DAVID HIDALGO JIMÉNEZ @DavidsCreator Redacción online

¿Seguimos jugando a qué? ¿Cuánto ayuda jugar un partido como el de ayer y tener luego más de lo mismo, un rumbo incierto? La selección peruana transita por varios caminos: el de la adulta y sus pocas opciones en Eliminatorias, el del ‘equipo a futuro’ de anoche, el del buen grupo Sub 20 de Daniel Ahmed, el casi eliminado Sub 17 de Teixeira, y el desconocido Sub 15 de ‘Jota Jota’ Oré. Todas con técnicos distintos y diferentes filosofías.

Manuel Burga inició en 1992 su labor como secretario en la FPF, al lado del titular Nicolás Delfino. Después de 21 años, once de ellos como presidente de la FPF, la blanquirroja nunca ha podido unificar entre todas sus categorías un sistema de trabajo, un estilo comandado por una Unidad Técnica. Hoy, tampoco. ¿Acaso Carlos Picerni define o coordina con Markarián cómo debe jugar la selección adulta? No.

Burga no quiso entregarle a Markarián la responsabilidad de ser el jefe absoluto de selecciones. Si bien fue esa su propuesta inicial al entrenador uruguayo, el monarca de la Videna declinó por intereses personales quizás para garantizar su perpetuidad en el cargo.

Luego del Perú-México de anoche ¿Por qué tendríamos que pensar que fue un saludable punto de partida? Nada lo garantiza. Dos años y medio después de ser el entrenador de la selección absoluta, Markarián ha tenido la ‘buena voluntad’ de juntar a los jugadores jóvenes más destacados para dejarle algo Perú, la denominada “selección a futuro” hacia el 2018.

¿Por qué esa buena voluntad no apareció el 2010? Lógico, la única idea de Manuel Burga era conseguir la clasificación al Mundial Brasil 2014, mientras tanto el trabajo de menores —como siempre— podía seguir esperando como ocurrió en los once años que lleva al frente de la FPF. Las categorías menores entrenan tres veces por semana, solo enfrentan a equipos locales, y participan en cuadrangulares internacionales a un mes de cualquier sudamericano o preolímpico. Eso es todo y así nos fue: solo clasificamos a un mundial de menores en toda la historia [Mundial Sub 17 Corea 2007]. Ojo, en el Mundial Sub 17 del 2005 participamos por ser los organizadores.

¿PARTIDOS O PROYECTOS, QUÉ CONVIENE? Claro que es bueno jugar ante equipos intensos y agresivos como el México de anoche, o el Chile de Borghi —tras los amistosos de la ‘Copa del Pacífico’ 2012—, pero de nada sirve si este tipo de partidos no son parte de una planificación, de un plan integral en todas las categorías.

Este equipo, el de los Carvallo, Advíncula, Gómez, Benavente y Reyna, con suerte jugará uno o dos encuentros más a nivel internacional bajo las órdenes de Sergio Markarián, un DT que el próximo año cumple 70 años. Cabe recordar que su contrato termina en octubre y si no clasificamos al mundial, se irá. Luego vendrá otro entrenador y los hará jugar distinto. Mientras tanto, las otras selecciones de menores seguirán regresando de sus respectivos torneos sudamericanos sin clasificar a los mundiales, tal como viene ocurriendo.

Si Manuel Burga se jacta de que la FIFA cataloga a la FPF “como una federación de primer mundo”, que realmente lo sea desde lo institucional, desde el trabajo base. Y si ostenta ese galardón porque “en lo económico hemos superado largamente todo tipo de barrera”, entonces que invierta en realizar un verdadero trabajo integral en el que se establezca entre todas las selecciones, desde la absoluta hasta la Sub 13 —si finalmente se llega a concretar este proyecto— una unidad de criterios, un estilo de juego que no altere el proceso de crecimiento del futbolista peruano como ocurre ahora en cada categoría: la Sub 15, Sub 17, Sub 20, y la absoluta, todas juegan diferente entre sí.

El mejor ejemplo de un sistema organizado lo consiguió Chile con la llegada de Marcelo Bielsa a la selección absoluta, quien también se hizo cargo desde un inicio del combinado Sub 23. Por eso todas sus selecciones preservaban un estilo; tal como también se vio anoche en el México de José Manuel de la Torre desde la dinámica y la intensidad.

Por eso señor Manuel Burga, no solo se trata de gestionar más partidos internacionales, porque jugar dos amistosos en un año —ante rivales de fuste— no es sinónimo de planificación, solo es más de lo mismo.