La mañana siguiente al despido de Carlos Bustos de la dirección técnica de Alianza Lima, Guillermo Salas, entonces elegido como técnico interino, esperó a sus nuevos dirigidos en las instalaciones del estadio Alejandro Villanueva. Sentado en una banca cerca a uno de los portones que están entre Oriente y Norte, Chicho, como hombre de la casa, saludó a cada uno que iba llegando. Ya con el grupo completo, los reunió y les pidió dos cosas que van más allá de la táctica y la estrategia, pero que son dos pilares que harían funcionar lo primero: compromiso y sacrificio.
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Eran días difíciles y convulsivos en Matute. Luego de encadenar tres partidos sin ganar (empates ante UTC y Cantolao, y derrota en el clásico), Alianza estaba quinto en el Torneo Clausura, lejos de la punta. El grupo entendió la situación y captó de inmediato la idea. Con Salas al mando, y contando el 5-0 a San Martín del último lunes, los íntimos sumaron tres victorias al hilo y son líderes del torneo momentáneamente con 27 puntos, dos más que Sporting Cristal (recibirá a ADT el jueves a puertas cerradas).
“¡Presionamos alto! ¡Presionamos alto!”, gritaba Kenji Aparicio, el asistente técnico que estuvo al frente del equipo ante los santos por la suspensión del DT por expulsión en el partido pasado. Pero aunque no esté Guillermo, Kenji es su fiel representación desde la zona técnica. Y es el sello de este nuevo Alianza, con aires distintos. La presión alta desde que arranca el partido y la agresividad para recuperar balones en campo contrario. De acuerdo a los datos de Opta, los íntimos recuperaron 48 balones y tuvieron siete intercepciones.
Motivados por el increíble recibimiento de su hinchada que llena el Alejandro Villanueva así sea un lunes por la noche, los íntimos asfixian a su rival desde el pitido inicial. Pasó en los últimos dos partidos. Ante Melgar, los dos goles de la victoria llegaron en apenas seis minutos de iniciado el encuentro: el primero tras una recuperación después de un córner; el segundo, luego de obligar al error a la defensa rojinegra.
Frente a la San Martín, el gol que abrió el camino a la goleada llegó a los ocho minutos. Josepmir Ballón interceptó un pase en el mediocampo, Pablo Lavandeira cogió el rebote y asistió a un Wilmer Aguirre que agarró a la defensa santa mal colocada y quedó perfilado para vencer al portero Carlos Solis. El uruguayo es fundamental en el equipo. Es el primero en salir a presionar, detrás de él cada uno va ocupando un lugar para evitar que los rivales filtren pases. Ballón adelante las líneas y Jairo Concha es un todoterreno muy inteligente para saber dónde estar parado y quitar el esférico.
En adelante, el partido se hizo más accesible para lo que busca el comando técnico de Salas: arrancar 1-0 arriba desde el vamos. A diferencia de lo que se podía ver con Carlos Bustos, este Alianza quiere aprovechar el envión anímico de la hinchada. La motivación que genera el recibimiento con humo, globos y hasta los fuegos artificiales que se encienden en el techo de una casa ubicada detrás de la tribuna Sur.
Aldair Rodríguez, Lavandeira y Jairo Concha aprovecharon los tres penales cobrados a favor para convertir cada uno un gol y ganar confianza de cara a lo que se viene. Aguirre cerró la goleada, aunque pudo ser más. Los blanquiazules remataron 17 veces, ocho de esos disparos fueron al arco.
Alianza Lima ha vuelto a sonreír en el Clausura. Y a soñar con el bicampeonato. Tras una turbulencia, el cambio de piloto le ha devuelto la fe al hincha blanquiazul. Pero no solo por los triunfos, sino por lo que generan los que están al frente. Sea Guillermo Salas o Kenji Aparicio, la zona técnica es un espectáculo aparte. Kenji camina de lado a lado, agita los brazos, se toma la cabeza cuando el equipo pierde un balón, aprovecha los córners o tiros libres a favor para llevar a sus defensa e indicarles algo, y pide presión alta, agresividad en cada balón dividido.
Mientras el Chicho está en una de los palcos de Occidente comunicándose con su cuerpo técnico a través de un celular, en el banco de suplentes está Kenji, su viva representación. Y ellos dos -el cuatro veces campeón como futbolista y el que acaba de ganar el Torneo de Reservas con los ‘Potrillos’- son la representación de la hinchada. Por eso, al final, cuando el Chicho bajó a la cancha a felicitar a sus dirigidos, el hincha no dudó en aplaudir y agradecerle por haberles devuelto la alegría.
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Una alianza con su hinchada
Hoy, en medio de los festejos, Alianza Lima ha vuelto a ser uno solo. En las tribunas ya no se escuchan insultos ni hay murmullo porque el equipo no responde. Al contrario, de las gradas bajan los “Oles” y el clásico “Así, así, al ritmo de Alianza”. Los aplausos no faltan cuando hacen los cambios. Y eso el futbolista lo valora, lo demuestra en el campo. Por eso cuando Aldair Rodríguez fallaba un centro, Jairo Concha no dudaba en felicitarlo por el esfuerzo.
Hernán Barcos, suspendido por acumulación de tarjetas amarillas, estuvo en uno de los palcos del estadio. Y no dudó en bajar hasta la tribuna Occidente para entregarle su camiseta a la señora que se hizo viral tras ir por primera vez a Matute ante Melgar y bailar en las gradas.
Pero no solo eso. Lavandeira, luego de ser sustituido, se acercó a Occidente y le obsequió la camiseta con la que anotó y asistió a un pequeño de síndrome Down que estaba con un cartel. La alegría del hincha fue la de todos en la tribuna que aplaudieron el gesto del uruguayo que tiene 10 tantos y 8 pases gol en el 2022; es decir, es el hombre más influyente del equipo junto a Barcos (13 G y 5 A).
Alianza Lima es uno solo. La unión que se traslada de la tribuna a la cancha hace que el equipo sea peligroso para cualquier rival. “Este año con la hinchada y jugadores, vamos a ganar el todos los rincones”, reza un cántico del Comando Sur, y se traslada a la realidad.
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