Los últimos desfiles de John Galliano dicen mucho de cómo ve la vida en la actualidad. Atrás quedaron sus salidas teatrales, que irrumpían la pasarela, robándole protagonismo a sus diseños. A inicios del 2015, cuando debutó al frente de Martin Margiela, lo hizo vestido con una sencilla bata blanca. Luego, en las posteriores presentaciones de sus colecciones, ni siquiera se dejó ver. Aprendió que es posible ser admirado y contener sus aires de divo. Y, sobre todo, a vivir con perfil bajo.
Pero no siempre fue así. Hay un punto de inflexión en su biografía que la escritora estadounidense Dana Thomas, autora del libro ‘Dioses y reyes: auge y caída de Alexander McQueen y John Galliano’, describe como “el día que murió la moda”. Se trata de la vez que el diseñador británico profirió insultos racistas a una pareja en un café del barrio parisino Le Marais. El hecho, ocurrido en diciembre del 2010, suscitó su despido como director creativo de Christian Dior, pero también el repudio de la opinión pública.
“Es lo peor que he dicho en mi vida, pero no quise hacerlo”, dijo Galliano en una entrevista con Vanity Fair sobre sus improperios antisemitas. Tras ese episodio, el genio de la alta costura admitió su adicción al alcohol y pasó por un proceso de rehabilitación que lo mantuvo un buen tiempo alejado de los reflectores. Fue en ese momento que sintió que había tocado fondo.
-FIGURA PROVOCADORA-
John Galliano, menos conocido como Juan Carlos Antonio Galliano Guillén, nació en Gibraltar en 1960. Creció en un hogar de clase media y profundamente católico. Sus padres tenían ascendencia española y, siendo un niño, se mudó con ellos a Londres en busca de mejores oportunidades. Ya asentado en la capital británica, estudió en St. Anthony’s School y después en la Wilson’s Grammar School, donde sufrió de bullying debido a su orientación sexual.
En 1986 egresó de la St. Martin’s School of Arts, donde se graduó con la colección ‘Les Incroyables’ (Los increíbles) que se inspiró en la Revolución Francesa. Este trabajo fue el punto de partida de su promisoria carrera. Al poco tiempo fundó su propia marca y en 1987 le otorgaron por primera vez el premio de Diseñador Británico del Año.
Se mudó a París a inicio de la década del noventa, pero las cosas no le fueron bien en un principio. Al no ser tan conocido en la llamada capital de la moda, sus ventas no resultaron lo que esperaba, por lo que se declaró en bancarrota. Cobró un nuevo impulso en 1993, gracias al apoyo de prestigiosos editores de moda (entre ellos la archipoderosa Anna Wintour) quienes lo ayudaron a presentar su colección primavera/ verano de ese año en el Paris Fashion Week. A partir ahí, nada lo detuvo.
El empresario Bernard Arnault, cabeza del conglomerado de lujo LVMH, lo designó como director creativo de la maison Givenchy en 1995. Después de un año, se tomó la decisión de redireccionar al diseñador a otra de sus casas, Christian Dior, con la que alcanzó la cúspide en la industria de la moda. Hasta antes de su despido, en 2011, Galliano producía seis colecciones de alta costura al año. Su trabajo era ovacionado por la crítica y Charlize Theron, Kate Moss y Nicole Kidman se convirtieron en sus musas.
En una de sus últimas entrevistas con Tim Blanks, editor de The Business of Fashion, Galliano afirmó que se siente más libre en su nueva etapa como director de Martin Margiela. “Mis puntos de inspiración son mucho más libres. Soy más abierto ahora, dejo las cosas un poco más abiertas”, refirió a la publicación. Hace unas semanas se anunció la renovación de su contrato con la reconocida firma de moda gracias a su “acento revolucionario”, según palabras de Renzo Ruso, presidente la marca de origen belga.
Las tendencias pasan, pero John Galliano sigue fiel a su provocadora esencia. //