Todas las personas hemos cometido errores y hemos dañado a otras a lo largo de nuestra vida; nadie es perfecto. Sin embargo, verse en la situación de tener que pedir perdón es algo que no le es ajeno a nadie. Es sumamente complicado hacerlo de una manera efectiva y que se entienda el mensaje que se le quiere dar a otra persona, por lo que puede ser un acto que cuesta muchísimo trabajo.
Pedir perdón es más que decir un simple “lo siento”. Cuando nos vemos en esta situación es probable que surjan barreras:
- No aceptar el error: Le restamos importancia a lo que la otra persona siente.
- Orgullo: Pedir disculpas es incómodo, ya que acarrea emociones como la vergüenza y pueden hacer que sintamos que nuestra imagen personal se ve amenazada.
- Desánimo: El pensamiento anticipatorio de que la disculpa no va a servir para nada.
8 pasos para pedir perdón de la manera correcta
Hay algunas cosas que el mensaje debe cubrir para disculparse de verdad. Entre los cuales están:
- Reconocer la ofensa: Para poder pedir perdón de una manera adecuada, debemos examinar lo que hemos hecho y por qué la otra persona está molesta con nosotros. Generalmente, cuando nos planteamos pedir disculpas por algo ocurrido es porque experimentamos algún tipo de emoción como la culpa o el arrepentimiento.
- Hablar en primera persona: Cuando nos disculpamos, primero debemos abordar nuestros propios problemas; si pensamos que la otra persona también necesita disculparse por algo, debemos posponerlo para más tarde o esperar a que ellos mismos lo hagan. Es crucial que solo hagas referencias personales en primera persona, como lo que “yo hice” o “ yo dije”, en tu escritura.
- Ser directo: Debemos nombrar las acciones concretas que pudieron haber perjudicado de la misma manera que debemos hablar en primera persona para aceptar la responsabilidad. Si no lo hacemos, corremos el riesgo de caer en malentendidos, y la conversación puede incluso empeorar las cosas en lugar de mejorarlas.
- Responsabilizarse: Debemos hacernos cargo de lo que realmente hicimos. Aquí aparecen las barreras: la falta de implicación, el temor a ver dañada nuestra autoimagen o el pesimismo sobre la efectividad de la disculpa pueden evitar que asumamos la responsabilidad de lo que hemos hecho.
- Expresar el arrepentimiento: La culpa y el arrepentimiento tienen la función de avisarnos que hemos transgredido una norma o un valor ético que consideramos importante. Puede ser beneficioso expresar estos sentimientos en tu disculpa para que la otra persona te entienda mejor.
- Fomentar el cambio: Una vez que recibimos la aceptación de nuestras disculpas, tiene que haber un compromiso de cambio para que esto no vuelva a ocurrir ni vuelva a dañar a la otra persona. El cambio mínimo que podemos plantear es el esfuerzo de no volver a repetir la acción que ha dañado a la otra persona.
- No auto casticarse: Cuando cometemos un error, solemos creer que merecemos un castigo por lo ocurrido. Se puede reflejar cuando usamos expresiones como “soy lo peor” o “no me merezco que me perdones” pueden sonar muy sinceras, pero no siempre son efectivas. Reconocer lo que hemos hecho mal y asumir la culpa está bien, pero no nos autocastiguemos, sino intentar cambiar.
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