Doce horas duró el viaje en avión desde Lima hasta Hamburgo. Doce horas en los que la familia Sierra Gacón se decía, mediante un abrazo reparador, que la decisión tomada era la mejor. Y doce horas en las que Almudena se aferraba al sueño de ser futbolista profesional aunque eso signifique dejar atrás muchas cosas (amigos, su hogar, el garaje donde entrenaba arduamente durante la cuarentena por el COVID-19). Con apenas 13 años, la pequeña sabía que Alemania era -es- uno de los países potencia del fútbol femenino, por ende, un paso adelante.
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De aquel viaje hacia una nueva vida han pasado casi dos años. Almudena cumplió 15 el pasado 27 de abril, un mes después de que vistiera por primera vez la blanquirroja de Perú en el Sudamericano Sub 17 de Uruguay. Juega en la selección de Hamburgo, la ciudad en la que vive, ha sido citada para una especie de microciclo en la Sub 16 de Alemania y fue reclutada por el HSV Hamburgo, el histórico exequipo de Paolo Guerrero (actual campeón nacional de la categoría), luego de seguirla en la temporada pasada en el ETV, club con el que ascendió a la Bundesliga y el que le dio la oportunidad de conocer el mundo del fútbol Alemán.
“Venir a Alemania fue una decisión rápida y hasta radical porque nos agarró en plena pandemia. No me estaba yendo bien en el tema laboral y me preocupaba la inseguridad con la que se vivía en Lima. Laure, mi esposa, fue la que realmente impulsó este cambio para todos, ella estaba convencida que era lo mejor para los chicos porque además Mía, Almudena y Noah tienen mucho talento para el deporte y acá iban a tener una oportunidad para que sigan creciendo. Mía juega hockey; y Noah y ‘Almu’, fútbol. También vimos una oportunidad para mí en el tema profesional, seguir capacitándome y creciendo como técnico en un país que me puede brindar los conocimientos del fútbol europeo de primer nivel””, recuerda Fabricio Sierra, quien fue técnico de la reserva de Alianza Lima entre 2016 y 2018, y trabajó en Deportivo Municipal.
“Venir me motivó porque sé que acá es un país perfecto para mejorar mi fútbol. Estoy en uno de los mejores países en fútbol femenino. Eso me hace feliz y me ayuda un montón”, nos dice con mucho entusiasmo, Almudena, la habilidosa futbolista que nació con un balón bajo el brazo, creció admirando a André Carrillo -juegan en la misma posición- y ahora busca imitar a Alexia Putellas, la española que acaba de ganar el Balón de Oro.
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Sangre blanquiazul por las venas, el fútbol como herencia
“Antes de verme a mí, vió la camiseta de Alianza”. Fabricio no exagera. En casa, en Lima o en Hamburgo, se respira aliancismo. El entrenador llegó al club íntimo en 2016 y Almudena, además de salir al campo del estadio Alejandro Villanueva como mascota en varios partidos, dio la vuelta olímpica en 2017, el año en el que el pueblo aliancista cortó una sequía de 11 años sin campeonar.
Almudena aprendió a patear un balón casi al mismo tiempo que aprendía a hablar. Jugaba fútbol con su hermano Noah en el Lima Cricket, club del que sus padres eran socios. En el colegio el panorama era distinto, aunque la pasión no: era la única mujer del equipo, por lo que solo podía jugar amistosos.
Practicó atletismo, jugó básquet por cinco años, pero la pelota de fútbol que le regaló su padre siempre se las ingeniaba para hacerse presente en su vida. “Mi amor por el fútbol es desde siempre. Cuando practicaba básquet, igual jugaba al fútbol en torneos cortos”, relata Almudena.
Uno la ve gambeteando, dejando rivales como si fuera conos, y no lo creería, pero ella empezó en el arco. “Me gustaba tapar, sola me ponía en el arco. Me gustaba tanto que hasta tenía entrenamientos de arquero y todo”, recuerda. “Aparte que le encantaba, era muy buena. Cuando jugaba y a su compañero que estaba en el arco le metía gol, ella se ponía los guantes”, agrega Fabricio, quien ha seguido de cerca, al igual que su esposa, el camino de su hija.
De hecho, el regalo relacionado al fútbol que más marcó a Almudena fue una camiseta de Manuel Neuer, el extraordinario portero alemán. “Un año vinimos de vacaciones acá, a Alemania. Yo estaba enferma y de un paseo me trajeron la camiseta de Neuer. La tengo hasta ahora y creo que la usé un millón de veces. Ese fue uno de los mejores regalos que me han dado”.
Fabricio recuerda dos regalos que atesora y valora como si fueran reliquias: un par de guantes y chimpunes. “Yo estaba emocionado que mi hija sea arquera, pero cuando empezó a crecer le decía que no tape porque pateaban muy fuerte, ja ja ja. Yo le decía ‘Almudena Neuer’’'.
