Estimado Yvon Chouinard: Pensará que soy intrusiva, una extraña escribiéndole a la distancia un correo que jamás le llegará. Pero verá usted, estoy en medio de una crisis personal en la que me cuestiono cada vez más sobre el consumismo, las tendencias y el papel de la moda en mi vida. Tal vez por ello su mensaje me llegó al corazón. Usted, señor escalador, empresario ambientalista forma parte de un movimiento ‘free spirit’, progresista, activista de la moda consciente y ecológica.
Hasta hace poco pensaba que Patagonia era otra marca para deportes de aventura y que algún día vestiría si me voy de expedición a una montaña. No tenía idea, disculpe tanta ignorancia, que usted, el fundador, se ha pasado la vida en contacto con la naturaleza corriendo olas, trepando montañas, haciendo kayak. Tal vez por ello sienta tanta gratitud por la Tierra y quiere retribuir con una empresa que, por ejemplo, permite que sus trabajadores tomen tiempo libre para surfear, dona el 10% de sus ingresos a causas del medio ambiente, lanza una campaña con la frase «No compres esa casaca» y recicla. Hay esperanza. Usted entrega un mensaje de conciencia además de las prendas.
El otro día lo vi, míster Chouinard, en una entrevista por video diciendo que no debemos incentivar el consumismo. Que a las ya conocidas erres de reciclar y reusar, había que añadirle la de rehusarnos a comprar. ¿Necesitamos tener 10 tipos de jeans, 20 pares de zapatos? Obvio, no.
Además, me gusta la forma en la que provee soluciones: tutoriales en su página web para aprender a pegar botones o un carro costurero que recorrerá Estados Unidos ofreciendo remiendos gratis y clases sencillas para aprender a hacerlos uno mismo.
Disculpe que le cuente una intimidad. El otro día me dio uno de esos ataques que nos dan a las mujeres (claramente causado por un desajuste hormonal): uno de esos episodios absurdos en los que no encontramos NADA QUE PONERNOS en un clóset repleto de cosas. Es una sensación terrible la de saberse ridícula, culpable y verdaderamente frustrada.
Tenía esta idea en la cabeza, que por algún lado leí: si hay ropa en tu clóset que no has usado hace más de 6 meses, debes sacarla de ahí. Inspirada por su ejemplo lo hice. La cantidad que quedó para donar es grosera. Se lo cuento porque su historia, la forma que tiene de ver la vida, de entender la industria de la vestimenta nos devuelve la responsabilidad de hacer lo que está en nuestras manos para convertir este mundo en un lugar mejor
Lo sigo. Lo admiro. Sería feliz de trabajar para usted.
Quizá en otra vida.