La partida de Lionel Messi al Inter de Miami es, en términos futbolísticos, un retiro dorado. Cuesta entenderlo desde el punto de vista empresarial, cuando los flujos económicos están concentrados en los países árabes -más aun tomando en cuenta que el astro argentino ha tenido buenos negocios con Catar-, pero la elección parece justificada de cara a una mirada de mediano plazo: Estados Unidos sigue siendo el centro del capital global, el próximo mundial es en Norteamérica y para entonces Messi será una figura asentada y presumiblemente jubilada en dicho mercado, lo cual le permitirá beneficiarse de contratos de representación e imagen. La movida no es nueva: el rol de Pelé con el Cosmos es el gran precedente de esta jugada. La pregunta es si tiene otro propósito que no sea monetario. Es decir, el fútbol ¿dónde está?
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La verdad, es difícil encontrarlo en Miami. El Inter de dicha ciudad es un club con 5 años de creación y le pertenece a David Beckham. En lo que va de la temporada va último en la Conferencia Este con apenas 15 puntos en 18 partidos. Su plantel es pobrísimo, salvo quizás por el buen delantero venezolano Josef Martínez. ¿Qué posibilidad tendrán Messi y Busquets de darle vuelta a esta situación bajo el comando de Tata Martino? La verdad es que el impacto puede ser más limitado de lo que se pueda imaginar.
La relación de Messi con Martino es más sentimental que práctica. El 10 no tuvo sus mejores desempeños bajo la dirección del entrenador rosarino, mientras que ver su famoso 4-3-3 ofensivo aplicado a un equipo como el estadounidense demanda mucha imaginación. El juego de posesión y presión demanda ejecutores muy dinámicos y versátiles; las transiciones, inteligencia táctica y una forma física estupenda. Más allá de los límites del plantel actual, ni Messi ni Busquets tienen ya el ritmo de trabajo que se necesita para liderar estrategias tan arriesgadas como esa. Si alguien necesita más pruebas de este escenario, basta fijarse en la primera conferencia de prensa del DT: Messi ha venido a “competir”, ha dicho. ¿Por qué hace falta remarcarlo?
La MLS se equivoca. La importación de figuras en semiretiro nunca ha logrado elevar el nivel de un torneo nacional, solo atraer una atención temporal que difícilmente se rentabiliza, como lo han probado hasta el cansancio las ligas china y saudí en las últimas décadas, o lo propios norteamericanos con el experimento de la North American Soccer League (1970-1985). Normalmente, los únicos beneficiados de estas iniciativas son los jugadores extranjeros que encuentran un espacio para alargar sus carreras en condiciones inmejorables, mas no los clubes ni las selecciones. LA Galaxy es un gran ejemplo: luego de un periodo bombástico en el cual ficharon a Beckham, Keane e Ibrahimovic, lo que queda es un equipo que marcha treceavo en su conferencia, sin pena ni gloria, incapaz de ganar un título desde hace 9 años.
Messi y Busquets dejaran, que nadie lo dude, pinceladas y genialidades suficientes como para reventar las redes sociales de cuando en cuando. Pero el único camino para mejorar y ser atractivo, no está demás decirlo, es otro y es duro: apostar por formación, fortalecer los clubes y encontrar mecanismos de fomento económico que permitan distribuir los beneficios que se producen entre todos los actores de un mismo sistema futbolístico. Esa vía es lenta, pero es la única que garantiza resultados.
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