Leopoldo López.
Leopoldo López.

El nombre de Leopoldo Lpez difcilmente es extrao para alguien que viva en esta parte del mundo. Se trata de uno de los principales lderes de la oposicin venezolana, quien fue apresado hace unos meses (inicialmente bajo cargos de terrorismo) por el rgimen chavista en un intento de detener el movimiento que l encabeza y de atemorizar a sus opositores. Comentando la detencin de este poltico venezolano, Jos Miguel Vivanco, director para las Amricas de la organizacin para la defensa de los derechos humanos Human Rights Watch, seal que el Gobierno Venezolano ha abrazado abiertamente las tcticas clsicas de un rgimen autoritario, encarcelando a sus opositores, ponindole un bozal a los medios e intimidando a la sociedad civil. Por su parte, Guadalupe Marengo, directora adjunta del Programa sobre las Amricas de Amnista Internacional, ha sido enftica al sealar que los cargos parecen haber sido motivados debido a su liderazgo en las recientes protestas contra el gobierno. Hasta el momento, Amnista Internacional no ha visto evidencia que demuestre estos cargos. Esta es una afrenta a la justicia y al derecho a la libertad de reunin.

Lo cierto es que el encarcelamiento de Leopoldo Lpez es solo una de las muestras ms visibles de cmo Venezuela cada da est ms cerca de convertirse en Cuba. El gobierno, por lo pronto, se ha encargado de manera muy efectiva de acercarse a lograr que la libertad de expresin exista solamente en el recuerdo de sus ciudadanos. Ya no existen canales de televisin independientes de seal abierta. El gobierno puede introducir la programacin que desee en las transmisiones de las compaas de cable. A los diarios opositores se les restringe la compra de papel para que no puedan ser impresos. Se lleg a botar a los periodistas de CNN del pas. A los medios o periodistas incmodos se les persigue judicialmente. El Estado bloque parcialmente el uso de Twitter para que los ciudadanos no pudiesen dar cuenta de los actos de violencia perpetrados por el chavismo para reprimir a los manifestantes. Y, todo esto, en medio de una situacin en la que grupos paramilitares organizados por el oficialismo atacan a la poblacin que ose salir a la calle a protestar por la represin, las restricciones a los derechos civiles o la terrible crisis econmica en la que el gobierno ha sumido al pas.

Pese a todo esto, el secretario general de la Organizacin de Estados Americanos (OEA), Jos Miguel Insulza, sigue actuando no como lo exige su encumbrada posicin, sino como se esperara de un fiel miembro del partido chavista. En marzo, declar tajantemente que la OEA no poda aplicar la carta democrtica (un pacto por el que los pases miembros se comprometieron a tomar acciones conjuntas contra cualquier gobierno que viole el Estado de derecho o la Constitucin) porque consideraba que en Venezuela no se haba roto el orden democrtico. Y, hace unos cuantos das, el seor Insulza volvi a hacer gala de su extraordinario talento para taparse los ojos. Refirindose al abusivo encarcelamiento que enfrenta Leopoldo Lpez, seal que el papel de la OEA en materia judicial, de defensa de los derechos humanos, viene despus que se han agotado los recursos internos, por lo que la OEA no puede intervenir. En otras palabras, que no importa si el chavismo mantiene a Lpez o a cualquier otro ciudadano venezolano en prisin y enredado en su parcializado y abusivo sistema judicial por un siglo, la OEA no se comprar este pleito.

Por supuesto, no es que espersemos que el seor Insulza decidiera cumplir las funciones que justifican la existencia de su cargo, pues la mayora de los mismos pases miembros de la OEA ha preferido lavarse las manos con el tema de Venezuela. Recordemos que cuando se trat el asunto en el Consejo Permanente se decidi que la sesin se realizara a puertas cerradas, en un intento intil de evitar que el mundo se enterara de la cantidad de pases de este continente que preferan ponerse del lado del chavismo (en muchos casos por intereses puramente comerciales).

As las cosas, la situacin de Venezuela por lo menos ha servido para algo til: darnos cuenta de que la OEA se ha convertido en el perfecto cmplice de los autoritarismos de la regin.