¿El fin justifica los medios? Esta frase resume, grosso modo, la discusión pública que presenciamos la semana pasada entre el Consejo Fiscal (CF) y el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF). En pleno uso de sus facultades, el CF –organismo público adscrito al MEF, pero autónomo–, levantó una bandera de alerta ante la decisión del MEF de realizar una transferencia de S/1.000 millones de las utilidades del Banco de la Nación al Tesoro Público vía Decreto de Urgencia. Lo que se cuestionó: 1. La transferencia no debería haber sido registrada como un ingreso sino como un préstamo, porque el año fiscal 2023 no ha terminado y el dinero podría haberse reinvertido; 2. No se cumplió con el criterio de la excepcionalidad; 3. Se incrementan los ingresos presentes a costa de los futuros. El cuestionamiento, dado el encargo del CF de reforzar el compromiso país con la gestión responsable y predecible de las finanzas públicas, no sólo es válido sino necesario. El MEF, como aludido, reaccionó públicamente, y de ahora en adelante, el tema debería manejarse de manera más discreta y por vías oficiales. Ya todo lo que se podía decir a los cuatro vientos, se dijo.
“El Perú no tiene las espaldas para endeudarse como lo tienen los países desarrollados”
Aunque el pleito público llamó mucho la atención, se trata de un intercambio válido y transparente. Es correcto que el CF esté atento a lo que le corresponde, y está en manos del MEF lidiar con la crítica constructiva. Sin embargo, esto no significa que tenemos un problema con el déficit fiscal (el cuánto podemos gastar cómo país). Nuestra regla fiscal ha sido muy sólida por los últimos 20 años y junto a la independencia del Banco Central, es uno de los pilares que sostiene nuestra fortaleza macroeconómica. Aunque es complicado que este año lleguemos a la meta de 2,4%, lo importante es tener un ojo en el gasto y que este no se dispare. El Perú no tiene las espaldas para endeudarse como lo hacen los países desarrollados, somos un país cauto y conservador en este aspecto, y tenemos una de las deudas más bajas de América Latina. Mientras que los trapos sucios se limpien en casa y esto no afecte (más) nuestra imagen en el exterior, cualquier discrepancia en esta área es saludable para hacer cada vez mejor las cosas.
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