AARÓN ORMEÑO (@aaronormeno)
El fino tallado y el gran tamaño de los altares en las iglesias son una muestra del arte y la gran religiosidad de Ayacucho. La luz que entra por la puerta y alguno que otro alumbrado eléctrico a veces es suficiente para que los acabados de los retablos se luzcan en todo su esplendor. Entre murmullos de rezos y pesados pasos de los fieles, el visitante se puede encontrar en una incursión donde la espiritualidad y la estética conviven bajo una misma cúpula.
Desde el mirador del cerro Acuchimay uno puede ver todo Huamanga, pero no puede imaginar lo que hay dentro de los templos. Es cuestión de ingresar a ellos. Por algo es uno de los destinos más recomendados para Semana Santa. La ventaja de visitar estas iglesias en una temporada baja de la actividad turística es que se pueden recorrer las instalaciones con mayor calma y menos gente.
EL RETABLO Y LA MOMIA El Templo de San Agustín fue construido en 1548. En el presbítero se encuentran los restos del padre Juan Villalobos, confesor de Santa Rosa de Lima. Lo impresionante es el depósito del templo. El capellán Feliciano Rivera muestra con orgullo un retablo pequeño. Se encuentra bien conservado. Los colores y las representaciones religiosas no han sido tan dañadas por el tiempo. Cuenta que esperan encontrar más objetos similares.
“Definitivamente este pequeño retablo era un altar portátil. Los sacerdotes españoles los llevaban en sus peregrinaciones a todo lugar donde iban. Esto lo usaban para evangelizar y realizar misas en cualquier sitio. Lo encontramos moviendo objetos. Sin duda, vamos encontrar mucho más”, cuenta Feliciano Rivera.
Posteriormente, muestra una pequeña momia. El cuerpo de un niño. Lo encontraron hace 15 años mientras se hacían refacciones de piso. Dice que no se sabe absolutamente nada del cuerpo. No se ha identificado su sexo, ni la edad, ni el motivo de su muerte.
GRAN ALTURA La Catedral de Ayacucho terminó de construirse en 1672. Muestra una gran monumentalidad. El guía turístico Carlos Altamirano dice que aquí están los altares más grandes de Ayacucho. No hay duda, van desde el suelo hasta el techo. Agrega que estos retablos son tan grandes como la fe de los ayacuchanos.
“Otro punto fundamental al hacer un recorrido por la ciudad es la Iglesia de Santa Teresa. Al interior se encuentra un prototipo de la decoración de los antiguos templos huamanguinos. Hay profusión en los retablos con pan de oro y en las paredes con cuadros de gran tamaño. “Es el mejor ejemplo del arte barroco de las iglesias ayacuchanas”, comenta Carlos Altamirano.