El inicio de Haaland en la liga inglesa es tan meteórico que cuesta encontrar un rasero con el cual medirlo. Pulverizó el arranque del ‘Kun’ Agüero anotando 9 goles en 5 partidos y de paso completó dos ‘hat trick’ consecutivos, un logro que, en Premier League, antes solo han alcanzado figuras como Thierry Henry, Ian Wright, Wayne Rooney y otros superdotados. No es este último un récord trivial: a los 22 años Messi solo había conseguido marcar 3 goles en un partido una sola vez; mientras que Cristiano Ronaldo, ni una.
Como lo sabe cualquier aficionado al fútbol o a la estadística, no es posible extrapolar el rendimiento previo de un delantero y proyectarlo a futuro con la expectativa de anticipar su cuota goleadora. Pero la consistencia de Haaland en su corta carrera invita a ello: hizo un gol por partido en los 5 primeros que jugó en la Bundesliga austriaca; 8 en los 5 primeros que disputó en la Bundesliga alemana; y ahora 9 en media decena de encuentros en Inglaterra. ¿Cuán sostenible es una media de 1.8 goles cada 90 minutos? ¿Y cómo logra un rendimiento tan exagerado?
La primera pregunta ya la respondió su técnico, Guardiola: “Me encanta que quiera anotar tres goles en cada juego, pero esto no va a ocurrir. Sé que no va a ocurrir, todo el mundo del fútbol sabe que no va a ocurrir”. Aunque el fútbol no soporta este tipo de porcentaje, ayer Haaland ha vuelto a marcar, esta vez ante el Aston Villa. Y lo ha hecho de una manera muy parecida a las anteriores: atacando el espacio en el área chica para dar un toque final a la red. Esa es quizá la virtud más secreta de todas las que esconden los delanteros: dónde posicionarse, cuándo correr, cuándo esperar, cómo leer el ataque propio, cómo interpretar los movimientos defensivos del rival. Esa virtud táctica hace parecer sencillo lo que es complicadísimo: saber que el centro va a sobrar al arquero, así este sea un gigante como ‘Dibu’ Martínez, para saltar en sincronía, abrir el pie y cobrar.
Se tendría que anotar que para llegar a este punto Haaland cuenta con un dispositivo perfecto a su servicio: el juego de posesión de Guardiola crea espacios a través de los movimientos de entrada y salida de los volantes, Gundogan, Silva y De Bruyne, siempre a la busca del pase entrelíneas o del disparo de media distancia; mientras que Foden y Julián Álvarez (o Mahrez) ensanchan el campo para abrir la defensa y forzar la diagonal o el centro, donde espera el 9 noruego. En el área chica, con una precisión ya descrita, Haaland obra en plenitud; a la contra, cuando puede mostrar su potencia, es indetenible después del segundo zanco.
El problema del Manchester City esta temporada no serán los delanteros, sino cómo cierran atrás. A la fecha reciben un gol por partido en promedio, una marca que no les permitirá rentabilizar en puntos aquello que consiguen arriba, salvo encuentren consistencia. Esta última, sobra decirlo, es la fórmula del éxito en todo torneo largo.
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