El realizador estadounidense James Cameron incorporó hoy en Brasil a la personalidad de Jake Sully, el protagonista de su película más taquillera, Avatar, para unir su voz a los habitantes de la foresta que luchan contra la construcción de una gigantesca hidroeléctrica en la Amazonía.

Acompañado por dos de los astros de su exitosa película, Sigourney Weaver y Joel David Moore, Cameron habló hoy en Brasilia ante cientos de manifestantes que exigían del gobierno de Luiz Inacio Lula da Silva el fin del proyecto de 11.000 millones de dólares que, según sus detractores, causará gigantescos daños ambientales y sociales y no beneficiará a los habitantes de la región.

Luciendo sobre la cabeza una gorra con la sigla del Movimiento de los Afectados por Presas (MAB) de Brasil, Cameron usó el micrófono para afirmar que, tras escuchar a varios brasileños que se oponen a la obra, decidió sumarse al movimiento: También quiero apoyar. No puedo resistirme a eso. Creo en alternativas para ese tipo de empresa, expresó.

CAMERON SE ENFRENTA A LULA Desde que se enteró de la polémica en torno a Belo Monte durante una visita a Brasil, en marzo pasado, Cameron decidió usar su prestigio para intentar evitar que Lula lleve adelante el proyecto, que se concretará a partir del 20 de abril próximo, la fecha prevista para el anuncio de las empresas encargadas de su construcción.

El cineasta escribió incluso una carta al presidente brasileño Luiz Inacio Lula da Silva, en la que hace una comparación entre la construcción de la planta en la Amazonia y la amenaza de destrucción de Pandora de los Navi en Avatar.

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Como sabrá usted, Avatar es una obra sobre la destrucción del mundo natural por la expansión de los intereses industriales, y su consiguiente impacto sobre las poblaciones autóctonas, afirma la carta.

Siento que tengo un deber y una responsabilidad para dar mi apoyo a los pueblos originarios cuya situación difícil simboliza mi obra, agrega Cameron.

El hecho de ser el autor de la obra más taquillera de la historia del cine mundial no es, sin embargo, el único argumento que esgrime Cameron para justificar su participación en la resistencia contra la construcción de Belo Monte, tal como el ex marine Jake Sully comanda a los Navi en la batalla para defender a Pandora.

SUS ARGUMENTOS El cineasta se manifiesta convencido de que los brasileños, cuyos impuestos pagarán por la construcción de Belo Monte, no conocen los problemas que serán generados por el proyecto, y piensan que la planta se destina a beneficiarlos.

El realizador recuerda que la hidroeléctrica inundará más de 500 kilómetros cuadrados de tierras y desviará el curso del río Xingú: Sólo eso dejará a las comunidades autóctonas y tradicionales que viven en un tramo de 100 kilómetros de la región de Vuelta Grande sin agua, pescado o forma de desplazarse por el río.

La reducción del nivel de agua destruirá la producción agrícola de la región, así como a la calidad del agua. Con toda la probabilidad, las forestas tropicales en esa región no sobrevivirán Las comunidades que viven río arriba, incluso los indios Kayapó, sufrirán la pérdida de especies de peces migratorios que constituyen una parte crucial de su dieta, afirmó.

Además, apunta que unas estimadas 20.000 personas serán obligadas a abandonar sus casas, incluso habitantes de la ciudad de Altamira (en el estado amazónico de Pará), que será parcialmente inundada.

HIDROELÉCRICA SOLO BENEFICIARÁ A INDUSTRIAS Cameron, quien en marzo se entrevistó con líderes comunitarios y con el obispo de Altamira, Erwin Kreutler, argumentó además que la planta hidroeléctrica sólo favorecerá a las industrias de alúmina que actúan en la región.

La planta de Belo Monte está siendo financiada y subsidiada por los contribuyentes brasileños, y pese a ello sólo una pequeña parte de su energía será destinada al pueblo. La mayor parte será consumida por las plantas de alúmina de los alrededores, que emplean a muy pocas personas en relación a los megavattios de energía que consumen.

Para la población local, causará desplazamientos, inundaciones, un aumento de enfermedades causadas por agua estancada y un flujo de 100.000 trabajadores (hacia la región) sin que haya infraestructura para atenderlos, expresa Cameron, en un discurso muy similar al adoptado por Jake Sully para defender la preservación de Pandora.