A la vez que Jason Collins recibía el mes pasado una ola de apoyo por ser el primer jugador en activo abiertamente homosexual de la NBA y de las grandes ligas de Estados Unidos, la luchadora Fallon Fox se enfrentaba a problemas legales, insultos y bromas por admitir que es transexual, la última barrera en caer en el deporte profesional.

La estadounidense Fox, de 37 años, ganó el viernes en Miami su tercera pelea como profesional, la primera desde que se conoció que nació hombre y que se sometió a un cambio de sexo en 2006.

Es la deportista transexual más importante en el deporte profesional desde la tenista Renée Richards, a la que el US Open le impidió participar en el cuadro femenino del torneo en 1976.

Me siento como la persona que debería haber sido, asegura ahora Fox tras un anuncio público que puso bajo escrutinio público su vida actual y pasada, sirvió de altavoz a la ignorancia y la intolerancia y alimentó a los millones de chistosos que habitan en Twitter.

La comisión de boxeo de Florida, que supervisa la MMA (Mixed Martial Arts) en la que compite Fox, pospuso la pelea, prevista inicialmente para abril, para analizar si podía o no competir contra mujeres.

Finalmente, tras ver que la transición de sexo fue correcta y que los niveles de testosterona son bajos, Fox compitió y ganó el viernes. No debería ser controvertido, pero lo es porque no hay mucha gente como yo, dijo antes de la pelea Fox, asimilando poco a poco todo lo que supuso dar a conocer su historia hace tres meses.

SUPERÓ UNA DEPRESIÓN Fox se convirtió en símbolo a su pesar, pasó por una depresión y empieza a asumir su papel de precursora. El aplauso que encontró Collins hace un mes se debe entre otras cosas a la mayoritaria aceptación social que tiene la homosexualidad y que todavía no encuentran los transexuales.

La luchadora que castiga rivales con puñetazos y patadas dentro de una jaula también pelea fuera de ella desde hace tiempo. Procede de una familia religiosa que le animó a ir a terapia cuando hace diez años le dijo a sus padres que se sentía mujer. Mientras se llamaba Boyd Barton e iba asimilando lo que le pasaba, estuvo en la Marina de los Estados Unidos, se casó y tuvo una hija.

Luego llegó el proceso de transición hormonal y quirúrgico en Tailandia y de vuelta a su país empezó una nueva vida ya como mujer. En 2008 encontró refugio en el gimnasio y en la jaula poniéndose unas protecciones que en realidad llevaba usando toda la vida y que aún necesita.

GOLPES BAJOS E INSULTOS Porque Fox sigue peleando. La aplastaría. Bueno, quiero decir que lo aplastaría. La aplastaría No sé, estoy confundido, dijo el icono de la lucha/teatro Hulk Hogan, convertido ahora en personaje televisivo.

Si en un momento de tu vida tuviste pene, también tienes la estructura ósea que eso conlleva. Tienes manos más grandes, hombros más anchos. Eres un maldito hombre, dijo Joe Rogan, comentarista de Ultimate Fighting Championship (UFC).

El también luchador Matt Mitrione llamó a Fox bicho raro mentiroso, enfermo y repugnante, palabras por las que fue suspendido y por las que más tarde pidió disculpas.

Lo que Hogan, Rogan, Mitrione y muchos otros no quieren ver es que según las normas del Comité Olímpico Internacional (COI) y de la Asociación de Comisiones de Boxeo, Fox puede competir al haberse sometido a una operación de reasignación de sexo y a un tratamiento hormonal durante más de dos años (lleva ya una década), únicas condiciones necesarias. Los médicos afirman que su perfil biológico es el de una mujer.

Mi masa muscular se ha reducido, al igual que mi fuerza y mi resistencia. Incluso mis niveles de testosterona son más bajos que los tuyos, dice Fox a una reportera.