Este mes la ciudad de Nueva York, por primera vez en dos dcadas, fue escenario de una cumbre histrica con el objetivo de replantear la estrategia mundial antidrogas: la Sesin Especial de la Asamblea General de las Naciones Unidas (Ungass, por sus siglas en ingls), que reuni a los presidentes de diversos pases embarcados en esta materia, incluido el Per.

La cumbre se llev a cabo a exigencia de Mxico, Colombia y Guatemala. Tres pases que suponen que no se lograr la meta trazada hace 40 aos por la Comisin de Estupefacientes de las Naciones Unidas: erradicar la produccin y trfico de drogas en todo el mundo de cara al 2019.

Adems, la gran mayora de pases latinoamericanos y la Unin Europea (UE) demandaron, aunque con diversos matices, cambios para dejar de lado las medidas ms represivas. Mientras que Irn, Singapur y China junto a la mayora de naciones asiticas continuaron incidiendo en ms de lo mismo: la mano dura.

Pese a que la comisin consider prioritario transitar hacia la regulacin y centrarse ms en polticas de salud pblica y prevencin, el documento final fue calificado como decepcionante por algunos expertos internacionales. Es ms, lo nico que se consigui fue facilitar el acceso y uso de sustancias bajo fiscalizacin para fines mdicos y cientficos, pero no se puso freno explcito a la poltica represiva.

No hay que ignorar que, segn cifras de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, casi 200.000 personas mueren por el consumo de estupefacientes cada ao y que el narcotrfico crea inestabilidad en regiones enteras, como Amrica Central. Como seal el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, la guerra contra las drogas lleva ms de 40 aos y hasta ahora no la hemos ganado.

En este escenario, creo que el Per, por su arraigada experiencia en la lucha contra las drogas, debera promover nuevos espacios de debate sobre los retos que sobrevendrn a este problema.

Las drogas sintticas, por ejemplo, sern los prximos desafos que afrontar la humanidad. Si bien por el momento este narctico atormenta ms a Estados Unidos y Brasil por ser los dos pases consumidores ms grandes del mundo, pases como el nuestro no se salvan.

Igualmente, debemos incidir en la importancia de promover otros tipos de desarrollo. Tal es el caso de los cultivos alternativos, que permiten apostar por plantaciones legales y estables para dejar atrs la economa proveniente de las drogas (y que en los ltimos aos han logrado resultados tangibles). Hoy, en el mbito mundial, solo el Per y Tailandia hacen buen uso de este valor agregado.

En el caso peruano, las plantaciones de cacao y caf para reemplazar a la hoja de coca se adaptan con buenos resultados en San Martn, en el valle del Monzn (Hunuco), en la selva de Oxapampa (Pasco) y, sobre todo, en la cautivadora cuenca del ro Ene, en el valle del ro Apurmac, Ene y Mantaro (Vraem). Aunque en esta ltima locacin suceda por propia iniciativa de los productores y sin mayor apoyo del gobierno.

La otra cara de la moneda es la cuenca del Apurmac o el valle del ro Apurmac, considerada la cuenca cocalera ms grande del mundo (con una produccin cercana a las 19 mil hectreas). En este lugar se emplean desacertados mtodos de intervencin, como la reconversin productiva, que en dos aos no ha logrado reducir ni media hectrea de coca. Adems, es dirigido por el Ministerio de Agricultura y no por el ente rector en materia de lucha contra las drogas en nuestro pas (Devida).

En la lucha contra el narcotrfico es imposible exigir una solucin mgica, porque no existe. Lo que s podemos es fomentar debates para buscar nuevas alternativas, y eso es lo que habra que exigir a Pedro Pablo Kuczynski y Keiko Fujimori. Algo ms: venciendo al narcotrfico, s es posible reducir los niveles de violencia que afectan a un gran sector del pas.