No te pasa, te arrasa. Su marcador Dani Carvajal, El Pitbull, parecía un chihuahua. Ancelotti se condolió de él y lo sacó a los 72′; veía doble sin probar una copa. Luego, a los 94′, Militão y Lucas Vázquez vieron pasar algo a mucha velocidad, quisieron tomarle la patente y no alcanzaron a verle el número. Les hizo un combo dos en uno, los pasó en la superficie de una servilleta. Y cuando Courtois quiso cerrar sus piernas, ya la pelota le había hecho un oléeeee…
Fue el descomunal gol del Paris Saint Germain al Real Madrid que transformó un mínimo triunfo por puntos en un nocáut estrepitoso. Un gol que hizo temblar la torre Eiffel por la onda expansiva del alarido de miles y miles.
En siete segundos, el huracán Mbappé sopló y destrozó al Real Madrid causándole graves daños. Lo rompió todo. Son 73 kilos de fibra y músculo, 23 años de vitalidad y entusiasmo, un metro 78 de velocidad y potencia. Es Kylian Mbappé, una fuerza de la naturaleza dotada de técnica y con la mente de un noqueador. Es Tyson, pero jugando a la pelota.
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Fue una actuación de Balón de Oro. Y el marco no era un Mundial ni una Eurocopa, ni siquiera una final de Champions, apenas los octavos. Sin embargo, fueron tan deslumbrantes su desempeño y su gol, que impactó al Planeta fútbol, lo sacudió. Y no es nuevo Mbappé. Debutó en diciembre de 2015, seis años y monedas en Primera División. Pero ante el Madrid dio el aviso de que ya llegó a la cima: estamos frente al fenómeno que dominará la década, el que toma el testimonio de Messi y Cristiano Ronaldo, el mejor del planeta fútbol hoy, con tierra de por medio sobre el segundo. Zidane y Platini estaban cómodamente sentados a la mesa principal del fútbol francés, con lo del martes se han tenido que levantar y agregar una silla para Kylian. Ahora son tres al mismo nivel en la patria de La Marsellesa. Aquellos dos eran otra cosa: Zidane un Rolls Royce, la clase, la elegancia, el talento fino en la organización del juego; Platini un BMW, inteligente, rápido, armador y goleador. Mbappé es un tractor ultraligero, con cierta hermosura de desplazamiento y mucho gol. Su juego posee el encanto de lo devastador. Porque la belleza tiene varios rostros.
Zidane marcó 150 goles en diecisiete años de carrera, Platini 354 en catorce temporadas, Mbappé lleva 212, una cosecha notable porque apenas va por los 23 años y porque no está en el área, llega. Desborda por cualquiera de las puntas, preferentemente la izquierda, y entra en diagonal. Tiene la ventaja (como Messi joven) de correr con la pelota más rápido que los rivales sin ella. Si jugara hasta los 33 podría llegar a triplicar su estadística. Es una roca: en seis años y fracción apenas ha perdido 14 partidos por lesiones menores, musculares.
Es curioso, aún no es ídolo, ni siquiera posee un carisma evidente, pero cada vez que toca la bola descarga cien mil voltios sobre el campo y las tribunas. Y frente al televisor, si uno tiene ganas de ir al baño y la agarra Mbappé, no va. Kylian traza una raya y se diferencia de los goleadores de área tipo Lewandowski. El polaco es un goleador eficiente, pareciera que le faltan el saco y la corbata. Además, Lewa necesita de un equipo que trabaje para él culminar. Eso sí, lo hace irreprochablemente, es un preciso y astuto finalizador. Kylian también encesta mucho, pese a que su territorio está fuera de las 18. Y tiene el plus de la espectacularidad. Con un agregado: no depende tanto de los otros, cualquier esférico al espacio puede aprovecharlo extraordinariamente porque pone la segunda y se va. Y sabe ganar frente a dos, frente a tres, por su fortaleza física y mental. En esto semeja al mejor Luis Suárez.
En la temporada 2016-2017, con sólo 18 años ganó una liga con el Mónaco y aportó 26 anotaciones. Mérito inmenso. Luego agregó otras tres ligas y tres Copa de Francia con el PSG. A los 19 se coronó campeón mundial con Francia siendo titular y figura, y en octubre sumó la Liga de Naciones. Ya tiene que comprar otra vitrina. Nadie puede recurrir a la estulticia de que gana “porque la francesa es una liga de segunda”. Le va bien en todos lados.
Para suplir (y tapar) la fuga de Neymar, el FC Barcelona debía hacer un gran fichaje. Había dos fotos sobre la mesa: una de Mbappé y otra de Dembelé. Por el primero tenía el okay del Mónaco y del padre de Kylian para llevárselo por 100 millones de euros, pero entre su director deportivo, Pep Segura, y el secretario técnico Robert Fernández, eligieron a Dembelé por 105, que luego terminó costando 140. Muy barcelonesco. Obviamente, no están más ni Segura ni Fernández. El Madrid hace tres años que lo sigue y lo persigue ejerciendo una presión mediática feroz. Que ya está, que lo presentan junto a la reinauguración del Bernabéu, que le asignarán el número 7, que está eligiendo casa en Madrid…
Pero Mbappé es ahora cuestión de estados, de dos, Francia y Catar. Kylian es parisino, juega en París, es el supercrack de los próximos diez años, ¿se lo van a entregar en bandeja a Florentino Pérez…? Le están ofreciendo hasta el Arco de Triunfo, que meta goles ahí si gusta. Bixente Lizarazu, aquel férreo lateral francés del Bayern Munich, sintetizó el pensamiento generalizado en el país: “Sería criminal dejar ir a un jugador así a los veintitrés años, un grave error de gestión del PSG”. Emmanuel Macron se expresó en el mismo sentido, ya que, dijo, es la imagen del torneo nacional hacia el exterior. Hay cabildeos (léase Nicolás Sarkozy) desde el más alto nivel para que no emigre.
El martes último hubo una reunión cumbre en París entre la familia de Mbappé -su madre Fayza es quien maneja su carrera- y enviados de la casa real de Catar y de Qatar Investment, el megamillonario fondo de inversión propietario del PSG. El emirato hospedará el Mundial a fin de año y quieren que Mbappé sea campeón como jugador del Paris Saint Germain. Le están ofreciendo un contrato de fábula (se habla de un millón de euros semanales sólo de salario, más 25 millones como prima de renovación y otros 50 M€ más en premios y objetivos). La estrella más codiciada del mundo queda libre el 30 de junio, ¡libre a los 23 años…! Kylian, una tumba, no abre la boca ni da pistas de qué colores vestirá desde el 1° de julio en adelante.
Él habla en la cancha. Ahí es Tyson, te mata, pero jugando al fútbol.
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