Lo que odio y lo que admiro de Kubrick
-No me gusta “La naranja mecánica”. Es más: le tengo tirria. La considero una película que utiliza los mismos elementos que crítica: repite una tesis una y otra y otra vez con la intención de quebrar al espectador, y no de convencerlo. Claro, la primera parte, cuando la cinta juega al humor, llama la atención, pero después machaca la misma tesis sobre la sociedad, la violencia y el control sobre el individuo en cada plano y secuencia, resaltando las características de los personajes hasta el cansancio. Sí, ya sabemos que la sociedad te amolda, te suaviza, te vuelve un ser sin rebeldía de la peor manera. Eso queda claro a la media hora de película. Lo que sigue después es la repetición de lo mismo a través de estereotipos y subrayados. Efectivos, sí, pero no por eso menos tramposos. Lo que le hacen a Álex, Kubrick nos lo hace a nosotros.
Ahora bien, “La naranja mecánica” es una cinta importante: más de un chico se decidió a estudiar cine influenciado por ella. Y, justamente por eso, creo que se ha convertido en una cinta intocable, indiscutible, de esas que se mencionan casi automáticamente cuando a uno le preguntan sobre sus pelas favoritas. A “La naranja mecánica” no se la cuestiona, cuando me late que la intención de Kubrick era, justamente, que se la discuta lo más posible.
-”El resplandor” no me mueve un pelo. Sorry, pero es así. No me creó su ampulosidad calculada al milímetro para generar tensión y asustar. Justo alguien me decía que se sorprendía como el suspenso de “El bebé de Rosemary” fluye perfectamente. Lo contrario pasa con “El resplandor”: sus costuras se sienten en cada plano, su construcción es demasiado evidente. Ah, y la sobreactuación de Jack Nicholson me desespera, me saca de la propuesta. No sé qué me pasa con esta cinta. Quizá, simplemente, no es la película para mí. Pero nadie me puede decir que no lo he intentado.
-”2001: odisea del espacio” me interesa, la veo, pero no me despierta mucho. Sí, le reconozco su ambición y la capacidad de Kubrick para crear imágenes impactantes, que dicen mucho más de lo que parece a simple vista. Le reconozco la claustrofobia que genera la voz de la máquina. Pero hay algo de extremo cálculo en la propuesta que se me pone como una barrera para meterme totalmente en la cinta. Confieso que la he visto hace algunos años y en DVD. Me dicen que en pantalla grande gana mucho. Prometo que, algún día, volveré a ella.
-Me fascina “Casta de malditos”. No, fascinar es poco: es una película que me creó una adicción. Una adicción por el ‘film noir’, por las historias de personajes marginales, que usan su inteligencia para maquinar robos y otros crímenes. Y que, desde un principio, sabemos que saldrán mal, lo que nos pone de su lado. El ‘film noir’ es nada más y nada menos que la caída de una persona común y corriente que decide ir un poquito más allá del límite. Ya sea por una mujer, por una ambición, por un deseo que no puede controlar. “Casta de malditos”, como precisión milimétrica, nos pone en el centro de esa caída. A esa película le debo mi pasión por las historias oscuras del cine negro clásico de Hollywood.
-”Espartaco” me parece una maravilla. No, perdón: una recontra maravilla. Una película épica y política, que habla a todas las generaciones y en todos los tiempos. Genio Kubrick para filmar los espacios amplios, que le otorgan la dimensión épica y de liderazgo al personaje de Kirk Douglas. Pero, al mismo tiempo, filma los entretelones políticos del imperio romano con intimidad, como si algo siniestro se estuviera cocinando en cada diálogo, en cada encuentro entre los poderosos. Esas dos dimensiones conviven en el filme con una armonía pocas veces vista en el cine épico. Kubrick sabía cómo encarar cada secuencia y, lo más importante, sabía cómo empalmarlas, cambiando de ritmo y de ambiente cuando era necesario. Kubrick demuestra en el filme que es un capo. La mejor cinta épica de la historia, sin duda.
-”Lolita” es notable. Kubrick encuentra el tono perfecto para adaptar la obra de Nabokov: con humor negro, negrísimo, va contando la historia de una pasión que nunca va a llegar a nada. Una pasión desesperada, fracasada. Y la frustración la compartimos todos los que vemos al gran James Mason en pantalla. Pocas cintas divierten y frustran tanto como “Lolita”, sentimientos que uno encuentra, a veces, en un mismo plano.
-Si tengo que resumir un poco lo dicho en este post, admiro al Kubrick anterior a “Dr. Insólito”. Lo considero un gran cineasta, capaz de moverse en varios géneros y sacar de todos ellos lo mejor. Algunas películas del Stanley que viene después las siento demasiado frías, como si el cineasta fuera demasiado consciente de su propia importancia como autor. El cine de Kubrick comenzó a sentirse calculado, como si cada película tuviera que ser una especie de obra máxima de su género.
-Creo que lo mejor que le puede pasar a Kubrick es que se lo discuta y se le cuestione. Eso es lo que él, muy consciente de la polémica que lo rodeaba, hubiera querido. A 15 años de su muerte, ese es el mejor homenaje que se le puede hacer.