El presidente Pedro Castillo y el ministro del Interior, Avelino Guillén, participan en la ceremonia de graduación de 244 cadetes de la Escuela de Oficiales de la PNP, el pasado 21 de diciembre. (Foto: César Campos/@photo.gec).
El presidente Pedro Castillo y el ministro del Interior, Avelino Guillén, participan en la ceremonia de graduación de 244 cadetes de la Escuela de Oficiales de la PNP, el pasado 21 de diciembre. (Foto: César Campos/@photo.gec).
/ Cesar Campos
Editorial El Comercio

El sábado pasado, mientras comentábamos la crisis desatada en el nivel más alto del sector Interior, explicábamos que “el llamado a solucionar este enredo” no era otro que el presidente , que debía decidir si respaldaba al comandante general de la Policía Nacional del Perú (PNP), Javier Gallardo, o si, más bien, le daba un espaldarazo al ministro del Interior, . Pues bien, ha pasado casi una semana y todavía el mandatario no ha tomado una postura al respecto. Sencillamente, parece haberse puesto de perfil.

El tema, sin embargo, es de una gravedad sin atenuantes. Como comentamos anteriormente, tres semanas después del inicio del nuevo año, todavía no se ha publicado la resolución con las instrucciones sobre el destino que tendrán los generales de la PNP en este 2022, incluyendo a los 25 generales que ascendieron en noviembre pasado. Esta inmovilidad ha terminado, por un efecto cascada, de afectar también a los mandos medios y al personal policial en su conjunto, que no saben a dónde serán designados ni quiénes serán sus jefes en los próximos meses. Todo esto, por supuesto, solo beneficia a la delincuencia, en un semestre en el que el sector Interior ha visto desfilar a tres ministros en medio de la polémica y la inoperancia.

Según , la lista final con las designaciones ya ha sido enviada por el jefe de la PNP, el general Gallardo, al presidente Castillo, con el que, además, mantiene una relación bastante cercana, expresada en el hecho de que, desde setiembre, cuando fue nombrado por el mandatario, ha acudido a visitarlo al menos 15 veces en Palacio de Gobierno. Guillén, por su parte, se habría mostrado en contra de dicha nómina y, más bien, le habría sugerido al mandatario que pasara al general Gallardo al retiro. Además, siempre según fuentes de este Diario, el ministro estaría evaluando si Castillo no toma una decisión hasta el final de la semana. La línea roja del ministro, al parecer, ya ha sido trazada.

La lista presentada por Gallardo, por otro lado, no está exenta de controversias. Como ha denunciado nuestro colega , entre otros cambios, el comandante general de la PNP ha propuesto como jefe de la Región Lima al general Juan Olivera García, vinculado a la red criminal de Rodolfo Orellana en el 2014, y como directores de Inteligencia y Anticorrupción a los generales Manuel Rivera López y Nicasio Zapata Suclupe, respectivamente. Estos últimos, visitantes del exsecretario de la presidencia , que actualmente se encuentra investigado por una presunta trama de corrupción, durante el proceso de ascensos del año pasado.

Ayer, además, Gallardo y Guillén se enfrascaron en un intercambio de palabras en diferido. En la mañana, requerido por la prensa, el general sostuvo que “los cambios o asignación de cargos de los señores generales y, en realidad, de toda la oficialidad de la Policía Nacional y del personal de suboficiales es una facultad exclusiva del comandante general de la PNP”. Y aseguró que él no creía que Guillén, “por el cumplimiento de una función que me corresponde de acuerdo a ley, ”.

El ministro, por su parte, respondió en la tarde, durante su presentación ante la Comisión de Defensa del Congreso, y explicó que él “no puede ser una mesa de partes de un jefe policial, porque la asignación de cargos no ha sido planteada por el alto mando de la policía, sino por una persona”. “Acá lo que se tiene que defender es la institucionalidad”, agregó. Las diferencias entre ambos son, pues, inocultables, y las posturas de cada uno, irreconciliables.

El único que ha decidido no tomar partido hasta ahora, como mencionamos atrás, es el presidente Castillo. Y esta indecisión ya viene generando consecuencias nada desdeñables, entre ellas, la afectación al trabajo policial, la incomodidad de su ministro y un pedido de 25 legisladores en el Congreso a fin de que, entre otras cosas, dé cuenta de su relación con el general Gallardo. Mientras tanto, no se oye al presidente.