"12 años de esclavitud": la cruda mirada a la historia
“12 años de esclavitud” cuenta la terrible historia de Solomon Northup, un afroamericano libre que vive en el estado de Nueva York. Pero un engaño lo lleva a Washington, donde será vendido como esclavo y enviado al cruel sur del país, donde vivirá el infierno que significó la esclavitud en el siglo XIX. La historia de Solomon, quien de verdad existió y escribió el terrible testimonio que vemos en pantalla, interesó al realizador inglés Steve McQueen. Y no resulta extraño.
Porque McQueen, quien también es un reconocido videoartista, es un interesado de las situaciones límite, de aquellas en la que los cuerpos son llevados a un extremo, ya sea a partir de una huelga de hambre (como en su notable ópera prima, “Hunger”) como por una adicción al sexo (en la menos lograda pero también interesante “Shame”). El inglés, de cierta manera, es un interesado por la supervivencia, por ver como sus personajes pueden soportar cargas físicas durante un lapso de tiempo que parece interminable.
Lo mejor de “12 años de esclavitud” está justamente en ver como McQueen mete todo lo que tiene que vivir Solomon (extraordinario Chiwetel Ejiofor) dentro de la normalidad, de lo cotidiano, del pulso normal del día a día. El cineasta hace convivir el horror y lo frecuente en un mismo plano, a través de una mirada despojada de sentimentalismo, que observa implacable una maquinaria del terror, en el que la violencia y el maltrato aparecen en el mismo plano que el trabajo o la camaradería.
Es muy probable que “12 años de esclavitud” gane el Óscar a Mejor Película. No sabemos si se trata de la mejor cinta del grupo. Pero lo que sí queda claro es que se trata de una película potente e intensa, que retrata una realidad sin golpes bajos.