En el vasto lienzo de nuestra piel, los lunares son un rasgo característico y atractivo en los seres humanos, pues muchas veces son percibidos como un símbolo de belleza que proporcionan cierta personalidad y autenticidad. Si bien suelen ser inofensivos, algunos casos pueden presentar variaciones significativas. Ello supone un verdadero riesgo para la salud, siendo el melanoma –un tipo de cáncer de piel– el más común y peligroso.
“Los lunares o nevos son agrupaciones de células pigmentadas denominadas melanocitos, cuya formación puede ser influenciada por factores genéticos y/o exposición solar. Por lo general, las características normales de un lunar incluyen bordes regulares, un color uniforme y un tamaño constante con el tiempo. No obstante, cualquier cambio en estos aspectos, así como la aparición de síntomas como picazón, sangrado o cambios en la textura, debe ser motivo de alerta y de evaluación dermatológica”, expresó Melissa Montesinos, dermatóloga de Pacífico Salud a Bienestar.
¿Cuáles son los factores de riesgo del desarrollo de cáncer de piel por los lunares?
La combinación de una serie de factores puede aumentar significativamente el riesgo de desarrollar un melanoma. Por ello, como destacó Montesinos, entre los más comunes están: la exposición excesiva al sol sin protección, los antecedentes familiares de este tipo de cáncer y tener múltiples lunares en el cuerpo.
“Asimismo, las personas de piel clara, es decir, con un fototipo I, II y III, tienen una mayor predisposición, pues presentan una menor cantidad de melanina; sin embargo, aquellas de raza negra también pueden desarrollar este cáncer, incluso muchas veces esta enfermedad pasa desapercibida por el color de la piel, el cual enmascara el lunar o melanoma, razón por la cual, lastimosamente, no se suele detectar a tiempo”, precisó Carlos Sordo, dermatólogo de la Clínica Ricardo Palma.
¿En qué parte del cuerpo se ubican los lunares que podrían convertirse en un melanoma?
De acuerdo con la dermatóloga, en el contexto de cáncer de piel, los lunares más peligrosos suelen ubicarse en áreas sobreexpuestas a la radiación solar, tales como la espalda, el rostro y las piernas, aumentando así el riesgo de una transformación maligna. Por esta razón, es fundamental estar atentos a las señales de advertencia ante una posible exposición excesiva, las cuales incluyen, quemaduras solares frecuentes, cambios en la textura de la piel, así como el desarrollo repentino o el aumento en la cantidad de lunares.
“De igual manera, es importante prestar especial atención a aquellos lunares que no se ven a simple vista, pues sin darnos cuenta, estos pueden ir creciendo o cambiando de forma sin presentar ninguna sintomatología, por lo que, si dejamos que pase el tiempo, estos pueden tornarse en una condición muy peligrosa y agresiva para la salud”, refirió Sordo.
¿Cómo se realiza un autoexamen de lunares y con qué frecuencia se debe hacer?
La detección temprana de ciertos cambios en los lunares es vital para el diagnóstico y tratamiento oportuno. Es por este motivo que, se debe realizar un autoexamen mensual de los lunares, para el cual se emplea la nemotecnia denominada ABCDE, que permite observar y evaluar la asimetría, los bordes, el color, el diámetro y la evolución, logrando así identificar si son normales o existe la posible sospecha de un melanoma, explicó el experto.
Regla del ABCDE |
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A de asimetría: si trazamos una línea imaginaria y dividimos por la mitad al lunar, ambos lados deben ser simétricos, de lo contrario, si hay una alteración en una de las partes, esto podría ser un indicador de un posible cáncer. |
B de borde: uno debe poder visualizar dónde empieza y termina el lunar; no obstante, si en algún punto son irregulares, también podría ser un criterio a considerar. |
C de color: normalmente, el tono de los lunares debe ser de un color marrón uniforme. Si se observa que pierde o cambia de color, esto puede ser un signo de alerta. |
D de diámetro: si un lunar es mayor a 6 milímetros puede ser un indicio de melanoma; sin embargo, esta regla no se aplica en los lunares congénitos, ya que por lo general, son más grandes. |
E de evolución: si un lunar presenta alteraciones, es decir, sangra, pica, duele, crece o se modifica su aspecto, es necesario acudir al médico para descartar un posible caso de cáncer de piel. |
¿Cuáles son los tratamientos disponibles para lunares precancerosos o cancerígenos?
Actualmente, los tratamientos para lunares precancerosos o cancerígenos dependen del tipo y la etapa del lunar; sin embargo, entre los más empleados se destacan: la extirpación quirúrgica, la crioterapia y las terapias tópicas, señaló Montesinos.
“La detección temprana mejora significativamente la efectividad de estos tratamientos, razón por la cual, la educación sobre los autoexámenes y la visita regular al dermatólogo son fundamentales para mejorar las posibilidades de curación y evitar la diseminación de la enfermedad”, manifestó la médica.
¿Existen alimentos o suplementos que promueven la salud de la piel y reducen el riesgo de cáncer cutáneo?
Si bien una dieta equilibrada y rica en antioxidantes puede contribuir a la salud de la piel, como reveló la dermatóloga de Pacífico Salud, no existe evidencia concluyente que respalde la prevención del cáncer de piel a través de alimentos o suplementos. Por esta razón, la protección solar y el monitoreo de lunares son más efectivos para minimizar el riesgo de desarrollar un melanoma u otro tipo de cáncer de piel.
¿Cuáles son las mejores prácticas para proteger la piel y evitar el cáncer cutáneo?
En principio, es clave evitar la sobreexposición al sol, por ello, siempre se debe buscar la sombra, especialmente, entre las 10 a.m. y las 4 p.m., período en el que los niveles de radiación incrementan significativamente. Igualmente, es sustancial emplear ropa de colores intermedios u oscuros, así como con tejidos tupidos que ayuden a evitar que los rayos ultravioletas penetren fácilmente en la piel. También es importante portar un sombrero de ala ancha y lentes oscuros que ofrezcan una protección adecuada, recomendó Carlos Sordo.
“Con respecto al fotoprotector, este siempre debe aplicarse 20 a 30 minutos antes de salir a la calle y si uno está expuesto al sol, es esencial reaplicarlo cada dos hora, máximo tres. De igual modo, se debe apostar por aquellos protectores que tengan un factor de 50 a más”, indicó el especialista.
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