Oscar García

La llegada de la tercera edad puede ser vista por muchos como una suerte de invitación al retiro luego de una vida agitada. O quizá como el merecido descanso que se obtiene, cual galón de guerra, después de años dedicados a la vida laboral. Pero hay espíritus inquietos en los que estos estereotipos fáciles no se aplican. Existen personas que necesitan seguir trabajando a avanzada edad y otros que ven este apacible período como la oportunidad perfecta para cumplir nuevas metas y sueños. Tal es el caso del reconocido endocrinólogo José Benigno Peñaloza (90), quien acudió a su primer Campeonato Mundial de Natación recién a los 67 años. Hasta esa fecha, había destacado por su especialidad en la medicina, que ejerció hasta pasados los 80 años, y por ser deportista en el colegio y la universidad. Pero nunca se le había ocurrido que lanzarse al agua podía traerle tanta felicidad y reconocimiento, como los 600 diplomas y medallas que ahora atesora en algún lugar de su casa.

“La verdad es que siempre fui deportista. En mi colegio, el María Reina, fui el capitán del equipo de fútbol y también practiqué mucho baloncesto. Después, durante mi vida adulta, solía jugar al fútbol los fines de semana con amigos. El problema es que llega una edad en la que las cosas se ponen difíciles. Me cambié a la natación porque las patadas en el fútbol se volvieron peligrosas (ríe), mientras que en el agua puedes nadar de manera tranquila”, cuenta Peñaloza, sentado frente a la hermosa piscina olímpica que ad- ministra Legado, la misma que fue escenario de los recordados Panamericanos de Lima.

UNA FAMILIA DE NADADORES

Benigno Peñaloza viene a la sesión de fotos acompañado por su familia, con quienes con- forma una singular estirpe de nadadores. En primer lugar, su hijo, Nino Peñaloza, empresario relacionado al mundo de la moda y la belleza, además de ser el fundador de la sección Circo Beat de esta revista. Nino también es tablista y reconocido nadador, con varias medallas en su colección. En la actualidad, ejerce como entrenador de su padre, enfocándolo en su sueño de conseguir el título mundial en Fukuoka, Japón. “Nos vamos esta semana allá y no vamos de turismo, sino a competir, con toda la carga de adrenalina y nervios que esto implica. Sin embargo, ves a mi papá y él se divierte. Es su forma de ser. Para él, ir a competir es como irse a Disneylandia”, dice Nino. Su temperamento es una fuente de inspiración y un ejemplo que espera seguir.

El campeón José Benigno Peñaloza, rodeado de su hijo Nino Peñaloza y su nieto Doménico Peñaloza. Ambos, además de sus familiares, son sus entrenadores.
El campeón José Benigno Peñaloza, rodeado de su hijo Nino Peñaloza y su nieto Doménico Peñaloza. Ambos, además de sus familiares, son sus entrenadores.
/ SOMOS > ELIAS ALFAGEME

Otro miembro de la familia que ha venido a apoyarlo en la piscina es su nieto, Doménico Peñaloza (25), administrador y amante del agua, que también tiene algunos campeonatos de natación ganados en su haber. “Es curioso porque sé que mi abuelo es un médico muy reconocido, pero mi relación con él, desde niño, comenzó con el deporte, con el agua. Él me enseñó a nadar y ese es nuestro vínculo. El deporte nos mantuvo juntos. Siempre digo que mi abuelo nos ha puesto la valla muy alta. Pero no es porque queremos superarlo; solo queremos ser como él cuando tengamos su edad”. Al igual que Nino, Doménico también entrenó a su abuelo alguna vez, cuando solo tenía 20 años, para un Sudamericano que se realizó en Buenos Aires. “Fueron tres veces por semana durante seis meses. Lo trabajamos muy bien y la mejor recompensa fue que ganó varias medallas de oro esa vez. Quedó dentro de los diez mejores nadadores del mundo”.

Benigno Peñaloza es el ejemplo ideal de los beneficios de llevar una vida saludable, sin excesos ni vicios que puedan perjudicar mente y cuerpo. Asegura que su excelente estado de salud es consecuencia de no haber fumado nunca ni tomado drogas de ningún tipo. Además, como pionero en los estudios y tratamiento de la diabetes en el Perú, sabe bien la importancia de mantener un peso adecuado. “No soy ni gordo ni flaco”, es una frase que suele repetir. Además de su gran resistencia física y equilibrio (se lanza al agua de clavado, ahí donde otros de su edad vacilan), destaca su impresionante lucidez, especialmente al recordar pasajes de su vida como deportista laureado. De su memoria surgió el año pasado un libro titulado “Nadar para una mejor vida: odiseas de un médico peruano en campeonatos mundiales másters” (2022), que resume su participación en estos torneos.

Peñaloza tuvo un inicio tardío en la natación competitiva, cuando tenía 67 años. Antes, en el colegio, había destacado como futbolista y atleta.
Peñaloza tuvo un inicio tardío en la natación competitiva, cuando tenía 67 años. Antes, en el colegio, había destacado como futbolista y atleta.
/ SOMOS > ELIAS ALFAGEME

El término “odisea” tiene que ver con el coraje suyo de incursionar en un terreno nuevo y desconocido, como era la natación de competencia para él, motivado solo por la curiosidad y el entusiasmo, y no parar hasta superar sus miedos y convertirse en el mejor. Benigno es el actual campeón nacional, sudamericano, panamericano y subcampeón mundial en su categoría, además de haber establecido dos récords en los pasados Juegos de Medellín. Nada mal para un chorrillano de abuelos huancaínos que aprendió a nadar en las aguas termales de Chancay, como contó alguna vez. Su consejo para las personas mayores es que sean activas y busquen los beneficios de involucrarse en algo, tanto física como mentalmente. Ganar es bueno, pero lo importante es divertirse. Al final, el mejor ejemplo de Benigno Peñaloza trasciende las piscinas y competiciones. Su dedicación enseña que nunca es tarde para empezar una nueva aventura y que el verdadero éxito radica en disfrutar del camino, sin importar la edad. //

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