“Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo”. lanzó el adelanto de la serie “Cien años de soledad” con esa frase, las primeras palabras de la primera página de la novela de 1967 que convirtió a en uno de los rostros del llamado “Boom” de la literatura latinoamericana, al que también pertenecieron Mario Vargas Llosa (Perú), Julio Cortázar (Argentina) y Carlos Fuentes (México).

Considerada inadaptable por décadas, la serie reveló su teaser tráiler en marco del décimo aniversario de la muerte del ganador del Premio Nobel de Literatura. La serie llegará este año por la plataforma de streaming en un total de 16 episodios, cifra inusual para el gigante de streaming, cuyas temporadas no suelen superar las 10 entregas.

¿Qué puede entreverse del primer tráiler? Que se respetará la ambientación, con la ciénaga colombiana como el escenario que otorgó a la novela un tono cargado de abandono y perversión. Están en la ficción Jose Arcadio Buendía (Marco González), fundador de Macondo, así como su esposa Úrsula Iguaran (Susana Morales), que tendrá una larga vida. Tienen tres hijos, de los cuales solo aparece en el adelanto el antes mencionado coronel Aureliano (Claudio Cataño), quien luce un bigote espeso que parece inspirarse en la imagen arquetípica del revolucionario latino (como el mexicano Pancho Villa).

Pero también hay otro momento insertado entre los personajes: una casa en ruinas por el abandono, donde destacan unos dibujos y escritos en sánscrito, con una serpiente que se come su cola y un árbol geneaológico que, en su última entrada, tiene un bebé con cola de chancho. Y allí está el sino de los Buendía, vivir una soledad de un siglo, huir de su destino, lo cual no impedirá que eventualmente desaparezcan cuando Aureliano Babilonia, sobrino tataranieto del coronel, se case con Amaranta Úrsula, su propia tía, con la cual tiene un hijo, el bebé final.

Precisamente, puede que el sabio Babilionia sea la figura que aparece en el tráiler leyendo los escritos que permanecieron indescifrables durante generaciones y que fueron obra del gitano Melquíades, quien alimentó las insensateces de José Arcadio, quien murió atado a un árbol. Un final inusual que será otra de las marcas de esta familia, llena de ejecuciones sistemáticas e incluso una ascensión a los cielos. Habrá que ver el resultado, que se unirá a otras adaptaciones de la obra del escritor, como “El coronel no tiene quien le escriba” (1999), con Salma Hayek, y “El amor en los tiempos del cólera” (2007), con Javier Bardem.

Gabriel García Márquez en Lima, durante su visita a la Universidad Nacional de Ingeniería en 1967.
Gabriel García Márquez en Lima, durante su visita a la Universidad Nacional de Ingeniería en 1967.
/ EL COMERCIO
Macondo: Un territorio mágico y americano
Por José Miguel Oviedo

Qué no se ha dicho de “Cien años de soledad”, novela que otorgó nueva vida al realismo mágico, donde ya habían destacado en años previos Elena Garro con “Recuerdos del porvenir” y Juan Rulfo con “Pedro Páramo”. A propósito de la serie, compartimos fragmentos de un texto que el escritor peruano José Miguel Oviedo publicó en El Comercio en 1967, el mismo año de la publicación de la novela.


Pocas novelas han sido esperadas con más interés, con más atención previa, que Cien años de soledad, del colombiano Gabriel García Márquez. La revista “Mundo Nuevo’' publicó dos capítulos de ella, el último apenas dos meses antes de la aparición del libro en mayo de este año; en esa misma revista, el novelista Carlos Fuentes tras la lectura de las primeras 75 páginas de la novela, decía que García Márquez había acabado magistralmente con el venerable tropicalismo americano: “Está instalado en los viejos reinos vegetales de Gallegos y Rivera, sólo para liberarlos de ese peso muerto y reintegrarlos a la imaginación con un humor, una belleza, una auténtica compasión que jamás pudieron tener Arturo Cova o el Sute Cúpira o Santos Luzardo”; en las páginas de “Amaru” apareció otro capítulo distinto- y en “Eco”, de Bogotá, un cuarto. Todo esto ocurría mientras la editorial “Sudamericana” preparaba la edición de 10,000 ejemplares. calculados para cubrir holgadamente el mercado continental Un mes después se agotó y hubo que lanzar otra, también de 10,000 volúmenes Simultáneamente, la critica cubría de elogios al autor y se declaraba pasmada ante las proporciones fabulosas de la novela. La historia de Cien años de soledad apenas comienza, pero ya es una dorada historia de éxito.


[…]


Las complicaciones genealógicas pueden sugerir que esta novela es impenetrable. En el fondo, importan poco: esas confusiones son quizá parte del encanto de la novela que, por su técnica, es bastante más sencilla y transparente que muchas novelas que se escriben hoy. El relato es virtualmente lineal; apenas hay una moderada retrospección en las primeras 100 páginas cuyo eje es el momento en que, años después, el coronel Aureliano enfrenta el pelotón de fusilamiento, escena que deliberadamente despista al lector porque el coronel no muere en esa ocasión. […] No hay desperdicio en la novela porque todo está puesto bajo una altísima presión atmosférica, todo es gigantesco y tremendo: los hombres son patriarcas colosales, afanados por consumar posesiones violentas y engendrar hasta la desmesura; las guerras son una costumbre que heredan las familia: los presagios y las adivinaciones se Ieen casi como periódicos; las palabras no sirven para comunicarse, sino para intercambiar sarcasmos y aniquilarse verbalmente, a falta de armas. […] “Cien años de soledad es una de las más pasmosas y memorables novelas o cifra que, desde América Latina, se hayan escrito sobre la eterna tragedia humana, esa lucha que el Angel libra con el Demonio.