El 2 de diciembre de 2006, El Comercio publicó por primera vez en un medio peruano una serie de datos de Miguel Arévalo Ramírez. Lo hizo en base a una historia personal elaborada por la Dirección de Inteligencia de la Policía Antidrogas. Era un perfil y detallaba sus “presuntas actividades en el mundo del narcotráfico”.
EL ROSTRO DE ‘ETECO’
Nació en Tocache, San Martín, el 29 de septiembre de 1964 y era el tercero de cinco hermanos, criados en medio de una familia pobre. Se sabía que en los años 70 su padre manejaba una balsa, y que luego instaló una pequeña bodega y una rústica panadería. Arévalo, según su historial policial, se encargaba de vender el pan de su padre en un saco de harina, con el cual recorría las casas de su localidad.
Según la Policía Antidrogas, tiempo después, desde 1980, a los 16 años, dejó la panadería para acercarse al tráfico ilícito de drogas, en una ciudad como Tocache convertida entonces en un emporio del narcotráfico; especialmente pasta básica de cocaína (PBC) que enviaban en avionetas a Colombia. En esos inicios como narco joven, indicaba el documento de la Dirandro, se vinculó con el narcotraficante Héctor Soto, alias ‘Negro Soto’; y con el narco colombiano Vicente Wilson Rivera Ramos, alias ‘Vicentico’.
La Unidad de Investigación de El Comercio revelaba con ese documento de inteligencia que, para febrero de ese año 2006, Arévalo estaba traficando entre 15 y 20 toneladas de cocaína al año, desde el Perú hacia México. La mercadería habría salido de varios puertos peruanos. En ese mismo periodo, otra investigación le fue abierta en la División de Investigación Financiera de la Policía Antidrogas (Dinfi).
Se apuntaba en su historia policial publicada por El Comercio que era una persona sumamente discreta, de perfil bajo, un tipo que gustaba pasar desapercibido, pero que “es capaz de todo y de decretar represalias” contra todo aquel que se le cruzara por su camino. Arévalo tenía fama de “astuto empresario” que, sin estudios escolares, pudo sobresalir identificando “negocios rentables” desde que tenía solo 18 años. Anotaban como ejemplos sus incursiones en las comunicaciones aeroespaciales en Nicaragua y el mercado inmobiliario en Miami (EE.UU.). Además, se calculaba que su patrimonio total podría ser de US$25 millones.
VÍNCULOS CON LOS PESOS PESADOS
A inicios de 2007, un grupo especial de la Policía Antinarcóticos le abrió una nueva investigación por sus presuntos vínculos con el narcotraficante Fernando Zevallos (ya preso en el penal de Piedras Gordas) y su participación en un supuesto envío de diez toneladas de cocaína a México.
En noviembre de ese año, según El Comercio, la Dirandro lo incluyó nuevamente en la “Lista blanca” (como en 2005 y 2006) de los más importantes sospechosos de narcotráfico que operaban en el Perú. Arévalo era ya en ese momento un magnate de la aviación aerocomercial en Nicaragua, Honduras y El Salvador. Asimismo, hacía años que tenía la residencia estadounidense y era dueño de la empresa aérea Atlantic Airlines, que operaba una gran flota de aeronaves.
El diario decano intentó entrevistarlo desde febrero de 2006, en que se reveló su nombre en reportes policiales antidrogas, pero él mandaba a un representante para evadir las preguntas, optando por negar cualquier acusación respecto a sus actividades ilícitas.
Por otro lado, el clan Ramírez (Fidel, Joaquín y hermanos) empezó a operar su aerolínea Aero Inca en el 2008, justo cuando la Atlantic Airlines de ‘Eteco’ tuvo que cerrar porque la Drug Enforcement Administration (DEA) le había puesto el ojo. Desde entonces, Aero Inca cubrió las rutas de la aerolínea de Arévalo. La DEA empezó entonces a seguir los pasos de los Ramírez, vinculados con Arévalo. Incluso les sembraría un informante: el piloto Jesús Vásquez.
En febrero de 2011, se terminó de confeccionar –algo que empezó a mediados de 2010- la “Lista blanca” de los capos de la droga en el Perú, la cual fue elaborada por las principales cabezas de los órganos de inteligencia. Allí volvió a aparecer Miguel Arévalo Ramírez, como había ocurrido desde el 2005.
Ese mismo mes de febrero de 2011, El Comercio recordó que ‘Eteco’ había sido investigado por lavado de dinero desde el 2006, pero el Ministerio Público archivó las pesquisas. Asimismo, en el 2009, el fiscal antidrogas Jorge Chávez Cotrina había abierto una nueva investigación a Arévalo, pero no lo denunció. El caso se archivó. En abril de 2012, la DEA reveló una lista de casos archivados que le preocupaba. En esa lista se incluía el caso de lavado de activos encarpetado en el 2009: eran las pesquisas contra el dueño de la aerolínea Atlantic Airlines.
REPRESALIAS CONTRA LA PRENSA PERUANA
Sin embargo, hasta el 2016, según informes periodísticos, Arévalo siguió siendo investigado por la DEA. El 27 de octubre de ese año, el juez mixto de Tocache Gilberto Cáceres Ramos admitió un recurso de hábeas data presentado por ‘Eteco’. En el fallo, se obligaba a Google y varios medios de comunicación –entre ellos El Comercio, América TV, La República, Ojo Público, Caretas y Willax– a suprimir de la web la información sobre Arévalo relativa a investigaciones de la Policía Antidrogas (Dirandro) del Perú y de la DEA de EE.UU.
