“Las azoteas eran los recintos aéreos donde las personas mayores enviaban las cosas que no servían para nada: se encontraban allí sillas cojas, colchones despanzurrados, maceteros rajados, cocinas de carbón, muchos otros objetos que llevaban una vida purgativa, a medio camino entre el uso póstumo y el olvido”.
De esta manera, Julio Ramón Ribeyro describía en su cuento “Por las azoteas” (1964), estos lugares donde muchos niños, al igual que él, encontraron un espacio para tener aventuras y darle un nuevo uso a las cosas que los demás ya no querían.
El techo de una casa o un edificio era una especie de depósito que luego fue convertido en la extensión de la vivienda. Pero ¿en qué momento Lima creció hacia el cielo sin orden ni estructura?
Hace 47 años El Comercio realizó un informe titulado “Las Barriadas Aéreas” donde exponía la construcción informal de casas sobre los techos de los grandes edificios y las casonas antiguas de la capital.
Nuestros reporteros gráficos salieron entre los meses de abril y mayo de 1975 para documentar los nuevos usos de los techos en el Centro de Lima, Barrios Altos, La Victoria y el Rímac. Las imágenes que compartimos forman parte de este informe donde se aprecian pequeños cuartos, restos de madera y materiales de construcción y basura.
Informalidad aérea
Pasaron algunos años y con el aumento del comercio callejero, los techos de edificios, casonas y playas de estacionamiento se convirtieron en depósitos ilegales de todo tipo de mercadería, como artículos pirotécnicos y ferretería.
El 2 de julio de 1992 se dejó sin valor legal, mediante Decreto de Alcaldía 113, las licencias, permisos o autorizaciones municipales para el funcionamiento de locales que sean usados como depósito o guardianías diurnas y nocturnas de triciclos, carretas, cajones y demás implementos utilizados para el ejercicio del comercio ambulatorio.
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Sin embargo, en 1995 el diario decano denunció la peligrosa proliferación de depósitos ilegales en el Cercado de Lima. Quintas semiderruidas donde habitaban decenas de humildes familias soportaban el peso de la mercadería de los comerciantes informales. Calles como Huancavelica, jirones Ayacucho, Puno, Cusco, Mesa Redonda, Andahuaylas, Lampa y Azángaro ya estaban llenas de ilegales almacenes.
Ni la tragedia ocurrida en Mesa Redonda, un 29 de diciembre de 2001, ha hecho recapacitar a los comerciantes que aun utilizan los techos de los edificios como depósitos. El último incendio en la zona, ocurrido el pasado 30 de diciembre, ha puesto en jaque a las autoridades ediles y ha desnudado las deplorables condiciones en las que está el techo del Palacio Legislativo.
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