El arbitraje y los procesos judiciales son los principales medios de solución de controversias en el mercado. Ambos comparten elementos en común, pero a la vez grandes diferencias. Esto hace que las personas naturales o empresas deban valorar adecuadamente las ventajas y desventajas de ambos mecanismos, a fin de inclinarse por la solución que mejor se acomode a sus intereses.
Actualmente el Perú es uno de los países líderes en arbitrajes en el mundo, debido la cantidad de arbitrajes realizados. También influyen la constante actualización de la práctica arbitral y la aceptación que ha tenido en el mercado. Además, se ha implementado en otras áreas distintas a lo comercial, como en solución de controversias en contrataciones públicas. Ello, como respuesta a la desconfianza en el Poder Judicial, su impredecibilidad y la extensa duración de sus procesos, anota Gustavo Miró Quesada, socio del Estudio Miró Quesada & Miranda.
Al respecto, comenta que “se conoce que los plazos para obtener una sentencia firme son largos, entre 6 y 10 años, principalmente por la gran carga procesal de los juzgados. Mientras que el proceso arbitral dura un periodo de entre 12 a 24 meses, aproximadamente”.
En línea con ello, el especialista detalla cinco beneficios que caracterizan al arbitraje frente al proceso judicial:
1. Consensual
Un arbitraje únicamente puede tener lugar si ambas partes lo han acordado. Una vez que se acordó ello, una de las partes no puede negarse a participar del arbitraje o retirarse unilateralmente del proceso. De hacerlo, el arbitraje seguirá su curso y los árbitros tomarán las medidas para garantizar su efectividad.
2. Elección de árbitros y especialización
Normalmente, cada una de las partes nombra un árbitro y estos, a su vez, escogerán a un tercer árbitro (presidente). Ello es importante considerando que muchos arbitrajes requieren árbitros especializados en la materia y/o un entendimiento comercial profundo del objeto de la disputa.
En cambio, en un proceso judicial, ninguna de las partes puede decidir qué juez se hará cargo del proceso, refiere Miró Quesada.
3. Confidencialidad
Si bien el mercado está empezando a inclinarse por la transparencia, en el arbitraje predomina la confidencialidad. En consecuencia, a diferencia de la jurisdicción ordinaria, las partes que lo necesiten podrán mantener sus controversias en confidencialidad por un tiempo considerable.
4. Costos y duración
El arbitraje tiene un costo que varía de acuerdo a la suma económica de la controversia y a la complejidad del caso. En los honorarios arbitrales se tiene en cuenta el carácter internacional de los árbitros, la complejidad del tema, y el tiempo dedicado por los árbitros.
Por lo tanto, el arbitraje usualmente será más costoso que la jurisdicción ordinaria. Sin embargo, la duración de un arbitraje es mucho menor y la especialización de los árbitros hace más probable que su decisión sea correcta y justa, destaca Gustavo Miró Quesada.
5. Es definitivo y fácil de ejecutar
Los laudos arbitrales tienen un altísimo grado de cumplimiento por las partes. La resolución de la controversia se da en instancia única y no es susceptible de apelación.
“Por otro lado, el sistema judicial contempla la doble instancia, con lo cual, toda sentencia puede ser apelada y una segunda instancia evaluará nuevamente las pruebas y argumentos de las partes para confirmar, modificar o revocar la decisión anterior”, explica el experto.
Para finalizar, el doctor Miró Quesada hace hincapié en la importancia de incorporar un convenio arbitral en los contratos, ya sea entre empresas privadas, entidades públicas o personas naturales; ya que, de producirse una controversia, las partes podrán encontrar una solución más rápida, justa y eficiente.