Control de fusiones
Control de fusiones
Enzo Defilippi

Cada cierto tiempo, usualmente luego de la adquisición de una empresa conocida, el tema del regresa al debate público. La diferencia es que esta vez el Ejecutivo ya se compró la idea (envió su propio proyecto de ley al Congreso la semana pasada), por lo que su aprobación parece inminente. Por ello, explicaré algunos factores que deberíamos tener en cuenta para evitar que se convierta en un lastre para la economía.

Los proponentes del control de fusiones justifican su existencia por el temor de que la concentración de la oferta en pocas vaya a generar precios excesivos y desincentive la innovación. Pero, de acuerdo con la teoría económica, esto solo se puede producir en mercados en los que existen altas barreras a la entrada (bancos, AFP, sectores regulados como infraestructura de transporte, telecomunicaciones, energía y saneamiento y, probablemente, algún otro). Pero en aquellos en los que las barreras a la entrada son bajas, un aumento de precios atrae competidores que los vuelven a reducir. Por eso la cerveza no es particularmente cara en el Perú, a pesar de que se produce en un mercado muy concentrado, y el dominio de Latam en el mercado doméstico no ha impedido la reducción de las tarifas aéreas. Tampoco hay evidencia de que estemos pagando de más luego de la compra de Mifarma por Inkafarma o la fusión parcial de El Comercio con Epensa, por mencionar algunas operaciones conocidas. De hecho, no encuentro ejemplos de perjuicios que se habrían podido evitar con una ley como la que se quiere aprobar.

Asimismo, como he señalado antes, la evidencia empírica indica que la metodología usada en el análisis de fusiones es muy proclive al error. En efecto, John Kwoka, un respetado académico y ardoroso defensor de este mecanismo, encontró, luego de analizar 40 operaciones escrutadas y aprobadas por las autoridades estadounidenses, que en el 75% de los casos los mercados se comportaron de manera muy diferente a la proyectada (los precios subieron cuando no se esperaba que lo hagan y subieron más cuando la intervención estatal fue más intrusiva). Si tirando una moneda al aire fallamos el 50% de las veces, ¿qué podemos decir de la efectividad de una metodología que falla el 75%?

Considerando la evidencia, queda claro que, si vamos a implementar un control de fusiones, Indecopi solo debería poder objetar operaciones en mercados en los que existen altas barreras a la entrada. Únicamente en estos casos valdría la pena correr el riesgo de aplicar una metodología tan propensa al error.

Por otro lado, es usual que los gobiernos utilicen este control para intervenir políticamente en los mercados (solo en los últimos meses hemos visto a los gobiernos de Estados Unidos, Alemania y Francia tratando de influir en las fusiones de AT&T con Time Warner y Alstom con Siemens). Por ello, esta ley solo debería aprobarse si también se mejora la institucionalidad del Indecopi. Pero sobre este tema ni esta entidad ni el resto del Ejecutivo han hecho propuesta alguna. Y no es por falta de ideas. Allí están las recomendaciones de la OCDE.

La experiencia demuestra que la imposición de controles antojadizos e innecesarios genera mayores precios y desincentiva la innovación. Eso es, paradójicamente, lo que esta ley quiere evitar.