Son las 11:00 a.m. y el sol es abrasador en la Ciudad Blanca. En un espacio de la icónica plaza Yanahuara, Karissa Becerra ya está casi lista para dar su taller “La biodiversidad, mi comida y yo” en la Feria Bicentenario. La filósofa y chef se hace un moño en el cabello para estar mucho más cómoda y motiva a los asistentes a que exploren, a través de sus sentidos, insumos como el maíz, los granos andinos y el cacao. Los más pequeños creen que solo se trata de un juego, pero realmente están aprendiendo sobre la importancia de alimentos que no suelen probar. Karissa va guiando a las familias que se dieron cita desde temprano y se da el tiempo de responder todas sus dudas. Su sonrisa en todo momento es una clara muestra de que es feliz llevando este tipo de talleres gratuitos fuera de Lima con su ONG La Revolución.
“Lo que hacemos es educación alimentaria. Es una metodología donde usamos distintos alimentos para enseñar a pensar y a comer. La idea es que los niños puedan lograr una conexión con estos ingredientes”, comenta Becerra.
Ella detalla que siempre le gustó la gastronomía, pero vinculada a otras disciplinas. Por ello, sus estudios en Filosofía y cocina fueron claves para poner en marcha los programas y campañas educativas que tenía en mente.
“Me gusta cocinar, pero también pensar sobre las dimensiones de la comida. Entender que no solo se trata de preparar un plato y comer”, explica. No ha sido un trabajo fácil, pero no tiene dudas de que seguirá liderando este movimiento en busca de que más niños y adultos aprendan a comer saludablemente en el país.
-El inicio de su revolución-
Hubo dos sucesos que marcaron el camino de Karissa: su padre falleció de un cáncer de lengua en el 2008. Este trágico suceso la hizo pensar en el impacto que puede tener la elección de los alimentos correctos a la hora de comer. Luego, con el nacimiento de su hijo, el vínculo alimentación-salud seguía rondando en la cabeza de la filósofa. “Cuando ves a un niño crecer de cerca, tu vida cambia por completo. Entendí que yo soy la responsable del inicio de esa vida y de cómo su alimentación le permitirá desarrollarse correctamente”.
La peruana no quería quedarse de brazos cruzados y entendió que los problemas de alimentación en un país como el nuestro solo se podían resolver enseñando con el ejemplo. Así, creó en el 2015 La Revolución, una organización sin fines de lucro que se encarga de realizar programas y talleres para que los niños aprendan sobre la importancia de los alimentos que deciden consumir o que por desconocimiento evitan.
La chef sostiene que ha sido todo un reto aplicar estos programas, pero el sueño lo vale: espera que esto pueda replicarse en cientos de escuelas.
“El niño es la forma más potente de cambiar un mercado. Cuando entienden algo y lo aprenden es muy difícil que lo puedas modificar. Por esta razón, son los mejores agentes de transformación”, remarca Becerra.
Solo han pasado 20 minutos de esta charla y a Karissa le avisan que ya debe subir al auto que la llevará al próximo taller programado en Arequipa. Mira la hora en su celular y se pone sus lentes de sol. Antes de despedirse, deja una lección a tomar en cuenta: “La gastronomía tiene que estar alineada con la salud y el placer. No puede ser una tortura”.
Sepa más
Karissa Becerra forma parte de las actividades de la Semana Bicentenario en Tacna, evento organizado por el Proyecto Especial Bicentenario de la Presidencia del Consejo de Ministros (PCM). Del 22 al 24 de noviembre. https://bicentenariodelperu.pe/
-Fue una de las finalistas del reconocido Basque Culinary World Prize 2018, que reconoce a chefs con iniciativas transformadoras.