En 2019, Almudena cumplió su sueño y pasó una prueba para jugar en Alianza Lima, uno de los clubes que más trabaja a nivel de fútbol femenino actualmente. Tenía once años y un amistoso ante Universitario de Deportes fue el obstáculo que debía pasar para demostrar de qué estaba hecha. Jugó, brilló y se quedó. Estuvo casi un año, pero la pandemia por el COVID-19 frenó todo y los entrenamientos en el garaje de su casa, atrapada entre cuatro paredes, era la nueva normalidad.
“Ella es una máquina de entrenar. Pasaba horas y horas en el garaje de la casa entrenando por su cuenta. No dejaba de hacerlo nunca”, relata Fabricio. “Fue ahí donde me propuse ser profesional, así que entrené más, todo lo que podía. Necesitaba hacer eso y creo que fue una buena decisión”, agrega Almudena.
Su presente (y futuro) en Alemania
El viaje a Alemania no tuvo absolutamente nada que ver con el fútbol. Pero el destino le tenía preparado a Almudena un mundo donde pudiera desarrollarse. El camino, aunque al principio incomprensible, parecía estar escrito. Una vez instalados en Hamburgo, ‘Almu’ se enteró que al frente de la casa de su abuela, donde estaban viviendo inicialmente, había un campo de fútbol. Estuvo dominando el balón hasta que un equipo de fútbol femenino de la localidad llegó a entrenar y lo que siguió, el trámite y posterior presentación, estuvo a cargo de los padres.
“Hablaron con el entrenador y pude hacer una prueba. Empecé a entrenar con ellos y me quedé. Al comienzo fue difícil porque llevaba más de un año entrenando sola y la intensidad era mucho más fuerte. Además del clima al que tuvimos que adaptarnos. Acá entrenas con nieve, lluvia o dos grados”.
Almudena no demoró mucho en mostrar su calidad. Empezó jugando en la categoría 2006-07 del ETV Hamburgo, pero a los meses la subieron para jugar con la Sub 17, una categoría mayor. Tenía 14 años. Pasaron cuatro meses cuando la entrenadora de la selección de Hamburgo fue a ver un partido en el que destacó y la eligió, junto a otras jugadoras, para pertenecer a la selección de Hamburgo, un paso que pocas futbolistas dan.
Ascender a la Bundesliga Sub 17, el mejor torneo de Alemania, fue subir otro escalón. Y ser convocada a la Sub 16 de la selección alemana, uno más. Fue observada por los scouting de la selección alemana y ha sido invitada a entrenar con la Sub 16 unos días. Pese a todo, ella no pierde el rumbo, sabe que está creciendo a pasos agigantados pero también que debe seguir esforzándose para no caer. Y no pierde el rumbo porque Fabricio no solo es su padre y a veces entrenador, también actúa como una especie de agente que busca lo mejor para ella. La protege, la cuida. Conoce el fútbol desde adentro y lo traicionero que puede ser para los talentos que se forman.
“Esta convocatoria es espectacular para ella, es buenísima, pero uno nunca sabe lo que va a pasar en el futuro. Puede que la vuelvan a llamar o puede que no. No se sabe. Por eso ella tiene que seguir con los pies sobre la tierra y llevar con calma todo lo que está viviendo”, afirma.
El llamado de Perú y las lágrimas
Almudena guarda en su armario distintas camisetas de la selección peruana de las veces que iba con sus hermanos y padres al Estadio Nacional a alentar a la ‘Bicolor’. Se las pone cada vez que puede. Pero cuando se calzó una, de entrenamiento, en su primer llamado a la Sub 17, la sensación fue totalmente distinta. No lo podía creer.
“Primero me llamaron en noviembre del año pasado, para el primer microciclo, pero no pude ir. El segundo llamado fue en enero. Luego regresé a Alemania y me volvieron a convocar para el último microciclo antes del Sudamericano”, cuenta. Con 14 años, no tuvo temor de viajar sola con el fin de representar a su país.
“Cuando la convocaron, yo me puse a llorar. Estaba feliz, orgulloso. Con mi esposa lloramos. Todo el esfuerzo que hace, que nosotros hemos visto, estaba dando sus frutos”, recuerda Fabricio.
Almudena viajó junto a la delegación peruana rumbo a Uruguay para disputar el Sudamericano Sub 17. Y detrás de ellos, Fabricio, quien dejó todo en Alemania para ver el debut de su pequeña ante el combinado local. “Cuando vi que iba a entrar, en el segundo tiempo, me paré. Me acuerdo claro que la primera pelota que toca, se lleva a una uruguaya y mete un ‘patadón’ que se va afuera. ¡No importa! Yo estaba emocionado, fue espectacular”.
En tiempos donde el fútbol femenino crece a pasos agigantados, el Perú va teniendo en el exterior a sus representantes. Almudena es una de ellas. A punta de gambetas que no solo buscan el arco rival, sino también cumplir su sueño de ser una reconocida futbolista profesional, forja su camino.
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