Al cierre de esta columna continuaba la jornada maratónica del Congreso. El término de esta legislatura constó de 5 plenos consecutivos, de martes a sábado. Largos, tediosos y, como se esperaba, llenos de populismo.
Durante las largas horas en las que se desarrolló el debate, más de un congresista argumentó y defendió su punto de vista haciendo referencia a la alicaída situación económica de nuestro país. Más aún, hubo algunos incluso que justificaron sus ideas e iniciativas a cuenta de la recesión económica.
Pero, a junio del 2024 es momento que alguien lleve esta buena noticia al Congreso: técnicamente, al ser positivo el avance de la economía en el primer trimestre del año, ya no estamos en recesión. De hecho, el segundo trimestre mostró también un avance, y siendo así, cualquiera que dedique su tiempo a escuchar los argumentos de nuestros representantes podría quedar confundido.
¿Por qué seguir utilizando la recesión para justificar iniciativas que generan perjuicios en lugar de beneficios?
Y, si estuviéramos en recesión, lo que afectaría a los ingresos fiscales, no se entendería por qué el Congreso aprobó en una misma semana la reducción del IGV para las peluquerías, los depósitos de la CTS para funcionarios públicos que no han sido desvinculados, bonos para jueces, entre otros. No nos sobra la plata.
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Por supuesto, no estamos en nuestro mejor momento, pero tampoco estamos en el peor. Los quintiles de la población más vulnerables son siempre los más afectados. Debemos mantenernos cautos y continuar cuidando las variables de crecimiento, la inflación y también nuestro déficit fiscal, pero ya basta de repetir argumentos –como se dice coloquialmente– “de paporreta”.
Y las buenas noticias no acaban aquí. El ministro Arista, quien respondió un pliego interpelatorio el viernes en el hemiciclo, dijo que en mayo la economía habría crecido cerca el 4%, un muy buen número.
Y, aunque es pronto para asegurarlo, analistas y agentes económicos auguran un segundo semestre con un mejor consumo y dinamismo, lo que se complementa con los buenos precios del cobre registrados este año.
Para dejar algunos populismos atrás, estas buenas nuevas deben llegar a los oídos de los tomadores de decisiones y de la población en general, aunque para ello habría que tener también ingentes cantidades de voluntad. Y no, no nos sobra la plata.
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