El primer día de clases de la primaria es lo más parecido a un safari: allá afuera hay decenas de especies violentas, gritonas y con graves problemas de educación que en el mejor de los casos, llamamos adultos. No importa. El primer día del colegio es una ceremonia bautismal que empieza a separar a los padres de sus hijos. Se van a la calle, lejos de casa, kilómetros incluso si deben tomar movilidad. Pronto pedirán permiso para juntarse con sus amigos en otros barrios y pronto, una noche no llegarán.
Precisamente por eso, esta fotografía del Archivo Histórico de El Comercio en la puerta del colegio Maristas de Barranco es simbólica. Por su inocencia, por el recuerdo universal que a todos nos toca, por su alegría. Aquel niño es la prueba de todo lo dicho.
LA FOTO:
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En 1909, los hermanos maristas Arthur, Plácido Luis, Modesto, Gedeón y Marie Charles, llegan a Perú para atender el colegio English Comercial School, ubicado en el Callao. El San José, como lo conocemos hoy. Según su sitio web oficial, la misma influencia marista los empujó a fundar nuevos colegios en años posteriores, hasta que en 1923 abrieron el San Luis de Barranco.
De la movilidad de ese colegio desciende el niño de nuestra foto, con los zapatos acharolados y el peinado tieso, magia del aceite Glostora.
Aunque hemos hecho por días varias pesquisas, no encontramos el nombre del niño. Si nos está leyendo y sigue tan sonriente como en la foto, por favor, con que nos mande un señal nos haría muy felices.
ACTUALIZACIÓN:
El niño se llamaba Adolfo Valderrama Bielich y lo encontramos hace unas horas. Esta es su historia
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