Estrategias para madurar la política educativa

Daniel Alfaro

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Los retos de la educación este 2023

Erika Dunkelberg

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“El sector educación no puede reproducir las mismas brechas de la sociedad”.

Frente a la crisis de aprendizajes que nos dejó la pandemia, debemos desarrollar mayor madurez política para afrontar la necesaria modernización de la , aquella que asegure colocar a los en el centro de la política educativa.

Lo primero será mejorar la calidad de nuestras regulaciones. Lo sucedido con la reforma universitaria es un síntoma de que las decisiones con intereses políticos se están imponiendo sobre la rigurosidad técnica. Este mal podría propagarse a otras reformas como la magisterial.

Para repelerlo, la calidad regulatoria exige tomar decisiones con evidencia. Por ejemplo, los aprendizajes en los ámbitos urbanos son significativamente mayores que en los rurales, en los que los estudiantes con lenguas originarias tienen resultados aún más bajos. Esta desigualdad refleja una fractura social histórica en nuestro país.

Si la educación promete un futuro con igualdad de oportunidades para todos, entonces en la actualidad el sector educación no puede reproducir las mismas brechas de la sociedad. En el ámbito rural, por ejemplo, se deben ofrecer mayores incentivos para que los mejores docentes enseñen donde los aprendizajes son más bajos. Así, reasignar parte del aumento generalizado de los salarios docentes a estos incentivos específicos tendría un mayor impacto sobre los aprendizajes.

Esto está relacionado con la segunda estrategia: elevar la productividad de los recursos. Otra prioridad, antes que el incremento salarial, debería ser la contratación de más horas a los docentes que asegure mayor apoyo a los estudiantes, reuniones con sus familias y, sobre todo, tiempo para capacitarse frente a los nuevos retos que nos dejó la pandemia, como la atención socioemocional.

Bajo esta estrategia, urge un cierre acelerado de la brecha de infraestructura educativa. Nos tomaría más de tres décadas cerrarla al actual ritmo de inversiones. Por ello, se deben priorizar invertir en colegios con riesgo, mejorar las capacidades de los ejecutores y aumentar la inversión pública.

Imagine un terremoto en horario escolar. Esa pesadilla debe motivar la suficiente madurez para reforzar la cartera de inversiones priorizadas bajo los lineamientos del y así llevar el dinero donde sea más urgente, mientras que los gobernadores y alcaldes deben reemplazar la fijación de inaugurar colegios por la construcción de equipos de trabajo que los construyan con efectividad y transparencia. Si las inversiones crecen bajo estas condiciones, el cierre de la brecha se podría dar en 20 años o menos.

La tercera estrategia busca un gobierno abierto que fortalezca su relación con el estudiante a lo largo de su vida. Ello va desde enseñarles a abrazar las bondades de las inteligencias artificiales (IA) ahora para abrirles más puertas en el futuro hasta la atención de medidas específicas para su desarrollo.

Por ejemplo, atender oportunamente las denuncias de violencia en el SíseVe, difundir el Identicole para encontrar la mejor educación pública o privada al alcance de cada familia, ampliar la educación técnica para emplear a más jóvenes, entre otras medidas, son acciones que no están recibiendo luz para crecer, sino la sombra de la inmadurez política.