Asimismo, en enero de 2017, el mismo juez mixto Cáceres ordenó a Google y a un grupo de medios de comunicación retirar de Internet las investigaciones periodísticas que relacionaban a Arévalo con mafias del narcotráfico en el valle del Alto Huallaga. Este hecho provocó el cuestionamiento del Consejo de la Prensa Peruana (CPP).
El CPP indicó en su pronunciamiento que el juez Cáceres ignoraba “el evidente interés público de la noticia y las fuentes oficiales consignadas en los reportajes, como informes de inteligencia de la Policía Antidrogas, de la DEA y testimonios de cabecillas de las mafias condenados por la justicia”, que acusaban a Arévalo. A través de un comunicado, el Poder Judicial informó que el mismo juez Cáceres, titular del Juzgado Mixto de Tocache, declaró nulo su propio fallo.
El 22 de abril de 2019, El Comercio daba cuenta de otra arremetida de los abogados de Arévalo contra la prensa peruana. El día anterior, el Poder Judicial, ante una demanda por difamación, ordenó un embargo preventivo de bienes de los periodistas Edmundo Cruz y Óscar Castilla. También se les dictó mandato de comparecencia. El CPP manifestó su preocupación ante la decisión del Juzgado Penal 15 de Lima.
Asimismo, ‘Eteco’ querelló el 2018 al ex periodista de El Comercio, y entonces columnista de Trome, Miguel Ramírez Puelles. Lo hizo ante el 21º Juzgado Penal de Lima por unas columnas periodísticas que mencionaban actividades ilícitas de drogas por parte de ‘Eteco’. La demanda fue admitida por dicho juzgado, que dictó comparecencia simple para el periodista y sumó al diario decano en el proceso. Ese mismo juzgado, terminó por absolver a Miguel Ramírez Puelles y al diario, una vez que se establecieron y probaron las fuentes de cada información señalada en las columnas del periodista.
ENTREVISTA CON MIGUEL RAMÍREZ PUELLES
El ex Jefe de la Unidad de Investigación del diario El Comercio, Miguel Ramírez Puelles, quien salió absuelto en febrero de 2020 de una querella de Miguel Arévalo, alias ‘Eteco’ por una columna de opinión en el diario Trome, nos da su versión de la tarea periodística en torno a este personaje en El Comercio, que hizo en base a fuentes judiciales, policiales y de la DEA.
Tras la caída de ‘Lunarejo’, que fue enviado a prisión, una fuente de la DEA me dijo que el sucesor iba a ser Miguel Arévalo Ramírez, más conocido como ‘Eteco’. Yo no lo tenía en el radar. Esta persona era desconocida. Justo en esa época, hacia el 2006, me salió una pasantía y me fui a Miami, al diario El Nuevo Herald.
Comencé a averiguar allá quién era ‘Eteco’. La información decía que este señor tenía una aerolínea comercial, similar a la de ‘Lunarejo’, llamada “Atlantic Airlines”, con 14 ó 15 aviones y cuyo centro de operaciones era Centroamérica. Él vivía en Miami (EE.UU.).
Reconstruí la historia de este famoso personaje. En su pasado no había gran cosa, solo antecedentes de familiares de su esposa que habían sido detenidos por tráfico de drogas. Toda esa historia se hizo en base a la información de inteligencia de la Policía Antidrogas del Perú. Provenía de una familia humilde y a los 18 años se fue a EE.UU., donde empezó su auge económico.
¿Por qué nos interesó investigarlo? Porque el 2005 su nombre apareció por primera vez en la lista de narcotraficantes peruanos más importantes. Esa lista oficial la elaboran cada año todos los organismos antidrogas del Perú, como la Procuraduría, el Ministerio Público, el Poder Judicial, la PoIicía e Inteligencia. Y había en esa lista un retrato personal de cada uno.
Reporteé el tema en Estados Unidos y contacté telefónicamente en Miami a Arévalo, porque quería su versión. Me citó en un Mall. Fui con Gerardo Reyes, el jefe de la Unidad de Investigación de El Nuevo Herald. Pero Arévalo nunca apareció. Días después volvió a contactarse conmigo y me citó en otro sitio. Nuevamente fui con Gerardo, pero tampoco fue él sino su abogado.
El abogado refutó todo lo que sabíamos de Arévalo. Que no era así, que seguramente había un problema de homonimia, y que el dinero de su patrocinado era de hace tiempo: un cuentazo, obviamente. En la nota consignamos la versión de este representante. Eso fue el 2006. En Lima, varias fuentes nos confirmaron que este señor era un narco importante, pero no tenía antecedentes, es cierto. Eso fue básicamente. Se publicó la historia y se prendió el tema.
Luego se abrió una investigación contra él, pero meses después esta fue archivada por la Policía. Otra investigación lo terminó absolviendo. Así fue la historia, hasta que en la campaña del 2016 otra vez saltó la historia de ‘Eteco’ con La República y Ojo Público, en que un informante de la DEA en Miami mencionó una conversación entre él y Joaquín Ramírez quien le iba a dar a Keiko 15 millones de dólares. De hecho, esas publicaciones prácticamente transcribieron todo lo que había publicado muchos años antes en El Comercio. Entiendo que partir de allí, de ese escándalo, recién un grupo especial empezó a investigar, de verdad, al ‘Eteco’.
Fui querellado por una columna de opinión y por un recuento de lo que había publicado en El Comercio. Así conocí a Arévalo circunstancialmente porque fue a declarar el 2019. El tipo se apareció. Estaba allí. Llamé a mis amigos de la prensa porque no había fotos de él. Dos veces estuvimos frente a frente. Yo fui absuelto. Él no apeló. Así gané la querella.