Aunque tuvo más motivos que nadie en el fútbol, Alex Ferguson cuenta en su libro “Liderazgo” que nunca fue de festejar demasiado las conquistas. “Solo me sentía con ganas de celebrar durante un par de horas después de haber conseguido un título. Pero cuando me despertaba al día siguiente, esa sensación ya había desaparecido”. En cambio, dice, en esos momentos en que todos levantaban las copas, a él lo asaltaban nuevas preocupaciones: “¿Cómo superaremos esto? ¿Cómo conseguiremos otro triunfo?”.
Conociendo al sujeto sensato y pensante que es Reinaldo Rueda, algo de eso habrá pasado por su cabeza la noche del 27 de julio del 2016 tras alzar la Libertadores: “¿Cómo repetir esto? ¿Cómo acercarse incluso a esto?”. Nacional de Medellín era hace diez meses el brillante campeón de la Copa. Hoy es el cuarto monarca vigente eliminado de la fase de grupos. El éxito no perdona en Sudamérica: desmantela, desguaza. Nacional e Independiente del Valle perdieron diez jugadores cada uno tras aquella Libertadores. Nadie resiste que se le vayan diez buenos jugadores. Real Madrid acaba de contratar a Vinicus Junior, juvenil de 16 años del Flamengo. No están permitidas las transferencias de menores de 18, pero ya se lo aseguró. Flamengo, el club con más hinchas del continente, no tiene cómo impedir que se lo saquen. Al menos embolsará 45 millones de euros. Pero eso es una anécdota. Los hinchas no reciben un céntimo, lo que podrían esperar es que Vinicius les diera una alegría en el campo de juego. No será posible: al cumplir 18, se irá. Nótese que los cuatro campeones de Libertadores que al año siguiente no lograron atravesar la fase de grupos son recientes: Inter de Porto Alegre (2007), Liga de Quito (2009), San Lorenzo (2015) y Nacional (2017). No hay deshonra ni culpables, los desarman las transferencias. Tiene razón Ricardo Bochini cuando afirma: “Más difíciles eran las copas de antes, los grandes cracks permanecían en el continente muchos años y todos los participantes eran equipazos. Te tocaba Cruzeiro y sabías que ibas a enfrentar a Jairzinho, Palhinha, Joaozinho, Nelinho, Zé Carlos, Dirceu Lopes, Wilson Piazza… Lo mismo con Peñarol, Nacional, Colo Colo, Universitario, River, Boca, todos. Eran máquinas”.La fase de grupos –finaliza esta semana– ha sido pródiga para los brasileños, que clasificarían a octavos a 6 de sus 8 representantes, y aceptable para los argentinos, que meterían 4 de 6. Del resto solo está asegurado un ecuatoriano (Barcelona) con grandes posibilidades de ubicar un segundo (Emelec). Colombia mantiene la expectativa de que pase a la ronda eliminatoria al menos uno de sus cinco equipos (Santa Fe), que no obstante está obligado a ganar en su último encuentro ante The Strongest en El Campín. La lágrima de esta Copa es la actuación global de los cuatro equipos peruanos. Muy prontamente eliminados, con 2 victorias y 9 derrotas en 14 presentaciones, pero con un saldo inquietante: si se sumaran los 14 partidos que jugaron entre Municipal, Universitario, Cristal y Melgar, reunirían 9 puntos, no les alcanzaría seguramente para clasificar a uno. Esto eleva, sin dudas, la prestación de su selección, que está en un nivel de competencia muy diferente.Seguimos situando a Palmeiras y River como dos aspirantes serios a llegar a noviembre. Los dos son clubes con alto poderío económico y podrían incorporar inclusive algún refuerzo si lo necesitaran, aunque también podrían perder figuras al reabrirse el mercado europeo en junio. Hay 8 clasificados (Botafogo, Santos, Paranaense, Mineiro, River, San Lorenzo, Godoy Cruz y Barcelona), 2 casi adentro (Palmeiras y Gremio), con altas posibilidades (Emelec, Wilstermann, Lanús y Guaraní) y 3 cupos muy inciertos. En general como en los últimos 30 años, continúa el predominio brasileño y argentino.La actual distribución de plazas de la Libertadores se elaboró en base a tres conceptos: 1) Méritos deportivos; 2) Volumen de mercado / cantidad de habitantes por país; 3) Asistencia a los estadios. Parece justo. El aumento del número de participantes de los 21 que eran tradicionales hasta 1997 (dos por país más el último campeón) a los 47 actuales generará mayores ingresos económicos para todos, pero también puede que profundice aun más la concentración de los títulos en solo dos países: Brasil y Argentina.Si antes, con solo dos representantes ganaban repetidamente, imaginemos este escenario en el que, al llegar a octavos de final, los clubes de otros países se encuentran con 6 o 7 brasileños y 5 o 6 argentinos. Es lo que podría pasar año tras año. Ahí está el desafío del resto: intentar que la Copa no se convierta en un mano a mano.