El 1 de mayo de 1987, viernes y además feriado por el Día del Trabajo, un inquieto mono tití que arribó a Lima camuflado en un bolso alteró el normal desarrollo de las actividades en el aeropuerto internacional Jorge Chávez.
El intento de su dueño por mantenerlo de incógnito armó un revuelo inesperado entre pasajeros, aduaneros y pilotos del primer terminal aéreo nacional, obligando incluso a la presencia de los expertos en desactivación de explosivos, y provocando al retraso de algunos vuelos.
La alarma se generó cuando una pasajera escuchó un misterioso tic-tac proveniente del interior de una bolsa, cuyo dueño había dejado olvidada, y donde se encontraba oculto el primate. La sensación de pánico aumentó cuando el esposo de la mujer escuchó el mismo ruido, dando aviso al resto del personal del aeropuerto.
¿Y dónde está el dueño?
Mientras se indagaba por el propietario de la bolsa el temor aumentó entre los presentes. Sin embargo, no había otra manera de confirmar la presencia de algún dispositivo peligroso más que abriendo la mencionada bolsa. Y eso fue lo que se hizo.
Entonces recién se pudo advertir que el preocupante tic-tac no respondía a ningún complejo mecanismo explosivo, sino que se debía a que el pequeño simio estaba mordiendo con avidez una deliciosa cocona, causando el contacto de su dentadura con el alimento el famoso tic-tac que había puesto de cabeza a todo el aeropuerto Jorge Chávez.
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Distensión final
A los pocos segundos del hallazgo hizo su aparición el dueño del monito tití, quien cogió la bolsa y extrajo al primate para mostrarlo a todos los asustados presentes y desvirtuar así cualquier sospecha de bomba.
De esta manera todo volvió a su habitual rutina en el principal aeropuerto del Perú, que sin embargo no estuvo exento de momentos críticos en este duro período de actividad terrorista.
Una bomba de verdad
El 26 de julio de 1987 efectivos de la Guardia Civil evitaron una tragedia de proporciones en nuestro primer terminal aéreo al detectar y neutralizar un “carro-bomba” con unos 80 cartuchos de dinamita.
La poderosa carga había sido distribuida en diversos compartimentos del vehículo, incluyendo las cuatro llantas. La carga de dinamita se iba a activar mediante unos elementos químicos que los terroristas habían dejado a manera de “bomba de tiempo” al interior del auto, que había sido robado previamente.
El atentado de 1985
Desde la madrugada del 23 de diciembre de 1985 elementos terroristas ejecutaron una cadena de ataques sobre distintos puntos de la ciudad, entre ellos un violento atentado cerca del mediodía contra el aeropuerto Jorge Chávez, en el sector nacional de la playa de estacionamiento.
La detonación, que se produjo exactamente a las 11:26 de la mañana, ocasionó tres personas heridas, entre ellas un niño, y destrozó la carrocería de diez vehículos.
Aunque el “estado de alerta roja” había sido declarado unos días antes en el terminal aéreo, en previsión de posibles atentados terroristas, los elementos subversivos consiguieron perpetrar el ataque en vísperas de Navidad.
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