Monumentos coloniales llenos de historia en medio del exuberante río Magdalena son algunos de los atractivos que han hecho de Santa Cruz de Mompox, en el norte de Colombia, una de las joyas del turismo del país sudamericano.

Con unos 41.600 habitantes y un 60% de la población dedicada a la pesca y la orfebrería, esta isla fluvial parece congelada en el tiempo en que era un importante puerto de escala de los barcos que surcaban el Magdalena en travesías desde el centro de Colombia hasta el mar Caribe.

Mompox, fundada por el conquistador español Alonso de Heredia el día de la Santa Cruz de 1537, es Monumento Nacional desde 1959 y forma parte del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco desde 1995 y tiene fama de ser una de las localidades más tradicionalistas del país en las celebraciones de la Semana Santa.

Procesiones inspiradas en los pasos andaluces que recorren las calles que circundan las siete iglesias del pueblo bajo un calor de 30 grados incluso de noche hacen parte de la carta cultural y de las experiencias únicas que promete este destino.

UN DESTINO AUTÉNTICO Pese a sus numerosos atractivos turísticos, la oferta hotelera de Mompox es reducida, con solo seis hoteles y 20 hostales, lo que sumado a las dificultades de acceso le confieren un halo de autenticidad y dejan al viajero con una sensación de misterio ante la decena de monumentos que recuerdan las campañas de liberación de los países latinoamericanos.

“La Valerosa“, como fue conocida en su momento, fue la primera ciudad de las colonias en liberarse de España en 1810, pero conserva en sus calles y construcciones la herencia cultural española.

“Queremos que Mompox sea más que turismo religioso, que pase de ser una experiencia emocional, de la cual todo el mundo tiene referencia, a ser vivida”, explicó a Efe Juan Carlos Gossaín, gobernador del departamento caribeño de Bolívar, al que pertenece la localidad.

Pasear por sus pequeñas calles adoquinadas, recorridas por motocicletas que tiran de carros con pasajeros, o cruzar en una tradicional barca de pescadores el río que la rodea generan una atmósfera única “para turistas aventureros”, en palabras del gobernador.

Llegar a Mompox, ubicada a 248 kilómetros de Cartagena de Indias, otra de las joyas de la Corona española en el continente americano, es una odisea adicional a esta experiencia que ha sido vinculada a obras magistrales de la literatura como El amor en los tiempos del cólera del Nobel colombiano Gabriel García Márquez.

Un recorrido de diez horas por tierra bordeando las principales ciénagas del delta del río Magdalena y un paseo en ferry hasta el vecino municipio de Magangué (Bolívar) son alternativas a un trayecto de la misma duración en lanchas por ese caudal de agua al ritmo de agrupaciones musicales que amenizan el desplazamiento.

Si de comprar un recuerdo se trata, las valiosas piezas de oro y plata de los joyeros de Mompox gozan de gran fama internacional por su maravilloso arte en filigrana y su riqueza en formas y calidad.

Los muebles momposinos, como las tradicionales mecedoras, son también reconocidos, mientras que delicias como el queso de capa (madurado en hojas de plátano) o el dulce de limón de doña Ada, una referencia gastronómica del pueblo, son un acompañamiento ideal para recorrer las callejuelas de esta población.