Durante la tarde del fin de semana de Baréin se levantó el telón de una nueva era de la Fórmula 1. Los motores volvieron a encenderse después de tiempo y los recuerdos también, pues este 21 de marzo se celebra el natalicio de una leyenda auténtica para el automovilismo e ídolo de muchos de los que ahora están al volante: Ayrton Senna.
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Senna cumpliría 62 años, pero nos dejó cuando tenía 34. Se marchó temprano. Pero ese tiempo -tan corto- fue suficiente para que el brasileño deje un legado enorme en el mundo del motor con 41 victorias, 80 podios y tres títulos mundiales sobre sus hombros.
Aquel hombre que hacía gala de su fervor en cualquier lugar y que leía un pasaje de la biblia antes de aventurarse en cada Gran Premio, no podía hablar de ídolos, pero se convirtió en uno para muchos, trascendiendo de generación en generación. No por casualidad, hoy por hoy seguimos hablando de él.
Eso sí, en medio de su religiosidad, Ayrton Senna no ocultaba su admiración por dos personajes en concreto, uno bastante conocido en el mundo automovilístico y el otro no tanto.
Jim Clark, su ejemplo a seguir
No Juan Manuel Fangio, no Jack Brabham. Fue Jim Clark, bicampeón mundial, su principal fuente de inspiración para brillar en la Fórmula 1. Según, Ayrton Senna, en sus propias palabras, el escocés es el “mejor de los mejores” sin dudas.
Si bien nunca pudo conocerlo en persona, en febrero de 1991, cuando ya era tricampeón de la F1, el brasileño visitó el “Jim Clark Room”, un especial museo que exhibe la colección histórica del piloto escocés. Ahí pudo conectar internamente con el éxito de su referente, apreciando sus trofeos, monoplazas y otras piezas importantes.
En ese mismo mes y año, Ayrton Senna también se dio el tiempo de visitar la escuela en la que estudió Clark, donde abundan homenajes para el histórico piloto de Fórmula 1. Incluso, dio una charla con los alumnos en el teatro de la escuela, respondiendo preguntas principalmente de su carrera.
Entre todo lo que dijo aquel día, resaltan sus halagos a Jim Clark a modo de homenaje. “Fue el héroe de mi infancia”, exclamó sin dudarlo.
Al igual que Ayrton Senna, aunque 26 años antes que él, la leyenda escocesa corrió la misma suerte en el circuito de Hockenheimring en la Alemania Occidental. Clark se salió de la pista y se estrelló contra los árboles, sufriendo duras fracturas y falleciendo antes de llegar al hospital. Muchas personas de todo el mundo lloraron su muerte. Y, seguramente, Ayrton, con solo ocho años, también.
Terry Fullerton, el rival que le llevó al límite
La otra persona que Ayrton Senna admiraba mucho dentro de la pista no se hizo un nombre en la Fórmula 1 como Jim Clark, pero para el brasileño se volvió un referente al que siempre intentó superar.
En una rueda de prensa en 1993, en medio de la emoción que significaba correr el histórico Gran Premio de Adelaida, surgió una interrogante típica, con cierto sabor curioso, que frecuentemente le hacen a los referentes de cada deporte. ¿Cuál fue el piloto con quién más satisfactorio te sentiste al competir?, le consultaron. “Fullerton… Terry Fullerton…”, respondió Senna sin dudarlo un segundo.
La mayoría de los presentes quedaron estupefactos. No era la respuesta que esperaban. Los periodistas habían cotejado los nombres de Alain Prost, Nigel Mansell o cualquier otra estrella de la F1 de entonces, pero resultó ser un tal Fullerton, un hombre totalmente desconocido para ellos. Y la duda de aquel momento era obvia: ¿Quién es Terry Fullerton?
Como muchos pilotos, para emprender su aventura en los monoplazas, primero pasan por el karting. Así sucedió con Ayrton Senna, quien a sus 4 años se subió a su primer kart y lo usó cual juguete de infancia. Sin embargo, lo que empezó como un juego terminó por forjar los caminos de una leyenda inigualable.
