Frederick Cooper Llosa

Estamos afrontando una elección municipal en Lima y en las provincias y distritos del Perú obligados a reiterar una persistente experiencia electoral que no solo ha depredado nuestra ancestralmente modesta calidad de vida, sino que además ha impuesto unas condiciones insufribles para nuestra supervivencia .

No hace falta reiterar la precariedad de las propuestas que han propalado la totalidad de los , redundantes en su repetición de lugares comunes que se esgrimen cíclicamente en estas confrontaciones. Esta vez, los postulantes han superado las décadas de ignorancia e improvisación que los precedían, ahora en agravio de poblaciones severamente afectadas por las consecuencias de una falta de inteligencia proyectual y una descarada demagogia populista.

Porque no es necesario ser muy ducho para darse cuenta de que todo lo que los aspirantes al poder municipal ofrecen en materia de estrategias contra la delincuencia, mejoramiento del transporte urbano masivo, superación de las deficiencias de los servicios básicos, la persistente agudización de una agraviante fealdad y la esclerótica dispersión de su integridad social constituyen, entre muchos otros, gravísimos defectos que debemos soportar.

Anteriormente he hecho notar lo absurdo de la persistencia de candidatos políticos que, haciendo gala de su ignorancia y de lo poco que les importa afrontar seriamente los problemas urbanos –salvo para tentar un poder municipal que acarrea muchas gollerías, sobre todo entre los profesionales de la política que aspiran al poder para aprovecharlo, no para contribuir seriamente a mejorar las condiciones de vida de la ciudadanía–, ofrecen realizar obras faraónicas y emprender proyectos costosísimos, fuera de toda apreciación urbana integral y responsable.

Reitero, ¿alguien puede creer que es posible dominar a la delincuencia únicamente incrementando los servicios policiales y, con gran riesgo, exponiendo a los militares? ¿No es demente suponer que se puede sembrar de policías, a pie o motorizados, a lo largo y ancho de una expansión urbana topográficamente sumamente irregular y urbanísticamente saturada?

Destaco este aspecto de nuestra disolución social solo porque ha devenido el tema más recurrente de los absurdos planes de los candidatos a nuestras alcaldías. Más adelante espero poder extenderme para demostrar cuán irresponsables son todas las propuestas respecto de las múltiples manifestaciones de nuestro deterioro, y cómo es que ello forma parte de una descomposición integral de nuestra urbe.

Como tantos otros conciudadanos, me siento inerme frente a la torpeza, el cinismo y el ostensible oportunismo que muestra la gran mayoría de los candidatos. Creo, por eso, que la abstención electoral es la única opción decente y coherente frente a tan descarados desparpajos.