Un estilo de juego no se valora por romántico o pragmático, sino por eficaz o ineficaz. Y el de la selección peruana que dirige Ricardo Gareca evidentemente aún no logra los objetivos trazados. El equipo intenta ratificar un estilo, pero no logra imponerlo. El saldo son tres derrotas y una victoria.
La deuda de Gareca. El estilo de Perú es del agrado de quienes valoramos el protagonismo en lugar de la especulación. Tener el balón antes que cederlo. Sin embargo, hace falta una mejor mirada táctica del rival de turno para lograr imponerlo con sabiduría. Ayer, contra Brasil, la selección jugó a jugar. En defensa y en ataque. Sin una idea colectiva sobre qué lugar del campo presionar para recuperar la pelota, de acuerdo al punto débil del rival, y a partir de allí hilvanar juego en una zona favorable. En mi opinión, independientemente de los resultados obtenidos, esa es la deuda que considero tiene Gareca y su comando técnico en la selección. La mirada táctica del rival. Valiente en el estilo (con todo el riesgo que supone), pero sin un trabajo determinado en la recuperación de la pelota. Da la impresión que imagina mucho los partidos desde la posesión y, por ende, secundariza la idea que para jugar bien también es necesario provocar que el rival juegue mal.
No alcanza. Brasil fue superior. Justificó el trámite favorable con goles. Perú no se asumió inferior. Por el contrario, envió un recado desde la conformación del once titular con Lobatón en lugar de Ballón: vamos a jugar de igual a igual en Bahía, priorizar el buen pie sobre la intensidad en la presión en el mediocampo. El mensaje fue solo mensaje. El resultado, contundente. Perú no jugó de igual a igual. Sí defendió mal. Sí elaboró mal. Los cuatro partidos disputados en las Eliminatorias arrojaron una conclusión: debemos también imaginar los partidos a partir de que ante ciertos rivales, y más aun jugando de visita, somos inferiores por técnica y cultura táctica. Y responder a esa situación con rebeldía en el aspecto anímico y con un alto grado de compromiso. Entender que en el plano netamente futbolístico no nos alcanza.
Mala elección. Se puede jugar un partido perfecto e incluso perder contra Brasil. Y más de visita. La calidad de sus individualidades es determinante. Pasó ayer contra Perú, que por el contrario hizo un partido desde todo de punto de vista malo. No apareció Neymar en su reconocida capacidad, pero sí Douglas Costa –participó en las tres acciones de gol brasileñas–. Jugar sin un plan de recuperación del balón con un alto grado de compromiso en la ayuda al compañero -o relevo- frente a un equipo que es potente en el uno contra uno, resulta un suicidio. La realidad confirmó.
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#EliminatoriasRusia2018: estos son los siguientes partidos de Perú ⏩ https://t.co/054Axd5Udt pic.twitter.com/wwveysNlZL— DT El Comercio (@DTElComercio) November 18, 2015