En ese camino Senna coincidió con Terry Fullerton, que tan desconocido en realidad no era. El piloto nacido en Londres también escribió su propia historia desde muy pequeño en el karting, convirtiéndose en el primer británico en conquistar el Campeonato Mundial FIA CIK. Ya con 25 años y Senna con 17, ambos fueron equipo en 1978 corriendo para la escuadra DAP.
“Estábamos preparando el equipo para ir a una prueba para el Campeonato del Mundo. Él no era más que un chico joven, bastante delgado, un niño casi. Se notaba que había una intensidad en él. Fuimos la prueba en un lugar llamado Parma, en Italia, que estaba a unas 50 millas de la fábrica de DAP. Él era muy rápido desde el primer día. Así que de inmediato nos dimos cuenta de que teníamos un conductor dotado”, contó Fullerton en una entrevista con Motorsport.com.
Rivalidad Sana
Fue así que nació una nueva amistad, pero también una nueva rivalidad. Al comienzo todo parecía ir bien en su relación; sin embargo, como bien se dice, “dos soles no pueden brillar en un mismo cielo”. La tensión creció entre ambos, pese a ser compañeros de equipo. Para seguir creciendo, había que competir y eso lo tenía muy claro Senna.
“Durante el primer año y la mayor parte del segundo año fue una relación amistosa. Pero luego se convirtió en un poco más intensa. Se volvió en un poco más distante, menos amable, menos amistosa. Me vio como un competidor más, en alguien que estaba bastante desesperado en superar y que estaba luchando para hacerlo. El trato entre nosotros se hizo más distante”, contó Fullerton hace años a Motorsport.com.
Senna conoció lo que es ir al límite desde muy joven gracias a Fullerton. El brasileño siempre vio en Terry a un contendiente por quebrar. Le superó varias veces, pero algunas maniobras del piloto británico le sacaban de quicio.
Sea como fuere, Senna aprendió mucho de esa rivalidad. Le ayudó a superarse a sí mismo y nunca tener límites. A su enorme velocidad sobre el circuito le añadió otros componentes necesarios, algunos aprendidos de Fullerton, para luego aventurarse en la máxima categoría del automovilismo desde 1984 y convertirse en una leyenda de la Fórmula 1 en 10 años.
A pulso, el brasileño conquistó sus tres títulos mundiales y no pudo más. Nadie le puso un tope, pero la vida sí, en la peligrosa y temida curva de Tamburello en 1994. Ahí acabó todo para él, pero su nombre sigue trascendiendo todos los tiempos. Es ídolo de muchos, incluso también de Michael Schumacher(7) y Lewis Hamilton(7), los dos más campeones en toda la historia de la Fórmula 1.
Senna aún permanece vivo en muchos corazones, como en el de Terry Fullerton. El británico tiene muy gratos recuerdos con quien es considerado uno de los mejores pilotos de la Fórmula 1. Nunca podrá olvidar la dura rivalidad que mantuvo con el brasileño. Es algo simplemente único.
“La Copa de Campeones de Jesolo en 1980 fue la mejor. El adelantamiento que le hice en la última vuelta es todavía un recuerdo imborrable. Después de llegar, pensé que había sido la mejor carrera de mi trayectoria deportiva. En esa ocasión nos jugamos el título, Ayrton defendía la posición, pero no pudo predecir mi maniobra en la última vuelta. Y su reacción no fue para nada de resignación, no lograba aceptar la derrota”, relató Fullerton para el portal español Vroomkart.
Fullerton nunca dio el salto a la Fórmula 1 como Senna. El británico se sentía cómodo en los karts y, además, sabía el riesgo que correría si se subía a los monoplazas. Eso sí, Terry dedica toda su vida al karting. Luego de retirarse como competidor, se convirtió en entrenador y lo es hasta hoy. Trabaja con la nueva generación de pilotos desde entonces.
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