CARLOS SALAS
1. No, porque él mismo dijo que sin la clasificación, “sería un director sin fuerza”.
El propio Markarián puso como condición para aceptar el nuevo cargo “clasificar al Mundial”. Si no lo hacía “sería un director sin fuerza política para encabezar las reformas y viviría criticado” (dixit Markarián). Ante sus dichos, ¿tiene sentido traer a quien ya dijo que no lo haría bien? Es simple: no puede ni debe volver. Y no porque yo lo diga, sino por las condiciones que él mismo se impuso.
2. No, porque, efectivamente, el puesto de director requiere consenso y hoy su apellido divide.
Frente a la impopularidad de Manuel Burga, el jefe de la Dirección Técnica Nacional (DTN) tendría que ser una figura de consenso, mas no otro dirigente criticado. El perfil del puesto pide, en el fondo, un vicepresidente de facto que “sume apoyos” y “capte la atención” hasta de congresistas que acompañen las reformas estructurales. Hoy Markarián no posee ni esa imagen ni esa aceptación. La tuvo en el 2010, pero hoy hasta el 'Chorri' lo critica.
3. No, porque a meses de las elecciones en la FPF, el director elegido sería un escudero de Burga.
Además de un director de selecciones, Burga busca un aliado político para compartir el desgaste de su mandato. Y si ya Markarián como técnico de la selección mayor asumía funciones de representatividad en la FPF en conferencias o eventos, pues ahora, de aceptar, sería el inevitable socio que lo acompañaría por otros 4 años. Imposible apoyar eso.
4. No, porque nada garantiza que Burga realmente crea y sostenga la Dirección Técnica Nacional.
Si recién aceptó crear la DTN en el año 12 de su gestión como presidente, ¿por qué tendríamos confianza en que la sostendría a la primera tormenta? Burga va y viene de planes, del mismo modo que va y viene de nombres. El mejor ejemplo es Carlos Picerni en los menores. Lo trajo (2003), lo dejó ir (2007), lo volvió a traer (2011) y luego le desapareció el cargo (2013) apenas le dejó de servir.
5. No, porque Markarián dio su palabra de que no volvía y su trayectoria obliga a creerle.
“Si no clasifico, me voy”, dijo, repitió y recontra repitió. Que Burga lo aliente a romper una promesa pública solo puede entenderse en un hombre de credibilidad cero como él. Pero no en Markarián. Está su palabra empeñada. Y hay más de 35 años de profesional que obligan a creer que no dará marcha atrás.