estaba literalmente en camino al aeropuerto. Logró reunirse con el director, con su maleta en mano, y llegó a tiempo a su vuelo. Al día siguiente firmaron contrato.
“Mi agente me dijo, ‘tengo que sacarte a almorzar más a menudo’”, dijo de Armas entre risas. Con su inglés rudimentario, pasó la prueba aprendiéndose sus diálogos por fonética.
“Knock Knock” le abrió las puertas a otras oportunidades. Consiguió un papel en “War Dogs” (“Amigos de armas”) de Todd Phillips y luego en “Blade Runner 2049”, como la novia-holograma de Ryan Gosling. Así fue como Andrew Dominik pensó en ella para el papel de Marilyn.
De Armas sabe que es exigente con su equipo. Tuvo que pelear para conseguir acceso al resguardado guion de “Knives Out”, pero tras leerlo supo que tenía que hacer la película. Voló de Tailandia a Boston para hacer la prueba ante Johnson, quien había ampliado la búsqueda para el papel de Marta (una de las únicas desconocidas en el filme, que incluye a luminarias como Craig, Chris Evans, Don Johnson, Jamie Lee Curtis y Christopher Plummer).
“Lo primero que hice fue buscar a Ana en Google y por supuesto aparecieron estas fotos súper glamorosas y parecía exactamente lo opuesto a lo que había imaginado para el personaje. Pero entonces la conocí y supe que era la persona indicada”, dijo Johnson. “Tiene los ojos de Audrey Hepburn y uno está instantáneamente de su lado cuando los ve a través de la cámara”.
De Armas viajó de vuelta a Los Ángeles, recogió a su perro y algo de ropa de invierno, y en cinco días estaba en Nueva Inglaterra filmando “Knives Out”, pero se sintió intimidada al verse actuando entre todas esas superestrellas.
En su primera escena como una enfermera inmigrante interrogada sobre la misteriosa muerte del adinerado patriarca al que cuidaba, se dio cuenta de que estaba temblando. Curtis, quien desde entonces se ha convertido en una amiga y mentora, se le acercó y la tomó por los hombros.
“Me dijo, ‘tienes los ojos más expresivos que he visto, vas a estar bien’”, contó. “Me dio ese empujoncito que necesitaba para relajarme”.
De Armas no lo sabía entonces, pero también forjaría una conexión con Craig en el plató que la llevaría a una enorme franquicia. Una vez más, la actriz no iba a decir que sí sólo porque se trataba de James Bond; necesitaba saber sobre su personaje.
Phoebe Waller-Bridge, la creadora y protagonista de “Fleabag”, escribió sus escenas y de Armas se alegró al descubrir que Paloma no era la chica Bond estereotípicamente “perfecta”, sino una mujer “desorganizada y un poquito loca”.
“Pensé, ‘puedo ser esa chica Bond’”, dijo.
De Armas no tiene un plan específico para el futuro, pero le gusta un desafío (para “Blonde”, estudió y trabajó por un año con un entrenador de acentos) y le encanta trabajar con directores interesantes como Johnson, Dominik y el realizador de Bond Cary Fukunaga.
En cuanto a si tendrá algo de tiempo a libre próximamente en su agenda, simplemente se ríe: “El 2020 será el año de mi descanso”.