Es sumamente arriesgado contar la historia de una figura tan querida, sobre todo si se cuenta con un exitoso precedente como es el caso del filme de 1997 protagonizado por Jennifer López. Este nuevo repaso por la historia de Selena es más extenso, factor que le ha permitido ahondar en diversos aspectos de su vida que transcurrieron durante aquellos años poco conocidos, cuando todavía no se consagraba como la reina del Tex-Mex. Su formación bilingüe, su vida en la escuela, lo difícil que resultó hacerse un nombre en la industria musical tejana, entre otros, son algunos aspectos que aborda la serie.
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Quizá la mirada del espectador tienda a concentrarse en la interpretación de Christian Serratos, pero en el camino se va visibilizando el trabajo y los enormes sacrificios que cada miembro del equipo de Selena y los Dinos tuvo que realizar para construir el éxito de la cantante. Desde su hermana Suzette (Noemí González), quien se privó de una adolescencia llena de amigos y salidas, hasta su hermano A.B. Quintanilla (Gabriel Chavarría), quien tuvo que buscar entre la basura materiales para construir reflectores que usarían en sus presentaciones y tuvo que lidiar con la presión de componer el siguiente éxito de su hermana.
Convencer a las casas musicales de entonces de apostar por una novata de orígenes latinos cobra protagonismo a lo largo de los nueve episodios. Abraham Quintanilla (Ricardo Chavira), padre de la fallecida cantante, es la figura detrás de cada negociación y la persona que defendió la libertad creativa de la banda. Vale reconocer que el trabajo del patriarca de los Quintanilla sirvió para que hoy la industria musical estadounidense sea más propensa a trabajar de la mano con artistas latinoamericanos.
Nada fue fácil
Si algo hay que reprocharle a la serie es el final de cada episodio, todos carecen de aquel recurso que deja en vilo al espectador deseoso de conocer inmediatamente lo que está a punto de suceder. Se trata de finales muy sencillos y hasta apagados. Los seguidores de Selena conocen que la cantante se volvió una celebridad, que ganó diversos premios y que tuvo un trágico final, pero la idea de una serie es hacer que aquel que está del otro lado de la pantalla no dude en entregar una hora más de su vida solo para saber qué es lo que está por acontecer.
La serie le dedica varios segmentos a conocer a la Selena que creció en un hogar bilingüe, que tuvo dificultad de hablar el español hasta la adolescencia y que fue definiendo su peculiar look experimentando con diversos estilos. Se trata, sin duda alguna, de un homenaje a la revolución cultural que la reina del Tex-Mex fue construyendo desde el plano musical y, posteriormente, desde la moda.
Aunque la interpretación de Serratos es admirable, parece estar más cercana a la Selena que creó Jennifer Lopez en lugar de la real. Sin embargo, esto queda en segundo plano cuando el espectador descubre que la historia no ha sido focalizada solo en la intérprete de “Como la flor”, sino en el contexto en el que creció y en las personas que la ayudaron para que hoy sea recordada con tanto cariño.
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