Dos de junio. El Aeropuerto Internacional Jorge Chávez debía recibir un gran flujo de vuelos provenientes de diferentes partes del mundo. En su lugar, miles de pasajeros y decenas de aerolíneas fueron perjudicados con vuelos que no llegaron a su destino a tiempo. ¿La razón? Una falla en las luces de la pista de aterrizaje.
En Latam tuvimos más de 220 vuelos y cerca de 35 mil pasajeros afectados. Fueron jornadas maratónicas consiguiendo hoteles, asegurando alimentación y disponiendo, de forma proactiva, políticas comerciales flexibles para que los afectados pudiesen reanudar sus viajes.
La conectividad aérea significa desarrollo turístico y económico. Proveer servicios de óptima calidad 24/7 debe ser priorizado por todos los actores, públicos y privados, involucrados con este sector de la economía. Si queremos ser el esperado ‘hub’ aéreo de Latinoamérica, es inviable no contar con los sistemas más críticos -como la iluminación de la pista de aterrizaje de nuestro principal aeropuerto-, así como con planes de contingencia que aseguren continuidad en los servicios.
Lo sucedido, nos pide repensar los modelos y estructuras de la prestación de servicios de aeronavegación e infraestructura aeroportuaria que recibimos tanto aerolíneas como pasajeros.
El modelo actual tiene muy pocos incentivos para que Corpac -al ser una empresa estatal- actúe de forma óptima y asegure planes de contingencia ante eventos como el de días atrás. Tenemos una nueva torre de control que estuvo inoperativa por cuestionamientos a los vidrios instalados y una nueva pista de aterrizaje que pese a lo anunciado no se pudo usar para brindar una solución inmediata.
El problema también se vive en los aeropuertos regionales en donde muchos vuelos tuvieron que aterrizar. Muchos no contaban con servicios básicos, como escaleras suficientes para bajar a pasajeros, pocos técnicos en operación de vuelo, capacidad reducida en controles migratorios... Debemos dotarles de infraestructura básica para responder ante una contingencia y así competir con otros destinos.
Se debe transparentar la responsabilidad y funciones de los entes involucrados en la industria aérea, desde concesionarios de aeropuertos hasta órganos como Corpac, responsables de servicios de aeronavegabilidad, y Ositran, que debe velar por infraestructura aeroportuaria de calidad, todos ellos con un rol muchas veces poco visible ante precisamente este tipo de incidentes.
Es necesario hacer una escala técnica para retar modelos hoy desfasados y buscar soluciones inmediatas a una conectividad y turismo que no deben parar.
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