Comunicación médico-paciente a través de los tiempos
La profesión médica tiene su origen en los albores de la humanidad y en ese sentido, es posible que una de las primeras preguntas que se hayan hecho los primitivos Homo sapiens -al tener conciencia de su presencia y la de otros seres humanos en el planeta- haya sido ¿cómo estas hoy día? Es posible que la pregunta haya surgido como un simple saludo y es posible también que la obligada respuesta haya sido un “bien, hoy estoy bien”.
Pero estamos seguros que algunas veces, la respuesta haya sido un “hoy no estoy bien, hoy tengo un dolor en esta parte del cuerpo” o simplemente, un “hoy no me siento bien”. En ese momento nacía para la sociedad el ser humano enfermo y por tanto la necesidad de que esa persona busque a alguien que lo alivie de su mal. En esos tiempos primitivos, la persona encargada de esa misión era el curandero, el chaman, el brujo, el iluminado, el sacerdote, que tan bien como cuidaba del fuego sagrado, estudiaba las estrellas o predecía el clima, era capaz también de interpretar los malestares del enfermo.
Es casi seguro que esas primigenias consultas estaban exclusivamente basadas en el diálogo y un somero examen del cuerpo entre el chaman y el enfermo, método que continuó de esa manera por miles de años. Gracias a ese relación de confianza, los antiguos médicos se convirtieron en semidioses, poderosos guardianes de la salud y la enfermedad de sus congéneres y constituyeron la casta mas respetada y admirada de las sociedades.
Y aunque a mediados del siglo XIX y comienzos del siglo XX aparecieron las biopsias para diagnosticar el cáncer, la identificación de las bacterias, los rayos X y los exámenes de sangre, por increíble que le parezca amable lector, la conversación y el examen del cuerpo del fueron la base fundamental de la medicina hasta bien entrados los años cincuentas. Y eso, por una razón fundamental: a pesar de diagnosticarse mejor los casos, no habían tratamientos efectivos contra las enfermedades. Los médicos solo empleaban el poder curativo de la palabra y la calidez de sus gestos para reconfortar y aliviar el sufrimiento de sus enfermos, quienes aceptaban sin chistar lo que sus doctores recomendaban. El médico era el guardián del conocimiento científico, el único que podía acceder a el y era por tanto el amigo y confidente, respetado e idolatrado. La comunicación médico-paciente atravesó su época de gloria, el paciente amaba a su doctor, el doctor conocía a su paciente y se querían y respetaban mutuamente.
El cambio
El cambio a esa respetuosa relación de dependencia entre el médico y su paciente empezó gradualmente en los años cincuenta, se fue acentuando en los sesentas y se dio definitivamente en los setentas y ochentas. El cambio tuvo su origen en el rápido desarrollo de la tecnología y la aparición de mejores y efectivos tratamientos para curar las enfermedades. Los antibióticos, las grandes cirugías, los trasplantes, las tomografías axiales computarizadas (CT scans), las resonancias magnéticas nucleares (MRI), las tomografías de emisión de positrones (PET scans) –que ahora permiten ver hasta los pensamientos- han hecho que los doctores se alejen de sus pacientes. ¡Para que conversar tanto para obtener los datos de los enfermos si con un moderno examen auxiliar podemos saber exactamente en donde esta el problema!
Consecuencia del cambio
La consecuencia de ese alejamiento ha sido nefasta, se ha producido la deshumanización de la medicina. Para el médico moderno, a su consultorio no entra Don Pedro o Doña María sino un cáncer de pulmón o una diabetes. En su obsesión por atender los aspectos médicos biológicos de la enfermedad, el médico se ha olvidado de la persona, del ser humano. Ya no habla y si habla, lo hace en el críptico lenguaje de los médicos, que solo ellos pueden entender. Eso ha originado una relación médico-paciente conflictiva y de mutua desconfianza, y que ha alcanzado su máxima expresión en la litigante sociedad norteamericana, en la que los juicios a los médicos son una de las causas del encarecimiento de los servicios.
Volver a los orígenes
Son muchas las iniciativas en el ambiente médico académico para volver a humanizar la relación entre el médico y el paciente. Muchas escuelas de medicina están entrenando a sus estudiantes en como hablar y tratar a sus pacientes como personas y no solo como entes biológicos. Este entrenamiento incluye desde cosas tan simples como presentarse a si mismo y saludar al paciente por su nombre, hacer contacto visual, inclinar el cuerpo hacia adelante y asentir con la cabeza cuando el enfermo habla, hasta cosas mas complicadas como explicar la enfermedad y los efectos secundarios de los medicamentos en términos sencillos o explicar la razón y el resultado de una operación. El entrenamiento incluye temas espinosos como la admisión de un error, el reconocer de que ya no hay nada que la ciencia pueda ofrecer o hablar sobre la muerte.
En el Perú, en donde el 48% de los pacientes se sienten maltratados en los centros de salud, ese entrenamiento es una necesidad. Recientemente, el Ministerio de Salud, en alianza con el Colegio Médico del Perú, la Academia Nacional de Medicina y el Banco Mundial ha desarrollado un curso virtual sobre mejoramiento de la relación médico-paciente que deberá ser tomado obligatoriamente por los médicos recién graduados y que se espere cambie esa ominosa percepción de los pacientes peruanos.
Sin duda que en este tema de la relación entre un médico y su paciente, se puede sin ninguna duda decir que todo tiempo pasado fue mejor.