El 26 de junio de 1961, la noticia principal era el rescate de tres montañistas alemanes, quienes habían caído en una hondonada al llegar al pico del nevado Siulá Chico, a 6,100 metros en la Cordillera Huayhuash, en el departamento de Áncash, al norte de Lima. Sin embargo, en la misma portada del diario El Comercio, casi oculta en el lado derecho de la página 1, una revelación impactante capturaría la atención de los lectores: un “nuevo origen” para el hombre peruano.
En realidad, no se ofrecieron muchos detalles, pero la información fue real y llamativa para los lectores peruanos, ya que hablaba de un posible nuevo origen para los primeros habitantes de estas tierras.
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Estas nuevas “teorías” desafiaban a otras más reconocidas hasta ese momento, como la que indicaba al continente asiático como el punto de partida del “hombre americano” en general (y por ende, del hombre peruano); o la que sugería que ese origen estaba en Oceanía y en las islas Polinesias; e incluso una tercera teoría de carácter autóctono, que situaba el origen del hombre de este continente en las pampas argentinas.
El titular era muy claro y directo: “Los peruanos proceden de Rusia y Turquía”, y en la bajada se mencionaba brevemente que estos estudios recientes habían sido realizados por investigadores de Alemania y Francia.
EL CASO “ALEMÁN” DEL ORIGEN DEL HOMBRE PERUANO
La nota informativa indicaba que las investigaciones practicadas “por un científico alemán”, orientaban la creencia que los antiguos peruanos serían descendientes de tribus asiáticas, pero que estas vivían o moraron con más precisión “en la región de Siberia”. (EC, 26/06/1961)
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Sin duda, tales pesquisas antropológicas estaban en alguna sintonía con la conocida posición del antropólogo físico norteamericano, de origen checo, Alex Hrdlick, quien desde el Museo Nacional de Historia Natural, que formaba parte del “Instituto Smithsoniano”, afirmaba que los “indios americanos” tenían un origen asiático.
Tales investigaciones de 1961, explicaban que los antiquísimos orígenes del poblador peruano eran esos límites ruso-siberianos, y que desde allí “emigraron a las tierras sudamericanas en épocas inmemoriales”. (EC, 26/06/1961)
EL CASO “FRANCÉS” DEL ORIGEN DEL HOMBRE PERUANO
Por otro lado, se decía que otro científico, esta vez francés había llegado a la conclusión, ese junio de 1961, “que los quechuas descienden de los antiguos pobladores de la ahora República Turca”. Era una posición poco creíble, sin duda. Pero tuvo cabida en varios medios de prensa de comienzos de la década de 1960. (EC, 26/06/1961)
Según la sorprendente información, que citaba el último número de la revista “Humboldt”, una publicación editada en Hamburgo (Alemania) y dedicada al intercambio cultural entre el mundo ibérico y Alemania Occidental, “las pruebas de la inmigración prehistórica de los indios procedentes de Asia aumentan día a día. A los hallazgos etnológicos, arqueológicos y antropológicos vienen a sumarse ahora los lingüísticos”. (EC, 26/06/1961)
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Así fue. Se informaba allí que el lingüista alemán Karl Bouda, de la Universidad de Erlangen, en Nuremberg, especialista en lenguas caucásicas y europeas, había avanzado en su trabajo comparativo y, recientemente, había comparado el “quetschua”, es decir, “el antiguo idioma cultural americano, que se hablaba en el imperio inca del Perú”, con el “tungus”, una lengua altai de la “Siberia Central”, y confirmó que existía indudablemente un parentesco entre ambos idiomas.
Especificaba que los vínculos entre el “quetschua” y el “tungus” iban desde su estructura hasta la misma etimología. Bouda se inspiró para dedicarse a estos estudios -se decía-, en un lingüista francés que, hacía algunos años, había descubierto un parentesco parecido entre el “quetschua” y el “turco”.
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Algo más de esa información o lo que siguió a ese relato impredecible sobre los contactos entre el antiguo Perú y ciertas zonas de Rusia y Turquía, no llegó a los lectores peruanos. La historia quedó para la anécdota, para la fantasía de algunos y el anonadamiento de muchos. Porque, en verdad, toda la historia parecía sacada de un libro de cuentos.
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