Pocas veces un hombre fue tantos hombres. Una ciudad entera, diría: se llamaba Juan José Vinces, tenía el cinematográfico alías de Pussy -uno de los capos de la mafia de Los Soprano- y hace unos días fue acribillado en una de las calles de su tan querido Callao, que él quería transformar. Y transformó: fue el ideólogo de Las Caras de Atahualpa, símbolo porteño por excelencia de los últimos años, casi tan famoso como el Real Felipe.
Las Caras de Atahualpa han sido noticia en los últimos días: hoy ya no existen más, pues fueron pintadas de blanco, deseo último de Pussy.
Estas y otras historias en las imágenes de los reporteros gráficos de El Comercio, en la tercera semana de octubre.
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