¿Había alguna manera de salvar Petro-Perú sin inyectar tantos recursos? Mucho, poco, regular o por armadas, dar dinero a Petro-Perú provoca (y seguirá provocando) polémica. La institución se encuentra en su momento más álgido en los últimos 50 años por falta de liquidez. La gestión de Hugo Chávez (de octubre 2021 a marzo 2022) fue una estocada profunda para la estatal, tanto a nivel financiero como administrativo. Solo tomó seis meses generar un daño de tan largo plazo.
Fue en setiembre de este año cuando hizo visible una de las consecuencias más importantes de su manejo irresponsable de la institución: la petrolera perdió su grado de inversión con Fitch Ratings, y obtuvo así la rebaja al famoso “bono basura”. Esto, después de que en mayo el MEF le prestara a Petro-Perú US$750 millones para que pudiera cumplir con sus obligaciones fiscales y evitar así el desabastecimiento de combustibles... que finalmente llegó meses después. Una de las razones que citó Fitch y que explica su decisión fue la falta de respaldo del Gobierno.
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Según ha trascendido, la renuncia de Humberto Campodónico a la presidencia de la petrolera llega en medio de poco apoyo político. Pero, vaya que se le ha prometido recursos económicos a la institución: US$1.000 millones de aporte de capital y una garantía (préstamo) de US$500 millones que se suman a los US$750 millones de mayo. Y, más allá del fondo, está la forma: se usaron decretos en lugar de leyes.
Petro-Perú enfrenta severas deudas: US$3.000 millones en bonos y más de US$1.300 millones en un crédito avalado por el seguro de crédito de exportación de España. En resumen: mucho dinero que la petrolera no tiene y tampoco puede autogenerar.
¿Se hubiera podido evitar la rebaja de la calificación con más dinero en mayo? ¿Es oportuno darle más dinero a Petro-Perú? Si no se le quiere dejar morir, es la única salida pues la situación financiera de la empresa no permite otra alternativa. El momento que vive la estatal es álgido y penoso, pero puede dar un salto y volverse determinante si se hace un planteamiento serio de cómo manejar esta situación en el futuro y a largo plazo para evitar que nos llenemos de decretos. Toca pensar si realmente se quiere mantener a Petro-Perú. Si la respuesta es sí, toca ver el cómo. Pero, si sí o sí no, en el corto plazo hay cuentas que pagar y desabastecimiento por evitar, y eso le seguirá costando al erario público.