Chirinos el 85, Reynoso el 97, Mendoza en 2004, Pizarro hasta hace poco, ahora Cueva, Ruidíaz y al parecer Advíncula. El hincha peruano siempre trata de buscar un punto para desahogar su fastidio ante un mal resultado.
Un seleccionado puede pasar héroe a villano en solo 90 minutos. De ser elogiado a estar en el ojo de la tormenta e incluso pedir su desconvocatoria. Luis Advíncula, por ejemplo, es uno de los mejores baluartes del equipo de todos, pero ha venido siendo lapidado por no aguantar una marca en clara falta, incluso se le ha calificado de “desganado”. Anoche en la derrota con Costa Rica, comenzaron a sonar nuevas críticas hacia Raúl Ruidíaz, que todavía no encuentra el gol con la selección. Eso no suma.
---A cambiar el chip---
“Chirinos debió rechazar e impedir que Gareca anote”; “Reynoso arrugó en Santiago”; “Mendoza se falló el gol que nos metía en la lucha”; “Pizarro no sirve en la selección”; “Por Cueva no pasamos de fase”; “Ruidíaz solo mete goles en México y Estados Unidos”, y con peores comentarios de cada uno al respecto. Estas frases y entredichos que no suman a lo logrado en Rusia 2018 nos desnudan como posibles hinchas del resultado y unos apasionados empedernidos.
Con la facilidad de comunicación que nos brindan las redes sociales, destruir honores en cuestión de segundos no cuesta nada, pero construir pasiones, conseguir que nuestro himno suene en otro Mundial, que nuestros jugadores estén en un club de Europa, o en una liga mejor que la nuestra, cuesta más.
Fuimos laureados por la FIFA como la mejor hinchada del mundo, llenamos estadios y estamos presentes, pero también debemos aprender a perder, asumir la derrota y levantarnos. La tormenta ya pasó, los 36 años de estar fuera de mundiales y también la Copa del Mundo, estamos viviendo una nueva era, somos competitivos, pero a la vez no podemos caer en triunfalismos. Derrotas hubo, hay y habrá, pero de los errores debemos seguir aprendiendo.
Si la selección cambió su imagen ante el mundo y ya no solo conocen a Cubillas, Chumpitaz, Guerrero y Farfán, hagamos lo mismo. Ya fuimos observados y nos consideran incondicionales, hagamos lo mismo, pero en nuestro territorio, enseñemos a los más chicos de casa a aprender a asumir derrotas y a seguir manteniendo una línea de crecimiento. Tenemos que entender que este nuevo proyecto no se construye en un santiamén.
Somos más de lo que mostramos ahora.