Estados Unidos independiente, por Ian Bremmer
Estados Unidos independiente, por Ian Bremmer
Ian Bremmer

La independencia es el valor nuclear estadounidense. George Washington advirtió a futuros líderes de EE.UU. que eviten enredos internacionales. Los presidentes Wilson y Roosevelt evitaron las guerras mundiales por el mayor tiempo posible, y presidentes posteriores han jurado responder a agresiones extranjeras “en el momento y lugar que ellos decidan”. El presidente electo Donald Trump ha declarado ahora una nueva forma de independencia estadounidense, una que probablemente transforme la política internacional de Estados Unidos. Cada enero, en Eurasia Group publicamos nuestra lista de mayores riesgos políticos para el año. En el 2017, hay muchas razones por las que “Estados Unidos independiente” es nuestro riesgo #1.

Trump hizo campaña prometiendo “hacer a Estados Unidos grande de nuevo” pero también prometió construir un enfoque “Estados Unidos primero” para el mundo. Eso significa un rechazo firme a la idea –central en la política internacional estadounidense desde 1945– de que Estados Unidos es el líder indispensable de los asuntos mundiales. Esto llegará como buenas noticias para muchos que no confían en Washington, pero la visión de Trump también implica un enfoque puramente transaccional para sus relaciones, incluso con sus típicos aliados. Trump insiste en que la única superpotencia del planeta gastará sus recursos en perseguir intereses estadounidenses –sin preocuparse por las consecuencias para el resto–. 

Esto no es aislacionismo. Se trata de un unilateralismo extremo basado en el convencimiento por parte de Trump de que otros gobiernos están invocando a vínculos tradicionales y valores comunes para sacar ventaja de los estadounidenses. Lamentablemente para Trump –y para todos los demás–, tendrá que aprender de sus errores mientras los comete.

La nación más poderosa del mundo está por convertirse en un lugar mucho más impredecible. En Europa, el apoyo condicionado de Trump a la OTAN, su inclinación hacia la Rusia de Putin, su afinidad política con populistas anti-Unión Europea dejarán la alianza trasatlántica más débil que en ningún otro momento desde la década de 1930. En el Medio Oriente, la revolución energética estadounidense ha reducido consistentemente el interés de EE.UU. en las rivalidades de la región. El escepticismo de Trump a instituciones internacionales como las Naciones Unidas o el Banco Mundial debilitará el trabajo que realizan para manejar conflictos, dar viviendas, alimentar y proteger a refugiados, e invertir en países en desarrollo.

Más preocupante es el creciente riesgo de un conflicto entre Estados Unidos y China. El presidente Xi Jinping utilizará la declaración de independencia estadounidense de Trump para asegurar sus intereses en materia de seguridad por Asia y sus intereses económicos en todas partes. En discursos recientes, Xi se ha comprometido a que China, y no el escéptico con el comercio internacional Estados Unidos, sea el país que lidere los avances en globalización. Su próxima presentación en la reunión anual del Foro Económico Mundial en Davos este mes, la primera en la historia para un presidente chino, y su apoyo sin precedentes al  próximo secretario general de las Naciones Unidas resaltan este mensaje. China dejó de ser un “adolescente en desarrollo” que no está listo para liderar. 

Trump lo notará. Él verá que los aliados tradicionales en el sudeste asiático están virando su lealtad hacia Beijing. Notará que China está volviéndose más asertivo en reuniones internacionales. Reconocerá que el presidente Xi, quien se está preparando para una transición política crucial este año, está conteniendo fuertemente las críticas de Trump a las acciones chinas en el mar del Sur de China o sus políticas de comercio exterior y de moneda. Si Trump calienta las relaciones con Taiwán para presionar a Beijing, si Xi siente que activistas por la democracia en Hong Kong están avergonzando a su gobierno, si la relación china con el aliado estadounidense Japón empeora, o si una emergencia situada en Corea del Norte coloca a Washington y a Beijing en propósitos opuestos, las relaciones Estados Unidos-China serán dolorosamente puestas a prueba.

Bajo los mandatos de Bush y Obama, Beijing y Washington mejoraron notablemente sus comunicaciones. Pero en un año en que los presidentes de EE.UU. y China tienen algo que demostrar, ese progreso se verá más amenazado que nunca.

-Glosado.

Traducido del inglés por El Comercio.