Cuando finalmente se levante la cuarentena y poco a poco las personas vuelvan a salir a las calles, el mundo será un lugar muy distinto del que era cuando comenzó el aislamiento social obligatorio. Por un tiempo, no habrá visitas a restaurantes ni eventos masivos, los cines y teatros tendrán que reinventarse (la Asociación Nacional de Salas de Cine proyecta una paralización de 15 a 18 meses para la industria del entretenimiento), los viajes deberán esperar a que se abran las fronteras y muchísimas personas se habrán quedado sin trabajo.
Como indicó el economista Miguel Jaramillo en una entrevista publicada la semana pasada en este Diario (antes de la ampliación de la cuarentena), solo por contratos temporales finalizados se perdería casi el 20% del empleo formal entre marzo y abril. Si a eso se suman los despidos por coronavirus (que la consultora Mercer estima que el 18% de empresas grandes en el país aplicará) y la ampliación del frenazo productivo, el número será mucho mayor.
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No es el caso, tampoco, que la rotación laboral permita saltar de un empleo a otro con facilidad. Un informe del Instituto Peruano de Economía da cuenta de que el mes pasado las oportunidades laborales publicadas en un portal especializado bajaron de 8.406 en la primera quincena (antes de la cuarentena) a 3.440 en la segunda (durante la cuarentena).
Se podría argumentar que el aislamiento redujo considerablemente esos números. Y eso en parte es cierto. Sin embargo, la data no dice que las cosas vayan a mejorar en el futuro cercano. Según el Banco Central de Reserva, las expectativas empresariales a tres meses (medidas de manera ascendente con valores del 1 al 100) cayeron de 54,9 puntos en febrero a 28,5 en marzo. Lo mismo ocurrió con las expectativas económicas, que pasaron de 48,2 a 21,8 en el mismo período.
Además, según estimó Apoyo Consultoría, tras consultar a 300 empresas que representan casi un tercio del PBI peruano, los niveles de confianza se han desplomado y para este año se anticipan caídas sin precedentes en la inversión privada y el empleo formal. Si un número por debajo de cero significa una reducción en el ritmo de ejecución, y a principios de año estos se encontraban en positivo o bordeando el cero, para los próximos seis meses el sondeo coloca un valor de -76 para inversión privada y -46 para contratación de personal. Y estos cálculos fueron realizados antes de que el presidente mandara a todos a sus casas por dos semanas más.
Así las cosas, lo más prudente es cuidar el empleo formal porque pronto será un bien escaso. Pero esto no va solo del lado del trabajador sino también del empleador. Y en este sentido, la coyuntura complica bastante la situación. Cuarenta días sin producir hace imposible sostener los pagos de planillas, de deudas y a proveedores para la gran mayoría de empresas (según una encuesta de la Cámara de Comercio de Lima, en la capital apenas el 8% podría soportar más de 40 días de para sin incumplir en sus pagos).
Por ello, y con mayor razón tras la segunda ampliación de la cuarentena, muchas empresas han empezado a considerar opciones como la suspensión perfecta de labores. Se trata de una licencia sin goce de haberes que se da únicamente en situaciones fortuitas o de fuerza mayor y por un tiempo determinado (y es razonable creer que una pandemia global que obliga a paralizar la producción por más de un mes cumple con estas condiciones).
Es una salida difícil, pero en el mediano plazo busca precisamente cuidar los empleos formales. Es también una propuesta lógica desde hace unas semanas para muchos abogados laboralistas, pero no para los representantes del Ministerio de Trabajo y Promoción del Empleo (Mintra). Tras afirmar desde el inicio de la cuarentena que “durante el período de emergencia nacional no está habilitada” esta figura, la ministra de esta cartera, Sylvia Cáceres, finalmente confirmó el último jueves que procederá “si no existe otra fórmula que garantice la continuidad del contrato laboral”.
¿Cómo pretendía el ministerio sino que las empresas que tuvieron que dejar de producir intempestivamente siguieran pagando sus cuentas como si nada pasara? Los créditos del plan Reactiva Perú no serán suficientes para sectores que seguirán golpeados muchos meses después de que se levante la medida de aislamiento. El Gobierno se ha comprometido en más de una oportunidad a luchar contra la informalidad, pero las decisiones del Mintra en tiempos de pandemia estaban yendo en sentido contrario.
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